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Héroes de papel

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 07 de diciembre de 2015, 11:01h

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Lo reconozco, veo la televisión más de lo que debería, pero también menos de lo que creen. En algunas de esas ocasiones, como ruido de fondo y por motivos que no vienen al caso, se me han colado momentos del programa Gran Hermano. Una de esas noches, no sé si con una cerveza o con un libro en la mano -quizá con ambos- escuché a Mercedes Milá elogiar a sus queridísimos concursantes hasta el punto de afirmar que, para ella, todos son verdaderos héroes. Desde entonces le tengo juradas estas breves líneas como penitencia por mi dejadez televisiva.

Estimada Mercedes, con lo que has sido y para lo que has quedado. Me consuelo pensando que quizá hayas repetido la mentira tantas veces que hasta tú te la has terminado creyendo. Bálsamo que, por otro lado, me hace sentir pena por ti. ¿Héroes?, broma pesada como poco. Si acaso, héroes de papel.

 

Papel fino, de poco gramaje, tan superficial que casi es translúcido, dejando entrever claramente las ínfimas aspiraciones de esos concursantes que, dicho sea de paso, son cuidadosamente seleccionados edición tras edición para que el espectáculo no sólo continúe, sino que vaya en aumento hasta alcanzar el ridículo. Todo sea por la audiencia, deseosa de trifulcas y desmanes.

Papel mojado, prístino en el sentido primitivo; primates a lo macho Alfa, pero sin más relevancia social que la que se les puedan dar en bolos y platós, tan llenos de mentiras como de malas intenciones. Al menos así tenemos claras evidencias de que, en efecto, venimos del mono… uno grande, maleducado y fanfarrón en su mediocridad.

Papel pautado, donde poder escribir a gusto de los guionistas, y a priori, los futuribles que serán engullidos en horario prime time, condicionando a esas almas cándidas que ven en la pantalla becerros y becerras de oro a los que adorar sin remisión. ¿Qué sentido tiene hablar de la importancia de la educación, con estas joyas en parrilla?

Papel charol, sin abuela, donde para gustos no hay colores y el narcisismo de los habitantes de la casa alcanza cotas casi patológicas. Lejos de poner a estas personas en cuarentena para ayudarles a superar sus complejos, se les pone frente al mundo y, ya que estamos, se pasa el cepillo cada semana para que la audiencia, tan soberana como engañada con desde su seudopanóptico, crea tener control de algo fundamentado en el caos y el desorden.

Papelón donde realidad y ficción se confunden hasta que lo fingido fagocita esa misma autenticidad de la que, erróneamente, presumen los concursantes. La autenticidad, atolondradas cobayas, se quedó en la puerta del programa al aceptar sus premisas. La primera y más importante de ellas: completa sumisión a lo que desde allí se dicte. ¿Es así como defendéis vuestro libre albedrío?, ¿demostrando vuestra libertad al elegir la esclavitud? Esa obsesión con la extimidad -exhibición de lo más íntimo- no es algo digno de elogio, pues nada tiene de heroico y virtuoso. Papel pinocho, en definitiva, por mentiroso que no por arrugado.

Héroes de papel, queridos todos, de papel cuché y poco más. Me dan casi tanta lástima como cuando me descubro a mí mismo sonriendo ante sus desventuras. ¡Menudo papelón!

 

José Luis González Geraldo

https://www.facebook.com/joseluis.ggeraldo

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