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Necesidad de la filosofía

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
viernes 21 de septiembre de 2012, 10:21h

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Frases tomadas de las redes sociales, con todo y su puntuación original: “En una cabeza con miedos no hay espacio para los sueños”. “Si te ama, no te quitará la ropa te quitará la tristeza y te hará feliz…”. “Humillar a alguien no te hace ni más orgulloso, ni más fuerte, ni más poderoso.. Te  hace más MISERABLE..!!!”.


¿Qué nos dice ese tipo de citas, ampliamente difundidas y celebradas entre los llamados cibernautas? La respuesta, nos parece, es que hay una necesidad imperiosa de pretender que se interpreta una realidad que de otra forma sería avasallante. La cita se vuelve el recurso ideal para opinar con fundamento, aunque con frecuencia este sea meramente ilusorio, dada la complejidad de los problemas a los cuales esas frases hacen referencia: la convivencia entre las parejas o bien las relaciones entre el patrón y el empleado, como puede concluirse después de leer un par de los ejemplos que proponemos.

 

Así, a través del tamiz de la fraseología, quienes recurren a ella intervienen en debates que se consideran de la mayor actualidad y en ocasiones son elogiados por ello: “Gran verdad”, suele decirse, mientras se contiene el llanto ante sentencias como las que traemos a colación. La seguridad de que se interpreta con eficacia la realidad se recrudece cuando la frase es la declaración de algún intelectual, como sabemos, una de las voces más prestigiadas en este democrático intercambio de opiniones.
No dudamos, desde luego, que las frases citadas y otras por el estilo en efecto cumplan una función en la sociedad. Igual y tienen la facultad de engrasar las relaciones entre los usuarios de Twitter y Facebook que las promueven con tanto entusiasmo. El problema se complica cuando semejante arsenal se pone al servicio de asuntos de mayor calado, como las fricciones que surgen cotidianamente entre las distintas creencias religiosas.

Con motivo del escándalo alrededor de un video por el cual ciertos musulmanes se sintieron ofendidos (con los consiguientes actos de violencia en embajadas norteamericanas del Oriente Medio), pudo verse el siguiente texto en uno de esos “memes” que circulan por Internet:

Primero el título: “un mensaje para la gente pacífica del islam”. Luego, la foto de una mujer de los Estados Unidos que sostiene un cartel, en el cual se puede leer lo siguiente: “Como americana, condeno el video anti-islámico que se burla de tu fe. Por favor no creas que refleja los sentimientos de todos los americanos. No es así. Tú eres un ser humano y un habitante de esta Tierra y yo te amo”.

En los medios, el problema de esas protestas pretende solventarse con un llamado a replantear los límites de la libertad de expresión. Sin embargo, poco se dice acerca de la compatibilidad del islam con otras confesiones, una cuestión antropológica en la cual poco tiene que ver el amor que la “americana” del cartel pueda profesar, sin perjuicio de sus más nobles propósitos. “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”, podría agregarse, ahora que las sentencias están en boga.

Sin embargo, al margen de la efectividad política que puedan tener esas frases, lo cierto es que se recurre a ellas en un intento por socializar que a veces bien puede ser muy exitoso. Otra cosa es la idea de activismo que se supone detrás de esos “memes”, palabra que tanto recuerda a “memez”.

Dejamos de lado las motivaciones psicológicas de la gente al momento de difundir esa supuesta sabiduría. En cambio relacionamos este curioso fenómeno a la posibilidad de que hay una necesidad imperiosa de filosofía. El hecho de que en nuestras sociedades pueda prescindirse de una definición rigurosa de las ideas no quiere decir que esta no haga falta. Muestra de ello es esa popularidad que señalamos de la sapiencia improvisada.

Un vistazo a las noticias de España, por ejemplo, nos deja con la impresión de que la gente asume con naturalidad que palabras como “libertad”, “nación”, “estado” y “soberanía” son susceptibles de manipularse a voluntad del hablante, como si fueran simples depósitos capaces de contener todo o nada. ¿Puede un país soportar décadas de relativismo?

La vida en la ciudad no debe fundarse en base a supuestos, menos cuando los problemas son tan apremiantes. Cuando esto ocurre surge el gurú, quien tiene siempre una frase que ya no sirve para dar cuenta de la realidad sino para simplificarla por medio de despropósitos no exentos de trascendencia, porque al parecer no faltan ávidos compradores para la filosofía barata. De eso hay rebajas todo el año.

 

 

Manuel Llanes

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