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“Teología” para intelectuales

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
viernes 05 de octubre de 2012, 09:31h

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Llega la crisis económica y se instala de una forma que parece no tener fin. Sin embargo, ahora que se recorta a diestra y siniestra, o bien se suprimen puestos de trabajo definitivamente, no dejan de proliferar los negocios dedicados a lo que me gustaría llamar “gestión de lo sobrenatural”.

La gente no tiene trabajo, pero eso no impide que en la televisión continúen los típicos espacios de la madrugada donde sujetos extravagantes se dedican a vender humo: dicen que son clarividentes, que pueden resolver los problemas del espectador. Su poder debe ser enorme si puede anular, sin más, la enorme distancia que bien puede separar el plató, el estudio de televisión, de la casa del incauto que una noche decide que es buena idea levantar el teléfono y marcar el número del charlatán a cambio de unos euros.

 

En realidad estos gurús venden consejos. ¿Y por qué las personas no recurren a un pariente, a la pareja, al abuelo que alguna vez, en otro tiempo, se consideró digno de poseer la sabiduría? Los consultorios de psicología están reservados para el que pueda pagarlos, pero en las iglesias los curas desesperados abordan a los turistas y ofrecen sus servicios, el confesionario gratuito, la salvación, la vida eterna a cambio de un poco de fe ciega.

¿Entonces?
Por alguna razón (las religiones en jaque, el anticlericalismo), la gente prefiere las sesiones de yoga donde un individuo lee “los chakras”, lo que sea que eso signifique.  Quien visite la hermosa ciudad de Guadalajara, en México, verá que a pocos pasos de la Catedral proliferan las empresas de este tipo, listas para desfalcar al incauto a cambio de un alto porcentaje del salario mínimo interprofesional. Así, la verdadera religión está en una pugna constante con las más coloridas supercherías.

¿Y los intelectuales que dicen de todo esto, protagonistas, como son de esta columna? El artista tiene unas maneras muy especiales que le permiten ver en la llamada primavera árabe y sus mártires, que se queman a lo gonzo, una reivindicación de la libertad y la democracia. Las religiones orientales ni se diga: van a la alza entre los progresistas, siempre respetuosos del Dalái Lama, con todo y que la decimocuarta reencarnación de Siddarhartha Gautamá está obligada a usar gafas, no sabemos si por algún karma. En cambio, para todo intelectual de izquierdas que se respete, el Vaticano es una aberración que debe ser barrida de la faz de la tierra.

Acaso la característica más curiosa de muchos intelectuales es que a veces juegan a ser teólogos sin saberlo. Consulte el lector algún artículo del premio Nobel Vargas Llosa o alguno de sus libros. Casi en cualquiera de ellos («La verdad de las mentiras», «Cartas a un joven novelista», «La orgía perpetua», «El viaje a la ficción»…), el célebre escritor peruano nos explica cómo la narrativa es un consuelo frente a esta vida desdichada que es la realidad.

En cambio, las novelas nos hablan de un mundo donde lo siempre anhelado es posible, una experiencia que nos serviría de bálsamo contra este mundo ingrato. El otro, el mundo de los libros, nos ofrece la oportunidad de soñar sin molestas ataduras con la realidad. Dice don Mario en su conmovedor discurso de aceptación del Nobel:

“Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola”.

Ponga el lector “rezar” ahí donde dice “leer”. Cambie la palabra “ficción” por “religión”. Acto seguido alcance un báculo a este pastor de ovejas descarriadas y cúbrase los ojos, lector, no vaya ser cegado por la luz de la ascensión al cielo de este santo, custodiado por un corrillo de querubines. Toca elegir ahora entre la consulta de quiromancia y la edición en pasta dura de un libro de este señor, IVA incluido.

 

Manuel Llanes

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