Realizo mi labor como directora de acuerdo a lo establecido en la legalidad vigente, me rijo por los principios de objetividad, profesionalidad e imparcialidad en el ejercicio de mis responsabilidades, de tal manera que ostento la representación del centro, dirijo y coordino las actividades que en él se desarrollan y garantizo el cumplimiento de las leyes y demás disposiciones vigentes.
Mi puesto me obliga a adoptar una posición de respeto respecto a los procedimientos que inicia la Administración Educativa, y que en ningún caso me competen, por lo que no he manifestado nada respecto al desarrollo del procedimiento que se alude en la noticia, ni he
tomado ninguna actitud.
El procedimiento disciplinario que ha iniciado la Administración Educativa, y en el que está implicada una funcionaria que presta servicios en este centro, afecta únicamente a la Administración y a la funcionaria; por lo que siempre he adoptado y adoptaré una posición de respeto escrupuloso al desarrollo del mismo y a su resolución.
Únicamente quisiera recordar que estamos en un estado de derecho, y tanto nuestra Constitución, como la Ley 4/2011, de 10 de marzo, del Empleo Público de Castilla-La Mancha, reconocen el derecho a la libertad de expresión dentro de los límites del ordenamiento jurídico. Y en cuanto a la regulación del procedimiento disciplinario que aparece en la ley anterior, rigen aquí los principios de legalidad y tipicidad por los que “el personal funcionario únicamente puede ser sancionado por las acciones u omisiones tipificadas como faltas disciplinarias”.
En cuanto al centro educativo que dirijo, está repleto de profesionales, que como yo, defienden la educación pública cada día con su trabajo, sin necesidad de hacerse notar en los medios ni de buscar altavoces que hablen por ellos.
Este equipo directivo trabaja para intentar proporcionar una educación con la mejor calidad posible. Es por esto que ni este centro, ni esta directora, nunca se convertirán en un instrumento al servicio de intereses que no sean educativos.
Montserrat Martínez González