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En la estación de AVE Fernando Zóbel recibimos y despedimos a las visitas con olor a mierda

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 21 de abril de 2014, 21:37h

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Cuenca ha perdido muchos trenes desde que se inventó la máquina de vapor. Esta circunstancia, más tantas otras que ahora no vienen a cuento, son la consecuencia del subdesarrollo que acarreamos. Pero la última infraestructura ferroviaria, la que representa el tren de alta velocidad, el AVE, no la hemos perdido, sino que la hemos conseguido. Y la hemos conseguido a pesar de los agoreros conservadores que iban de progresistas y que oponían el que llaman “tren convencional” a la nueva vía rápida; y también a pesar de los políticos locales, de gobierno o de oposición, que nunca creyeron que estando Cuenca a mitad de camino entre Madrid y Valencia podían y debían reivindicar una parada en el punto medio, tenemos AVE: ¡Alabado sea el altísimo!

El movimiento ciudadano que, frustrado por haber perdido la oportunidad de que la autovía de Madrid a Valencia pasara por la ciudad de Cuenca como debía, no se arrugó y continuó defendiendo la misma idea, pero referida esta vez al tren de alta velocidad que poco más tarde empezó a proyectarse, aunque inicialmente el proyecto ignorara a nuestra históricamente ignorada ciudad. A la segunda se consiguió. Alguna vez, mejor pronto que tarde, habrá que reconocer sus méritos a esas personas idealistas que tras la primera frustración realimentaron una nueva ilusión de progreso.

 

Además, ahora que acaba de pasar la Semana Santa, y que hemos oído varias veces esa cita bíblica que dice “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, debo introducir el nombre del presidente de la comunidad autónoma que remató la reivindicación conquense: José Bono. Sé de lo que hablo, y en esto tengo claro que el remache lo puso Bono: bueno es reconocer esto bueno que Bono hizo por Cuenca. Y más mejor si la comparación se hace con lo que nos han dejado los sucesores: el valido Barreda, que arruinó la Caja Castilla-La Mancha, cuya sede central estaba aquí, presionándola para que pusiera casi todos los huevos en la cesta del aeropuerto de Ciudad Real; o la actual secretaria general del partido gobernante y presidenta autonómica a tiempo diferido, María de los Dolores, que dejará a las futuras generaciones conquenses el sufrimiento perpetuo del riesgo de explosión de un almacén de residuos nucleares, cuya capacidad de generar muerte –animal, vegetal y mineral- son infinitamente superiores a lo de Nagasaki, Chernóbil o Fukushima.

Sobre esto último, aunque no es de lo que quería hablar, reivindico una corrupción al estilo de las que se practicaban cuando los pantanos de Franco, que al lado de las presas se hacían pequeñas urbanizaciones para el disfrute de políticos e ingenieros responsables de la obra. Pues bien, en Valdecañas pido que, de la misma manera, se construyan casas para alcalde, presidente de Diputación, presidenta de Castilla-La Mancha y algún otro prócer de la cosa; ahora, eso sí, con obligación de residencia permanente.

Pero vuelvo a lo del AVE, que es a lo que iba. En esta última semana de fiestas, que llamamos Santa, Cuenca ha estado petada de visitantes. Bien. Muchos han llegado por AVE. Bien, también. Para estos viajeros la estación Fernando Zóbel es la puerta de entrada y de salida de la ciudad: se les podría recibir o despedir con banda de música, con esencia de romero o con olor a mierda; bueno, pues no digo nada que no sepamos los conquenses: si el viento viene del suroeste –o sea, el más frecuente- quien baja del tren o quien lo espera se empapa del perfume embriagador que el basurero, bajo el que se ubicó la estación, difumina con esencia de mierda. Mal, mal empezamos y peor acabamos con las visitas que recibimos.

Nunca nadie nos ha explicado por qué la estación se llevó allá a tomar por el *, en la Estrella, a más de cinco kilómetros de la ciudad y con pésimas comunicaciones. Los gobernantes locales se encontraron con una infraestructura que les vino dada por la combinación favorable del movimiento popular conquense y la influencia poderosa del entonces presidente Bono. Mandaba en Cuenca Cenzano como alcalde y el PP era oposición en al Ayuntamiento pero gobierno en España. Los proyectos del Ministerio de Fomento ofrecían acercar el tren a la ciudad, partiendo desde Albaladejito –soterrado o no-, pero al unísono gobierno y oposición locales decidieron mandar la estación a tomar por el *. También aquí hay que desclasificar los papeles. Necesitamos saber qué se habló y qué se pactó. Y saber si los proyectos inmobiliarios entonces vigentes de hacer crecer la ciudad ribera abajo del Júcar, por el Terminillo, fueron determinantes.

Discrepo, porque algo sé de lo que hablo, del argumento tópico que utilizó la plataforma Ave Dentro cuando decía que la actual estación del AVE se ubicó donde está como consecuencia de las presiones de una persona que tenía terrenos y ambiciones especuladoras en La Estrella: se referían a Francisco o Paco Esteban, persona con la que no tengo más en común que la coincidencia de apellido. Para entonces sé que este empresario había renunciado ya a invertir en Cuenca: perdió una confrontación con otro constructor local más poderoso para urbanizar los terrenos de la antigua Resinera, y ahí tiró la toalla, según creo.

Y especialmente discrepo utilizando un dato objetivo que Ave Dentro también sabía y lo obvió: el intento del gobierno municipal de redactar un Plan de Ordenación Urbanística (POM), cuando era alcalde José Manuel Martínez Cenzano, que se expuso al público en la fase de proyecto y nunca pasó de ella, diferenciaba dos etapas de desarrollo: la primera y excluyente consistía en urbanizar las dos márgenes del Júcar, entre la carretera de Madrid y la de Alcázar, o sea, desde el antiguo Club Serranía –donde hoy ponen el mercadillo- hasta la depuradora. Y, como no creo en las casualidades, contando con la ventaja añadida que ofrecería la gran infraestructura del nuevo hospital que entonces se prometió y que se construiría en medio. La segunda fase, sin fecha de autorización de inicio, sería en Vega Tordera y La Estrella, en donde Paco Esteban podría, si quisiera y cuando le dejaran, mover el desarrollo urbanístico. Escribo este párrafo porque creo que el tópico que he citado de Ave Dentro ha hecho daño a la necesidad que tenemos los conquenses de saber por qué la estación del AVE está a tomar por el * de la ciudad y para colmo debajo del basurero, en donde casi siempre huele a mierda.

Ahora coinciden las mismas responsabilidades de gobierno: en la ciudad manda Juan Ávila por el PSOE; en Madrid, más además en la región, el PP; y María Dolores de Cospedal como capitoste de ambos gobiernos populares. Pues bien, pregunto, ¿los partidos que erraron colocando la estación Fernando Zóbel _a tomar por el * de la ciudad- debajo del basurero, si ya no pueden cambiar la estación, al menos no podrían alejar el basurero para que Cuenca no reciba o despida a sus visitantes de tren con fragancias de mierda?

 

Joaquín Esteban Cava

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