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De lo humano y lo divino

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 22 de junio de 2014, 23:14h

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Como otro más de los muchos fulanitos que habitamos este país, aunque cada uno sabrá el motivo que le movió a hacerlo, el pasado día diecinueve tuve a bien vivir en directo el capítulo que la Historia, con mayúscula, nos ha regalado. No todos los días se corona a un nuevo Rey. Sobre todo en pleno siglo XXI.

Spain is [still] different, compatriotas. Por si no teníamos bastante con un Rey, ya tenemos dos. Como ocurría con el slogan de aquellos petit-suisse: “A mí me daban dos”. ¿Acaso no tenemos dos mejillas?, pues ya están servidas, para que luego hablemos de escasez y miserias: un Rey para cada carrillo. Suma y sigue. C'est magnifique!

 

Qué hábil estuvo nuestro Rey al abdicar sentenciando: “Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. Sobre todo con lo de “una”, que más bien se tornó en “uno”. No se creerán ustedes que al usar la palabra “generación” nos interpeló como “conjunto de todos los vivientes coetáneos”, ¿verdad? Por algo la RAE mantiene la acepción: “Sucesión de descendientes en línea recta”. Casta de esa de la que todo el mundo habla últimamente, al fin y al cabo. ¿A dedo, dice usted?, no hombre, no. Por sangre, mucho más democrático y moderno. ¡Vivan las “caenas”!… del ADN, claro.

Del discurso del otro Rey, el recién estrenado, qué quieren que les diga. Estuvo correcto, agradecido e incluso simpático. Faltaría más, nobleza obliga que suelen decir. Algo a lo que ya nos tenía acostumbrados y, quizá por eso, no fue nada sorprendente. Le faltó chispa, si me apuran. Con lo bien preparado que está, algo que nos vienen repitiendo desde que ya se sabía que sería el primer Rey de la historia de España con educación universitaria, tampoco me convenció demasiado. Incluso se le vio el plumero, como a su padre, al acudir a Don Quijote para finiquitar su discurso bajo el razonamiento de que: “No es un hombre más que otro si no hace más que otro”. Error, craso error. Ningún ser humano es más que otro, por mucho que haga. Al menos siempre que lo que haga sea “frente” a otros, compitiendo al contrastar esfuerzos y resultados, y no “con” ellos, colaborando sin necesidad de rasero de humanidad y dejando fluir los sentimientos por encima de la voluntad. No me malinterpreten, pues alabo sus aspiraciones de ganarse lo que la genética ya le regaló, ¡si en el fondo tenemos suerte!, pero debajo de tan loable deseo subyace una firme creencia clasista que, como el inexistente traje del emperador, pocos se atreven a señalar. ¿Quién no apostaría a caballo ganador?

Resumiendo, más de lo mismo pero con doble ración de preparación y sin el “extra” de la campechanía. Palabras y hechos lampedusianos que los recientes exdibujantes de El Jueves supieron captar con la ironía que les caracteriza tras la polémica portada censurada por RBA (http://www.orgulloysatisfaccion.com/):

“Se abre el telón y aparece un príncipe. Joven, guapo, moderno, deportista. Preparao. Muy preparao. Hombre de su tiempo, conectado con las preocupaciones de los ciudadanos, de vida sencilla, alejado del fasto de otros tiempos. De talante conciliador, llamado a tomar las riendas de un país en momentos de zozobra, quiere ser el rey de quienes aspiran a un futuro mejor. Se cierra el telón. ¿Cómo se llama la película? ¿Felipe VI? ¡Noooo! ¡Juan Carlos I!”.

Colorín, colorado, este cuento -al menos de momento- sigue estando bien amarrado.

 

José Luis González Geraldo

https://www.facebook.com/joseluis.ggeraldo

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