www.cuencanews.es
Ada al desnudo

Ada al desnudo

Por Redacción
x
localcuencanewses/5/5/16
viernes 29 de agosto de 2014, 00:46h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Ada Colau quería lluvia para el agosto pucelano, anhelaba un aguacero que lejos de rebajar la temperatura estival la hiciera subir. La que fuera portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) proponía en la red social Twitter un chaparrón de sujetadores y zapatos de tacón que empapase al torpe y lenguaraz alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, en señal de repulsa por unas declaraciones hechas en un programa local de Onda Cero, en las que aseguraba que le da «reparo» entrar en un ascensor por si «hay una chica con ganas de buscarte las vueltas». Es lo que viene llamándose un escrache virtual, pergeñado por quien es ahora activista y promotora de Guanyem Barcelona (Ganemos Barcelona), una plataforma que aspira a «ganar la Alcaldía» de la segunda ciudad más poblada de España.

 

Esta plataforma, que es una ramificación de aquellos movimientos asamblearios del 15M y un satélite periférico de Podemos, parte de los axiomas característicos de las nuevas formaciones de izquierda. Y su discurso, manido y recalcitrante, está igualmente preñado de toda suerte de contradicciones internas. Una que se repite cada vez que se les interroga por sus aspiraciones políticas, consiste en afirmar que no quieren ser «ni una coalición ni una mera sopa de letras», para huir así de las vetustas y anquilosadas lógicas de partido, cuando de hecho ya han establecido contactos estratégicos con otros partidos como ICV, la CUP o el PSC. Dicen aborrecer la democracia de partidos (sí, la que llaman de castas) y sin embargo están indefectiblemente inmersos en ella. En otras palabras, conviven y se nutren, de facto y como todos, del aspecto material y procedimental de la democracia, es decir, de aquel aspecto que contiene todos los elementos realmente existentes de la democracia; las diversas formaciones políticas, los procesos electorales, las urnas, el censo y la ley electoral, las circunscripciones, el reparto de escaños, etc.

 

Tal vez pase desapercibido para mucha gente pero dicho discurso presenta, a su vez, una insoportable amalgama de ideas que, aunque calan con facilidad en unos ciudadanos tan ávidos de soluciones rápidas como poco predispuestos al arduo ejercicio de la crítica, no hacen sino emponzoñar un panorama político ya de por sí muy delicado. La propia idea de Democracia es manejada de un modo enteramente ambiguo y torticero, y no es extraño escuchar hablar de «rebelión democrática», de «democracia descentralizada», de «refundar la democracia» o incluso de «control democrático del agua»; expresiones todas que encierran una ignorancia oceánica con respecto a la idea misma. Pablo Iglesias, adalid de esta intrincada miscelánea de izquierdas, en su particular versión del televisivo Aló Presidente de Hugo Chávez, procuraba definir Democracia partiendo de una referencia a la Grecia del siglo V y sosteniendo que en ella la soberanía reside siempre en la voluntad del pueblo. Dos objeciones: 1. Olvida, desconoce u oculta que en aquella democracia de Pericles se excluía a las mujeres, a los metecos y a los esclavos, población que se estima que alcanzaba entonces el 40% de quienes vivían en el Ática. Cabe entender, por tanto, que cuando Pericles declaraba que «todos los atenienses somos iguales», se refería únicamente a aquellos que, viviendo en Atenas, pertenecían a la clase de ciudadanos definidos como libres e iguales. Por tanto, al responder a la pregunta qué es la Democracia desde su aspecto esencial y no desde su aspecto material o procedimental, el primer problema que aparece es determinar exactamente qué o quién es el demos (el pueblo). Así, cuando el prócer de Podemos hablaba en su monólogo de «los de abajo» (entiéndase algo así como el pueblo llano), debería haber especificado inmediatamente el alcance denotativo de tal expresión. 2. Un segundo problema surge cuando, por añadidura, se vincula el término pueblo con el de voluntad. No les sonará extravagante que alguien responda a la pregunta por la Democracia diciendo que es aquel régimen político en el que la voluntad del pueblo es soberana. Aquí el problema estriba en que, aun determinando con algún rigor el alcance del término pueblo, la suma de voluntades individuales nunca puede dar como resultado otra voluntad diferente; una supuesta voluntad general del pueblo. Defender que existe una dicha voluntad es pura ficción, pura retórica o puro idealismo. Decía Rousseau al final de su Contrato Social que «si existiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es apropiado para los hombres». Por muy insatisfactorio que nos pueda parecer, en las democracias actuales sólo cabe que a través del voto cada ciudadano transforme su voluntad en una cierta confianza en los representantes políticos. Colau, Iglesias y demás correligionarios lo saben perfectamente y por ello aspiran a concentrar votantes fingiendo aunar voluntades. Será entonces que ellos deciden quién es el pueblo y qué es lo que quiere.

 

Frente a esta ideología que considera que el verdadero fundamento y valor de toda sociedad política es la idea pura de Democracia, cabría oponer la devastadora crítica de Aristóteles. La Democracia, explicaba el Estagirita, es sólo una forma más entre otras de organización de la sociedad política y no conlleva en sí ninguna valoración positiva o negativa. La Democracia no es ni lo mejor ni lo peor, simplemente es un régimen aceptable y funcional en las condiciones adecuadas, puesto que, como las demás formas de Estado, «se dice de muchas maneras». Tal vez una buena forma de mantenernos firmes en esta acertada neutralidad axiológica se halle también en desvelar al mismo tiempo los propósitos de quienes alientan y propugnan ese fundamentalismo democrático. Ada Colau, fiel reflejo del mismo, como la Eva de la película de Joseph L. Mankiewicz (Eva al desnudo, 1950), codicia el poder. Para alcanzarlo aparenta congregar voluntades, como la de todas las feministas, cuando en realidad lo que se propone es sumar votantes. Nosotros, como hacía la sirvienta Birdie con Eva, deberíamos desnudar sus intenciones. No sería muy difícil…. ya se ha quitado el sujetador.

 

Francisco Javier Fernández Curtiella

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios