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La espada, fuerza y poder. Historia, leyenda y símbolo

La espada, fuerza y poder. Historia, leyenda y símbolo

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
miércoles 26 de agosto de 2015, 22:20h

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Jesús de las Heras (Cuenca, 1943) tiene acreditada una larga trayectoria como periodista de raza, de los que están al pie del cañón, en la inmediatez de la noticia y en la investigación de sus causas y consecuencias, orientación profesional que en los últimos años ha reciclado para transformarse en cronista de la historia, en la que busca momentos concretos, a través de los hechos y sus personajes. Si en el primer apartado nos dejó títulos tan contundentes como La España de los quinquis, El año Arias, El último año de Franco o El caso Mestre, en los que dejó buena prueba de su capacidad para realizar un valioso trabajo de introducción en los entresijos por donde se mueve la realidad cotidiana más allá de la apariencia superficial en el segundo, en el que se encuentra inmerso ahora, nos ha acercado ya a La Orden de Calatrava, La Orden de Santiago y Alfonso el de las Navas, tendencia a la que ahora se añade un nuevo título, La espada, fuerza y poder, elaborado con una extraordinaria metodología analítica y expositiva que nos permite penetrar en un mundo que podemos considerar ajeno o lejano pero que, sin embargo, forma parte constante de la historia de la humanidad.

 

La imagen actual de la espada es la que nos transmiten las películas o, quizá, los reportajes televisivos cuando se acercan (y es muy poco) a la versión deportiva de la esgrima. Pero la espada es el arma (y no solo el arma: también un elemento con versiones de uso cotidiano) más vinculada a la naturaleza del ser humano desde los más remotos orígenes conocidos. A recorrer esa vinculación se dedica Jesús de las Heras en este libro, sin duda original y en buena parte sorprendente, que sigue una trayectoria cronológica y temática, iniciando por la descripción del instrumento (etimología, materiales, clases, diseños, partes en que se divide, utilización, etc.) abarcando un territorio tan amplio como rico en sugerencias, que va desde el puñal hasta el instrumento de castigo pasando por el estoque taurino, lo que nos permite aprehender de inmediato cuán amplia es la variedad de conceptos y matices que pueden quedar inclusos en esta temática.

Hay, naturalmente, un amplio capítulo para describir las espadas históricas más conocidas, aquellas que se han ido incorporando al imaginario colectivo de la humanidad, desde la legendaria de Damocles hasta Durandal, la Colada, la Tizona, la Santa Catalina, Excalibur, nombres que abren un imaginativo espacio en el que la historia termina por coincidir con la leyenda y ambas con sugerencias que enraízan en el espíritu aventurero que, seguramente, cada persona tiene arraigado en el fondo de su conciencia.

En un libro de estas características no podía faltar, lógicamente, un amplio capítulo dedicado a la espada toledana, pues no en vano los talleres dedicados a templar el acero ubicados desde siempre a las orillas del Tajo, cuentan con menciones a esta actividad que se remontan hasta la época prerromana pero que encontraron su definitiva consolidación cuando, con los musulmanes, llegó a la península el acero de Damasco, que los alarifes toledanos incorporaron a su actividad mejorando notablemente la calidad del producto que, a partir del siglo XV, alcanzó un auge total, logrando formar un prestigio que dura hasta hoy.

Y no podía faltar tampoco en un texto de tal amplitud expositiva un capítulo especialmente atractivo para quienes amamos el cine y sus circunstancias, porque la espada, en sus variadas versiones, ha sido instrumento habitual en las películas de aventuras, con título míticos que nos conmueven y emocionan solo al mencionarlos: La espada de Damasco, Los siete samurais, La espada en la piedra, Lancelot el primer caballero, Los tres mosqueteros, Rob Roy, La casa de las dagas voladoras, La espada mágica, Robin de los Bosques… por no hablar de los grandes duelos colectivos entre piratas lanzados al abordaje de un barco enemigo, relación que puede continuar indefinidamente y que encuentra un reflejo concreto en los grandes y magníficos duelos protagonizados por magníficos espadachines, con Errol Flynn y Stewart Granger a la cabeza.

Por cierto, una curiosidad final: el rey Felipe VI no tiene espada propia. Cuando vemos que la porta, en algún acto oficial, es porque se la proporciona el cuerpo militar correspondiente a ese momento.

La espada, fuerza y poder, es un tratado histórico, un compendio de noticias y también un texto novelesco, por el que el lector transita con avidez, atrapado por la calidad de un relato que en ocasiones llega a ser apasionante y, desde luego, muy entretenido, aportando una considerable información sobre un aspecto tan específico como, quizá, desconocido. Y que se completa con una abundantísima ilustración gráfica que acompaña en cada momento las circunstancias concretas del texto.

 

José Luis Muñoz

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