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Sobre políticos y filósofos

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 26 de octubre de 2015, 00:34h

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Las elecciones están a la vuelta de la esquina y pese a que ya han pasado unos días desde el cafetero debate entre Iglesias y Rivera -escribiendo de izquierdas a derechas, para que no se nos olvide-, creo necesario espolear un poco más el debate que suscitó.

Los entendidos dicen que Rafael, a principios del s. XVI, representó a Platón y Aristóteles en pleno debate en el centro de su obra La escuela de Atenas. El primero señalando con el índice hacia arriba, el segundo con la palma de su mano derecha hacia abajo. De esta manera tan gráfica podemos sintetizar la divergencia que existía entre ambos a la hora de entender y explicar la realidad: Platón buscando la verdad en su esfera de las Ideas o de las Formas, Aristóteles ciñéndose al mundo que nos rodea; el primero andándose por las ramas, el segundo sin atreverse a despegar del suelo.

 

Quizá sea gracias a esta última reflexión por lo que durante el debate terminara asociando a Iglesias y Rivera, respectivamente, con estos dos grandes de la Filosofía. Y no me malinterpreten, que por muy preparados que estos dos posibles presidentes puedan estar son un claro ejemplo de lo odiosas que son las comparaciones.

El debate, pese a sus claras y bienvenidas novedades de formato: nada de tiempos pactados ni condiciones absurdas, se quedó frío en cuanto al contenido. Nada nuevo bajo el Sol, por seguir con la Filosofía. Ni uno ni otro aprovechó el momento para soltar algún bombazo que le pudiera servir para engatusar a esos indecisos que, no nos engañemos, decidirán el destino de nuestro país el 20-D. Lo de pertenecer, en política, es cosa del pasado; hoy lo que se lleva es participar y jugar al vudú político cada vez que se nos pregunte… y me parece lógico, sano y deseable.

Tanto Iglesias como Rivera siguieron en sus trece pero, sin embargo, el discurso del primero, mucho más moderado que en sus buenos tiempos -algo que Iglesias aceptó como signo de madurez y consolidación- evidenció una desorientación que hizo de la marca Podemos una marca blanca, o quizá blanda.

Seamos sinceros, si Podemos se ha caracterizado por algo, ha sido por su eficacia a la hora de canalizar la indignación que una buena parte de la población sintió poco tiempo atrás. Hablo en pasado, y no en presente, porque necesariamente hemos de preguntarnos: ¿acaso sus simpatizantes han suavizado esa indignación al mismo tiempo que Iglesias se ha, digamos, tranquilizado? Por otro lado, ¿no será cansancio en vez de madurez? Bien está que las ideas no cambien, o cambien poco, pero la falta de propuestas concretas -a lo que Rivera aludió machaconamente a sabiendas de verse ganador en ese aspecto- puede aburrir a un electorado que, tras la indignación, se ha remangado para cambiar construyendo.

Rivera, por su parte, mucho más enérgico pero también precipitado y vehemente, estuvo tan preocupado en dejar sobre el tapete la falta de acciones del platónico Iglesias que quizá se olvidara de defenderse de los ataques que lo posicionan en una atalaya demasiado benévola con los más afortunados, en términos económicos. ¿Acaso quien calla otorga? ¿No vendrá, también bisoño, a venderme la moto de una transformación lampedusiana donde todo cambie para que todo siga igual? ¿De qué me sirve la nueva política si el nivel de desigualdad no sufre cambios radicales? En un mundo donde el 1% de la población tiene más que el 99% restante, tal y como parece que ocurrirá a lo largo de 2016, no nos valen las acciones pequeñas y las grandes ideas, pese a su utopía, se vuelven imprescindibles.

Jugando con las afiliaciones de los contendientes, y para terminar, es lícito preguntarse: ¿podemos los ciudadanos cambiar realmente las cosas? Qué quieren que les diga, las reacciones al debate, buscando un ganador a los puntos sin pensar en si el resto de los mortales ganaríamos con cualquiera de ellos, hace que la pregunta quede en el aire, casi como si de un amor platónico se tratara. La Filosofía, como ven, sigue sin servirnos para nada.

 

José Luis González Geraldo.

https://www.facebook.com/joseluis.ggeraldo

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