Y es que, según ha destacado Prieto, la Diputación otorga una especial importancia a la conservación y protección de nuestro patrimonio histórico-cultural, como es el caso de este retablo de la Asunción, puesto que ve en ello un eje fundamental para la vertebración del turismo en nuestra provincia, así como un instrumento para dinamizar la economía de nuestros pueblos y contribuir a la fijación de población combatiendo el problema de la despoblación.
La Diputación ha destinado casi 21.000 euros a la restauración de este Retablo de la Asunción, que llegó a la iglesia de El Pedernoso en 1850, procedente de un convento jesuita desamortizado para sustituir a otra obra con pintura mural, cuyos restos se han descubierto durante la restauración, todavía conservados en la pared del templo tras el retablo.
Los trabajos se han centrado en el sentado del dorado y la policromía, la readhesión de los levantamientos en escamas para evitar su pérdida y la desinsectación de la obra. Del mismo modo, se ha acometido la limpieza de la suciedad acumulada y la eliminación de restos de cera, barnices envejecidos y repintes muy abundantes en el sotabanco.
Pero la restauración no se ha reducido exclusivamente a esto, puesto que también se han reparado los problemas estructurales de las hornacinas centrales, diseñando nuevas estructuras y recuperando elementos originales, además de ejecutar la reproducción volumétrica de molduras, pérdidas de soporte y relleno de grietas.
El estucado y reintegración de grandes pérdidas de dorado y policromía y el barnizado final han completado esta intervención, que se inició el pasado mes de abril.
El Retablo Mayor
La estructura y decoración de este retablo refleja el pensamiento contrarreformista de la época, ampliamente defendido por la Compañía de Jesús, cuyos escudos se conservan en el sotabanco.
Frente a los protestantes, se defendía la figura de la Virgen María, a quien se dedica el retablo y cuyo emblema encontramos decorado con delicadas formas vegetales realizadas a punta de pincel, aportando riqueza y elegancia sin romper con la sobriedad decorativa del dorado propia del estilo barroco clasicista, un arte difundido desde la Corte madrileña a raíz de la gran obra de Felipe II en El Escorial en cuanto a arquitectura, escultura y pintura.
Es posible que en su readaptación al nuevo espacio en la iglesia parroquial, allá por 1850, se realizaran algunas modificaciones en las hornacinas laterales (inicialmente albergarían lienzos), en el sotabanco y en el espacio del sagrario, hoy en día desaparecido, donde se insertó una tabla de otro retablo del s.XVI con representaciones de San Julián y San Lorenzo Mártir (parte izquierda) y San Jerónimo y San Antonio Abad (parte derecha). Posteriormente las hornacinas centrales también sufrieron otro tipo de modificaciones y añadidos pero de menor calidad.
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