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El habla de las Pedroñeras

El habla de las Pedroñeras

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 05 de septiembre de 2016, 23:33h

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Cuando uno se propone leer a fondo obras de esta envergadura, entra en ellas con una calculada desconfianza, pues el diletantismo está hoy en día (más que nunca) presente en estos trabajos, a los que se suman, a manos llenas, publicaciones en la Red que proceden de plumas no especializadas. Una lacra que poco favorecen el rigor y la seriedad que requiere este tipo de estudios. Tuve el encargo de afrontar una lectura minuciosa de la misma en la última fase, mientras se preparaba una  edición limitada, experimental, para aficionados a la palabra y la expresión autóctona. Invitación hecha con el propósito de mejorarla si era posible aunque fuera mínimamente y sobre todo para tener una opinión de un lector alejado de la autoría. Esta segunda edición de El habla de Las Pedroñeras, que ahora se edita en 2016, poco tiene que ver  con la primera, más bien un “libro de bolsillo” de 1997 que ya publicara su autor, Ángel Carrasco Sotos, dedicado al mismo tema: el análisis del habla de Las Pedroñeras, la internacional capital del ajo de nuestra mancha conquense.

 

Una lectura minuciosa de tan ingente trabajo centrado en las formas, modos y maneras de hablar de un pueblo, hace que el lector se sumerja en una cultura diferente y se sorprenda ante las numerosas coincidencias en el uso de palabras que parecían exclusivas y localistas. Pero la sorpresa mayor puede venir del grandísimo caudal de sugerencias que puede proporcionar su lectura, sobre todo a especialistas en el lenguaje y creadores de historias inventadas.

Sí, lo que tenemos en nuestras manos (o, mejor, sobre mesa o atril: 1.400 páginas contiene el volumen, en DIN-A4, cosido y en tapa dura con su correspondiente camisa) es una perfecto estudio en todos los niveles de la lengua del particular habla o manera de utilizar el castellano de este pueblo, Las Pedroñeras. Su autor la ha puesto sobre una mesa de disección y como avezado cirujano ha practicado un auténtico análisis lingüístico o dialectológico (sería más correcto decir) de esta habla.

Pero hablemos del contenido del libro. En la lectura del prólogo, en el que el autor advierte, sobre todo, de las dificultades a la hora de analizar el material lingüístico y de los parámetros que sirvieron de base para realizar el estudio, nos percatamos de que nos encontramos con un estudio riguroso en el que Ángel Carrasco, profesor de Secundaria de Lengua y Literatura, ha empleado muchos años en su análisis, y, más aún, un aparato bibliográfico más que generoso. Aunque a mi entender, este diccionario no debe verse únicamente de forma profesional sino también como obra que proporciona disfrute, gozo, alegría por encontrar en él tantas y tantas sorpresas, caminos y ramificaciones creativas que lo pueden convertir en un libro de consulta y compañía para toda la vida.

 

A continuación nos encontramos con el examen del habla pedroñera en los niveles fonológico (un análisis pormenorizado de los mecanismos que han operado en la creación de palabras), morfosintáctico y semántico, que concluye con el necesario apartado “uso del diccionario”, enriquecedor capítulo que ayudará al lector poco acostumbrado a la consulta de este tipo de obras a conocer la estructura de los artículos y la manera de acceder a las frases o construcciones pluriverbales. En el apartado dedicado a la bibliografía se nos da cuenta cabal de los estudios dialectológicos consultados y tenidos en cuenta, tanto a nivel autonómico como nacional, sin descartar el español de América así como numerosos diccionarios generales (desde los primeros y clásicos de Nebrija, Covarrubias, del Rosal o Autoridades), etimológicos y fraseológicos de nuestra lengua. Todo este material se pone al servicio del análisis de cada una de las entradas que dan lugar a más de 10.000 artículos. Sí, no sobra ningún cero.

Tras esas cien páginas de estudio gramatical viene el grueso del trabajo, el diccionario. No un diccionario dialectal al uso, pues en los artículos comprobamos el tratamiento de aspectos etimológicos, de uso (con ejemplos mostrativos cuando conviene), y siempre se hace mención de aquellas obras en las que un término concreto aparece recogido, ya sea en diccionarios generales como dialectales, haciendo las puntualizaciones adecuadas cuando corresponde. No quedan fuera el añadido de comentarios etnológicos, tan necesarios, lo que dignifica también el resto del estudio.

El libro se extiende ampliamente con apartados dedicados a textos literarios en donde el habla pedroñera, y otras similares de la geografía rural, está presente, dando a conocer en muchos casos a autores en cuya obra a uno le apetecería sumergirse de inmediato. Asimismo, también se han recogido listas de apodos, hipocorísticos y topónimos que salpican de continuo el hablar pedroñero.

En definitiva, pensamos que trabajos como este merecen el premio, al menos, del reconocimiento, no solo del pueblo al que el autor ha dedicado el mismo (no es el primero, desde luego, en que Ángel Carrasco pone su pluma al servicio de la investigación local: no en vano es natural de Las Pedroñeras), sino del ámbito de la Dialectología que, como decíamos al principio, puesta en manos de aficionados poco rigurosos termina por ceder a la vulgaridad y, frecuentemente, a la chabacanería.

Recibimos con júbilo esta laboriosa publicación, que ha de servir de modelo a otros investigadores del habla local no solo de nuestros pueblos, sino de otros más  alejados pero con sus particulares formas de expresión. Quizá ahora es el momento de hacerlo pues, como comprobamos a diario, la globalización está acabando a pasos agigantados con aquellos aspectos que definen lo local, entre los cuales está el habla, la particular forma de usar el castellano en cada una de las localidades de nuestra España. Quizá, por poner alguna pega (que más que pega es sugerencia), sería conveniente la edición abreviada, adaptada y más manejable de este diccionario para el uso del común que intente acercarse al habla de Las Pedroñeras evitando la parte más “dura” o especializada de este trabajo.

 

Fabián Castillo Molina

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