El comienzo de cada año es el momento de los buenos propósitos. Pero seguro que para el año que ya acabó nos habíamos propuesto algunas cosas. ¿Qué sucedió con ellas? ¿Conseguimos lo que nos propusimos el año anterior o lo hemos perdido de vista por el camino y seguimos siendo los mismos de antes?, ¿Por qué a pesar de nuestros buenos propósitos hemos llevado “cosas malas” por ejemplo, a la familia, a nuestros conocidos o al puesto de trabajo? o ¿Por qué continúa nuestra disputa con el vecino? Recaímos en nuestra rutina antigua, ¿por qué? La respuesta la encontramos en la raíz que rara vez nos esforzamos en buscar. Pues creemos que podemos talar lo negativo del árbol, que podemos podar su copa y ya estará todo bien. Pero no es así, deberíamos aprender a encontrar la raíz, cuestionarnos y preguntarnos de dónde viene lo negativo, lo malo.
Muchos creen que viene de otras personas, en general de la sociedad o de los políticos. ¡Oh, no! Viene de nosotros. Viene de nuestra raíz, viene de los programas que hemos grabado. Si encontramos la raíz de esos programas, en muchos casos nos asustaremos de cuántas raíces y raicillas tiene la mata.
Hagamos la prueba y pidamos la ayuda a quien habita en nosotros, Dios, nuestro Padre, sí queremos aprovechar los días, las semanas, los meses del nuevo año. Jesús de Nazaret nos dejó la clave: «Lo que quieras que otros te hagan a ti, hazlo tú primero a ellos». Si obrásemos en consecuencia, cada pensamiento sería un rayo de sol, que traspasa con su luz los hechos y las obras, y de esa forma haría felices a los hombres y a los animales, a todo el medio ambiente. Entonces el hombre, los animales y la madre Tierra estarían en unidad y en la Tierra habría paz.
Mª José Navarro