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ISIS no entiende el Corán

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
miércoles 18 de noviembre de 2015, 10:48h

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Desde México me entero de que Francia ha sufrido un atentado terrorista en el cual ha muerto más de un centenar de personas. Hay que decir que estamos ante una tragedia anunciada: los grupos yihadistas han amenazado desde hace tiempo con recrudecer sus ataques, como quedó claro después de lo ocurrido con «Charlie Hebdo», así que finalmente han cumplido sus amenazas.

Pero, ¿qué ha ocurrido? Un espectador ajeno a lo ocurrido en París podría pensar que los musulmanes cobran una afrenta porque los franceses los desprecian. ¿Es así? Durante mis años como estudiante en España, tuve la oportunidad de convivir con europeos de variada procedencia, entre ellos algún francés. Cuando el tema del terrorismo surgía en alguna conversación, la gente comentaba de inmediato que este no tenía nada que ver con el islam, religión de paz ahí donde las haya. Los yihadistas, estaba claro, malinterpretaban el Corán; todo era producto de un penoso malentendido. No podía faltar la referencia a Averroes, porque gracias a él y sus traducciones ahora conocíamos las obras de Aristóteles. El islam, entonces, resultaba ser una religión ejemplar, injustamente relacionada con el terrorismo. Desde luego, no se defendía con el mismo entusiasmo el catolicismo, por más que los contertulios fueran franceses o españoles y hubieran crecido en un ambiente cultural construido en torno a esa confesión. Es más, el anticlericalismo, que jamás tocaba el budismo, por ejemplo, se reservaba para la iglesia católica, con especial virulencia. Pero eso es otro asunto.

 

Todavía ahora, a unos días del atentado, las redes sociales, Facebook, por ejemplo, se llenan de muestras de entendimiento (¿y justificación?) a los terroristas, por increíble que parezca, porque las causas de los atentados habría que buscarlas, nos dicen, en la política exterior de Francia, país que al haber intervenido militarmente en otros países habría cometido una injusticia, un pecado contra la paz perpetua, de ahí que se merezca ahora este castigo, esta justa venganza. Los victimarios gozan de una consideración que con frecuencia ya quisieran las víctimas. ¿Entonces? ¿Por qué si entre los jóvenes universitarios de Europa no abunda, me atrevo a concluir, beligerancia alguna contra el islam, continúan las masacres? Parece obvio que los grupos terroristas no están dispuestos a corresponder la generosidad con la cual se les considera desde los sectores más educados de Europa, aquel de los estudiantes de postgrado que Bolonia ha henchido de cosmopolitismo.

¿Y es así, de verdad los integrantes del Estado Islámico son profanos en la interpretación del Corán? En Facebook he leído afirmaciones de mexicanos (no especialistas en religión, claro está) que aseguran entender mejor los mensajes divinos del Corán que los mismísimos militantes de ISIS. Semejante tesis parece inverosímil, sobre todo cuando en todas las polémicas se omite hablar de las particularidades del islam como religión y que son precisamente de inspiración aristotélica: el entendimiento agente, el Motor Inmóvil, el Acto Puro... Nunca se alude a ellos, a pesar de que, como he dicho, se insiste mucho en la tarea de Averroes como traductor: pero nunca se habla de las implicaciones que han tenido sus traducciones. Averrores, por cierto, es autor de «El libro del Yihad». Tampoco se menciona el hecho de que los terroristas mahometanos se inmolan, a diferencia de otros grupos violentos, digamos, los etarras o, entre nosotros, los narcotraficantes: etarras y narcos no tienen reparo en destruir los cuerpos de sus enemigos, mientras preservan a toda costa el propio. ¿Por qué? Parece como si eso no importara. No importa de hecho. Sin embargo, teologías aparte, resulta que los militantes de ISIS han elegido con vigor la vía del islam beligerante. Estamos, así, ante un hecho militar, es decir, político, un acto de guerra de un conglomerado que además se autonombra "Estado", señores anarquistas (estos, como siempre, llegan siempre tarde al debate).

Por eso es fatuo alegar, como hace la progresía europea y del orbe, ante un nuevo y sangriento atentado, que los terroristas no saben lo que hacen, que malinterpretan un texto divino, porque a los integrantes de ISIS no les interesa el debate, la controversia, el diálogo o el intercambio de ideas con la progresía. Esto es la guerra, no un coloquio de hermenéutica de las religiones, con un descanso para tomar un café y charlar. Nada, ellos hacen la guerra contra el cristianismo; para debates ideológicos están los cristianos, que no cesan de defenderlos. El lado más flaco y vulnerable de eso que suele llamarse occidente aflora cada vez más ante semejante ironía.

Visto lo anterior, no parece que en un futuro cercano las religiones pierdan influencia. Al contrario: la crisis de la Iglesia católica, por ejemplo, desde hace años rebajada por sus críticos a un supuesto nido de pederastas, ha hecho refluir los más variados delirios, como el animalismo. Así que, nos guste o no, ha llegado, una vez más, la hora de tomar partido. Por eso digo, como ateo, al margen de cualquier necio escrúpulo progresista, que no parece deseable que la religión católica se repliegue en nuestras sociedades. Si como dicen, en política no hay vacío de poder, ¿qué aberración vendría a ocupar su lugar? Nada sabemos del porvenir, pero eso no nos exculpará cuando las noticias de algún atentado no provengan de un país lejano, porque la tragedia habrá ocurrido ahí, a la vuelta de la esquina. «Dios no lo quiera», dirá alguno. Sí, pero ¿de qué Dios hablas? He ahí la cuestión.

 

Manuel Llanes

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