La Semana de Música Religiosa (SMR) de Cuenca volvió a vivir anoche una de esas veladas destinadas a permanecer en la memoria del público con la celebración del II Concierto Extraordinario de Navidad. Solistas, coro y orquesta ofrecieron una sobresaliente interpretación de El Mesías de Georg Friedrich Haendel, broche final del V Ciclo de Adviento y una nueva confirmación del sello de calidad que define la propuesta artística de la SMR.
La ejecución de este oratorio, una de las obras más emblemáticas de la música sacra occidental, trascendió lo puramente musical para convertirse en una experiencia emocional y espiritual. Casi tres siglos después de su estreno, la partitura de Haendel conserva intacta su capacidad de conmover, alternando la intimidad más recogida con la grandiosidad coral. El público conquense, que agotó las localidades del Teatro Auditorio con antelación, respondió con entusiasmo, una circunstancia que el director artístico de la SMR, Andoni Sierra, destacó como motivo de especial satisfacción.
El concierto propició el reencuentro con una obra monumental en un contexto idóneo, invitando tanto a la escucha atenta como a la emoción compartida. Coros, arias y recitativos dibujaron un recorrido sonoro y espiritual marcado por la esperanza, la luz y la celebración, en plena antesala de la Navidad. Más allá de sus pasajes más conocidos, la interpretación subrayó la sorprendente modernidad de la obra y su capacidad para dialogar con el presente.
La dirección de Andoni Sierra, firme y equilibrada, cuidó con esmero las dinámicas y los tiempos, permitiendo que la música respirara y desplegara todo su significado. Para ello contó con una plantilla de orquesta y coro barrocos perfectamente compensada, con especial protagonismo de las cuerdas, que mostraron un alto nivel de color, empaste y afinación.
El Coro se erigió como uno de los grandes pilares de la velada, con un sonido compacto, flexible y rico en matices. Supo transitar con naturalidad desde los grandes números corales de carácter jubiloso hasta los pasajes más introspectivos, manteniendo siempre una afinación precisa, una dicción clara y una notable sensibilidad expresiva.
En el apartado solista, la soprano María Pujades destacó por su sensibilidad y una línea vocal clara y expresiva; el bajo barítono Ihor Voievodin aportó profundidad; el tenor Francisco Fernández-Rueda mostró seguridad y naturalidad; y el contratenor Gabriel Díaz sumó elegancia y refinamiento con un timbre bien proyectado y un fraseo cuidado.
La Orquesta de la SMR de Cuenca ofreció una lectura elegante y precisa, con especial atención al fraseo y a la articulación propia del lenguaje barroco. La agilidad y calidez del conjunto, junto a un continuo sólido y fluido, permitieron que la obra se desarrollara con naturalidad y transparencia, sin perder en ningún momento la tensión expresiva. Los instrumentos de viento madera tuvieron, además, un papel especialmente destacado.
El resultado fue una interpretación equilibrada y fiel al espíritu de la obra, recibida con largos y efusivos aplausos por un auditorio completamente lleno. Un concierto de alto nivel que confirma el excelente momento artístico que atraviesa la Semana de Música Religiosa de Cuenca, consolidada como el principal referente musical de la ciudad y un punto de encuentro imprescindible para los amantes de la música, con una proyección que trasciende el ámbito local.