Opinión

El sol tras los cristales

Redacción | Viernes 09 de diciembre de 2011

Elecciones generales,
... veinte de noviembre impío,
atizan la ola de frío
... ... Botines y cardenales.
Aguirres y Cospedales
gozan con el extravío
del voto del desvarío.

Joaquín Sabina

 

Diciembre, de por sí, es frío. Y aunque la nieve aún no esté siendo protagonista de los telediarios ni de las pistas de esquí, este último mes del 2011 nos está dejando tiritando, y ya ni el sol calienta tras los cristales, aunque los termómetros alcancen los dos dígitos a diario. El responsable de esta locura climatológica no es el afamado y popular anticiclón de las Azores, sino la, también afamada y, también, popular, presidenta regional, señora De Cospedal, y su manía de alcanzar el equilibrio presupuestario aun a riesgo de dejar por el camino a muchos hombres y mujeres que la votaron y a otros muchos que no lo hicieron.



He de reconocer que no todas las medidas me parecen criticables, pero sí todas y cada una de las que vienen a recortar, empeorar o “des-universalizar” y privatizar la educación, la sanidad y el bienestar social. Ya me sé aquello de que si no hubiera habido tanto déficit, igual no lo hubiera hecho. Pero eso se explica antes de pasar por las urnas, y ya los ciudadanos decidimos si queremos los números rojos en las cuentas de la región o en las nuestras propias, por ejemplo. Además, creo que lo hubiera hecho de todos modos, con excusa o sin ella, pues tengo cierta sospecha de que este tipo de políticas van en el ADN de la derecha. En cualquier caso, parte de las decisiones ya están tomadas –a la espera de que Mariano anuncie las suyas, que aún no ha acabado el año y el invierno está por llegar…–, entre ellas algunas tan tristes para el mundo de la cultura y la educación como el ahorro de 460 millones en 2012 en materia educativa, “mediante el fomento de la enseñanza concertada y privada, supresión de los libros de textos gratuitos para todos, reducción de las inversiones en cultura y educación, de las subvenciones culturales y de las ayudas a la Universidad de Castilla-La Mancha” (esto es textual).

 

El texto con el que abría esta colaboración es de Joaquín Sabina, una de las últimas entradas de su blog en la web del diario Público. Por eso la lectura que proponemos para estos días de diciembre, mientras que llegan las navidades, es de poesía, poesía actual, poesía del día a día, de a pie de obra, de barra de bar, de atril, de guitarra, de clase de lengua, de conferencia… porque así de variada, clara y oscura, aparentemente fácil y de, a veces, difícil digestión, es la poesía de Joaquín Sabina recogida por la prestigiosa editorial Visor con el título Ciento volando de catorce. Una selección de sonetos del poeta más artista, o del cantautor más poeta –tanto monta…– escritos desde los años sesenta hasta nuestros días, un libro que conocí en la asignatura de “Literatura del siglo XX” por recomendación del profesor Ángel Luis Mota, y que merece la pena leer. Cada catorce versos el poeta ofrece al lector parte de su imaginario, de su trayectoria vital, de sus impresiones, reflexiones y pensamientos: amistad, amor, nostalgia, crítica, melancolía… El poeta y crítico Luis García Montero resume así, en el prólogo del libro, el universo de Sabina del que nos podemos empapar a partir de la primera página, desde el primero al último de los sonetos:

El mundo de Joaquín es real y matizado porque surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos. Cuando camina, lo mismo que cuando baila, no hace otra cosa que soñar con los pies, perseguir en los horizontes de la lentitud un argumento seductor para defender la prisa. Y Joaquín resulta convincente porque su mundo personal es fruto de una experiencia colectiva, recuerdo de unos años en los que había que correr para escaparse de la mediocridad, la sopa triste, la moral de las mesas camillas y los argumentos asumidos a golpe secreto de renuncias personales.

 

Siempre viene bien un poco de poesía, ayuda a que el sol caliente algo más tras los cristales…

 

César Sánchez