Opinión

Fukushima y ATC

Redacción | Miércoles 04 de abril de 2012

Tengo para mí que solo con el tiempo podremos saber el alcance real y el riesgo sufrido como consecuencia del accidente nuclear en Fukushima.

No podemos dar por hecho que las autoridades han informado con amplitud y transparencia sobre la gravedad del incidente y el nivel de riesgo sufrido, ya que las prácticas de oscurantismo en la información oficial de estos asuntos se justifican habitualmente bajo el manto protector y ocultador de la alarma social. Tampoco podemos, ni debemos, hacer lo contrario y deducir alarma o gravedad del silencio oficial.





No podemos por tanto descartar la hipótesis que hubo una alta probabilidad de una fuga radiactiva que, de haberse producido, hubiera tenido como consecuencia la evacuación de Tokio. Tal hecho hubiera desencadenado, además de una catástrofe humanitaria, el colapso de todo un país y un efecto tsunami sobre la economía mundial, por el peso específico de la economía nipona y por el pánico nuclear desencadenado.

Lo cierto es que, discretamente como corresponde a su cultura milenaria, los japoneses, a pesar de su alta dependencia de la energía nuclear, están parando la mayor parte de sus reactores, lo que abonaría la tesis de que vieron realmente las orejas al lobo. También parece ser que se ha suspendido la participación de diversas empresas en proyectos de construcción de nuevos reactores en Europa donde, en estos momentos, se encuentra en construcción una única instalación de este tipo.

El español tiene una sola palabra (seguridad) para expresar conceptos que en ingles se definen con dos (safety y security). En la industria nuclear, safety es la seguridad ante el riesgo de accidentes y security la protección ante agresiones exteriores como robos, ataques o sabotajes.

Lo ocurrido en Japón demuestra una vez más que la capacidad de los ingenieros de desarrollar tecnologías potencialmente peligrosas va por delante de su capacidad para implementar soluciones fiables a los riesgos potenciales, tanto de accidentes como de ataques o sabotajes.

Realmente la seguridad (safety y security) total sí que es posible, pero es tan costosa que no nos la podemos permitir o, dicho de otro modo, si nos la permitiéramos, los costes reales de la energía nuclear, a los que habría que añadir los de almacenamiento de residuos, la harían inviable.

Damos por hecho que lo justo y correcto consiste en privatizar los beneficios y socializar los costes y los perjuicios, por eso los costes de inseguridad los vamos a vivir en Cuenca por muchos años, almacenando los residuos de una industria que, desde Fuckushima, pudiera ser que tenga los días contados.

Tampoco en el almacenamiento de residuos se quiere pagar la seguridad total, que estaría en un almacén geológico profundo, por tanto la factura de inseguridad, o de una seguridad “no total”, la pagaremos en Cuenca en forma de Almacén Temporal.

Especulando sobre un futuro sin energía nuclear, Enrique Turiel escribía en su blog “No hay una solución fácil a este problema, porque la alternativa es dejar los residuos en las centrales con idénticos o agravados problemas. Entonces, ¿qué? Quizá buscar un lugar en el mundo, lo más alejado de todo, que convertir en una tierra yerma y muerta para siempre. Donde enterrar nuestra vergüenza y nuestra soberbia. Donde crear, literalmente, el infierno en la tierra.”

 

 

 

Jesús Neira Guzmán