Es increíble que tras creerse superada ya la asignatura de religión, vuelve a estar en la base de la pirámide educativa, saliéndose el Sr. Rouco con la suya (será el pago de favores por la complicidad PP-Iglesia en esos años que juntos y de la mano, se han paseado por las calles contra el gobierno anterior). La religión católica recupera una posición de privilegio en el sistema educativo al convertirse en materia evaluable en las calificaciones escolares y en los baremos para el sistema de becas.
Esta Ley abandonará a su suerte a los alumnos de las zonas rurales, en la línea que inició Cospedal cuando llegó al Gobierno de Castilla-La Mancha. Segregará niños por un lado y niñas por otro, (como en tiempos franquistas), a pesar de la reciente sentencia del Tribunal Supremo que penaliza esta actuación.
Esta Ley niega recursos a la escuela pública (en la que nunca creyó el PP), pero sí se los proporciona a la escuela privada. En la actual norma, el Estado garantiza a los españoles una plaza escolar pública, mientras que ahora se limita a garantizar simplemente una plaza. Además, con la nueva Ley, los padres y profesores pierden la capacidad de intervenir en las decisiones más importantes (presupuestos, proyecto educativo, proceso de admisión…)
En definitiva, este proyecto de Ley que presenta el ministro Wert (personaje que da grima), concita el rechazo generalizado de la comunidad educativa y se aprobará sin cambios porque esa mayoría absoluta del PP lo impedirá, sin escuchar a los profesores, alumnos, padres, Consejo de Estado, grupos políticos con representación en el Parlamento… Sólo atenderán las disposiciones de los obispos y a los sectores más conservadores y carcas del PP.
Adiós a una educación equitativa, a esa igualdad de oportunidades para todos.
El compromiso del PSOE es claro, en cuanto tengamos posibilidades, derogaremos esta Ley que es retrógrada, privatizadora, segregadora, confesional y antidiluviana.