Las armas y las letras

Grotesco Real Madrid

Redacción | Jueves 13 de junio de 2013

En agosto de 2011, se produjo uno de los episodios más tristes y lamentables de la historia de la Liga de Futbol Española. En los minutos finales del encuentro entre el Barcelona Futbol Club y el Real Madrid, en medio del fragor de una pelea provocada por los madrileños (¿de qué otra forma?), el entrenador de estos últimos, José Mourinho, le metió el dedo en el ojo a Tito Vilanova, segundo de Pep Guardiola (este último no necesita presentación). Luego, en la sala de prensa, Mourinho se desentendió de su ataque.

En septiembre de 2011, se produjo uno de los episodios más tristes y lamentables de la historia… del mundo, esta vez con la participación del jugador del Real Madrid Cristiano Ronaldo. El equipo español se enfrentaba contra el Dínamo de Zagreb en Croacia. Después de recibir el cariño de los jugadores locales y de su entusiasta afición, el portugués salió cojeando del estadio, con tres puntos de sutura en el tobillo. Una vez ante las cámaras de la televisión española dijo lo siguiente: «Por ser rico, guapo, por ser un gran jugador, las personas tienen envidia de mí».



 

Como no puede ser de otra forma, tanto Mourinho como el jugador recibieron muchas críticas de la prensa española y del resto del orbe. Uno, por lo que se describió como una cobarde agresión; el otro, por lo que fue interpretado como el desplante de un divo.

En 2009, se produjo uno de los episodios más conmovedores de la historia del futbol… europeo. Se enfrentaban en la final de la Copa del Rey el Atletic de Bilbao y el Barcelona Futbol Club, dos equipos integrantes de la resistencia separatista en España. Para ello se contaba con la presencia del rey Juan Carlos quien, al momento en que el Himno de España fue programado, tuvo que aguantar una sonora pitada. Todo gracias a la intervención de los grupos que previamente habían organizado semejantes muestras de rechazo.

Y mientras eso ocurría, la televisión oficial, TVE, en aquel entonces en manos del democrático PSOE, censuró los gritos y los insultos que la turba embravecida dirigía al símbolo patrio y al Rey en cuestión.

Años después, incidentes semejantes se han repetido en los estadios españoles (exhibición de banderas independentistas y pitos al Himno), sin que ningún jugador del Barcelona Futbol Club los censure. Al contrario, como no podía ser de otra forma, lo que ha habido son muestras de apoyo.

Y ahora, hace apenas unos días, nos encontramos con la siguiente noticia, titular en los periódicos españoles: «El Barça, con el tricentenario de 1714», dice la edición de El País del 7 de junio de 2013.

Resulta que el Barcelona Futbol Club presentó su nuevo uniforme. Y en una de las camisetas nuevas, la segunda, se ostenta la señera, la bandera de la comunidad autónoma.

En el acto, que contó con la presencia del presidente de la comunidad, Artur Mas, quien en su momento juró respetar la Constitución española, el político en cuestión dijo que la disposición del equipo «era un acto al servicio del país». ¿A qué país se referirá? Las dudas se disiparon de inmediato, cuando más adelante don Artur agregó que el equipo «reúne las esencias de lo que es un club deportivo como el Barça: el deporte, la ciudad y el país, que es Cataluña».

El presidente del club, Sandro Rosell, no se quedó atrás. En otra nota, «Es un acto al servicio del país la equipación del Barça», del diario deportivo As, leo que don Sandro además dijo: «nos hemos querido añadir al 300 aniversario de 1714. Es la bandera de nuestro país […]».

Pero la cosa no termina ahí. Don Artur no se quedó tranquilo hasta que agradeció «de corazón» el detallazo, para luego, en un gesto democrático, invocar al pueblo: «Gracias por vuestra decisión, que representa a una mayoría, esa mayoría que buscamos para hacer grandes proyectos de país».

Otra declaración más, ya que estamos en ello, de don Artur: «este club es uno de los grandes embajadores de este país en un momento en que Catalunya debe ser reconocida, respetada y valorada».

Cada frase, flagrante violación del artículo 30 de la Constitución española. Ahora, en esos diarios que han gastado ríos de tinta con sus críticas al piquete en el ojo, así como el inconcebible desplante de un jugador que se considera guapo, ¿cuánto espacio se ha dedicado a criticar el ostentoso desprecio a las instituciones españolas que lleva a cabo nada menos que el presidente de Cataluña y el presidente de su club más famoso?

En esas amenas tertulias de seguidores mexicanos del Barcelona, donde se critica a Cristiano Ronaldo por su divismo, ¿cuántas veces se ha llamado la atención acerca del silencio cómplice de los jugadores del Barcelona? Messi, callado y cómplice.

Iniesta ya dijo que la gente tiene derecho a expresarse. Xavi Hernández, a quien la prensa alaba por su inteligencia y madurez, dice que ellos están para lo que diga la gente en Cataluña, porque ellos son su equipo. Son los embajadores, pues. ¿Qué clases de Historia y de Geografía se darán en la Masía del club, donde se educa a menores?

Se me dirá que futbol y política no se mezclan. Quien así opine no sabe lo que es la política, gracias a la cual hay ligas de futbol y equipos vinculados a las ciudades. Y si eso piensa, que se lo diga primero a Rosell, quien con su gesto humilla a los hinchas del Barcelona que no son independentistas. ¿O será que a estos últimos no les importa? Lo que les importa es la belleza del juego de toque y la maledicencia con tacto.

Tiene razón la prensa, tienen razón los seguidores del club, hay que seguir comentando esos crímenes de lesa humanidad del Real Madrid: picar un ojo, decir “soy guapo”. Son gestos muy feos, grotescos.

 

Manuel Llanes