Opinión

La fogata

Redacción | Sábado 15 de febrero de 2014

{jathumbnail off}

En los últimos tiempos uno no puede referir a los medios sin tener la sensación de que vivimos en una olla a presión. Una bombona de butano puesta sobre una llama, la cual se alimenta de escándalos políticos, corrupción e impunidad.

Lean el periódico a primera hora. Vendrán  las últimas actualizaciones sobre el culebrón Aizoon-Noos, caso en el que se necesita una guía para saber dónde empieza uno y termina el otro.



 

La Infanta Cristina, “la Cristi”, como es conocida por su círculo íntimo, formado principalmente por castellano-manchegos, asistió como imputada en histórica declaración ante el juez Castro, provocando un revuelo insoportable en las redes. Que si cómo haría el paseíllo hasta el juzgado atravesando la cuesta de marras. Que si se filtra un vídeo anodino de su declaración y se desvía la atención de lo importante para centrarse en cazar al autor o autora. Algo que en cualquier nación avanzada habría sido lo de menos, se pone de manifiesto dejando de lado el hecho de que la señora Infanta de España se dedicó, presuntamente, a distraer fondos de la empresa junto con su marido Urdangarín. La Cristi, aseguró ante el juez que no sabía nada de las actividades delictivas de su noble cónyuge. Resucitó un clásico moderno de la política española, reiterando que “no le constan” las firmas en los papeles de la trama. Por supuesto, todo “lo hizo por amor”, un nuevo argumento que hace que juristas se tiren de los pelos.

 

Pongan la televisión a medio día. Les sacudirán las noticias que vienen desde Ceuta. La historia de la actuación de la Guardia Civil en la línea fronteriza hace tambalearse los Derechos Humanos. En resumen, el día 5 de febrero un numeroso grupo de personas intentó salvar la distancia que les separaba del mundo desarrollado, a nado o con precarias balsas. En el lado español, en la playa de Tarajal, les esperaba un contingente de fuerzas profesionales a las órdenes de algún desalmado. El resto es que los agentes abrieron fuego con material antidisturbios (pelotas de goma). Tras eso, al menos 23 personas han ido apareciendo muertas  y a la deriva, en distintos lugares de la frontera. El suceso se conoció enseguida, al parecer había testigos. En seguida comenzaron las excusas. Arsenio Fernández de Mesa, director de la Guardia Civil, declaró que no se habían utilizado pelotas de goma contra esa gente que nadaba, exhausta e indefensa. Luego se proporcionaron a los medios una serie de vídeos “oficiales” descaradamente manipulados. Indignos de crédito por parte de nadie con dos dedos de frente. La presión ante el descubrimiento de tamaña mentira, forzó al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a dar una rueda de prensa en la que ofreció todo tipo de explicaciones de medio pelo. Justificó el uso de fuerza (pelotas de goma) para reprimir la entrada de las personas. Enunció la frase “lengua de tierra” y “espacio Schengen” como si fueran sortilegios capaces de distraer la atención sobre la crueldad inefable de la que habían sido víctimas los inmigrantes. Por supuesto, todo con afán disuasor y en ningún caso se podría relacionar los actos de la (poco) Benemérita con la muerte de esas personas. Actualmente el gobierno del Partido Popular sigue sin aceptar responsabilidades.

 

 

 

Escuchen el noticiario radiofónico de la tarde. Descubrirán que los derechos de las mujeres están a punto de ser recortados, entre risas, por la nueva propuesta para modificar la ley del Aborto. La empresa del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, se votó el día 11 consiguiendo los apoyos suficientes para continuar su proceso legal. Dentro de poco podremos asistir a la implantación de esta ley que desecha el sistema de plazos e impone un proceso de casos excepcionales para que pueda prestarse el aborto de forma lícita. Como ya hablamos de este tema, solo cabe decir que no se puede legislar desde la fe cristiana, atacando los derechos de las mujeres que tanto costaron conquistar.

En la cena, las noticias no son mejores. El ministro de educación, cultura y deporte, Ignacio Wert, lleva a cabo la reforma en la ley de Propiedad Intelectual, que criminalizará la descarga de contenido cultural y endurecerá las penas de aquellos que se atrevan a compartir contenidos a través de la red. Todo en pos de la detención de la sangría económica que asola el mundo de la cultura, para el cual la subida del IVA o el desprecio de la institución por los artistas y creadores no parecen ser problemas en absoluto.

 

 

Las llamas de la indignación azotan esta olla a presión en la que se está convirtiendo España. Sin válvula de escape, la temperatura de la marmita aumenta sin control. No solo los escándalos mencionados alimentan la receta. El descontento, la indignación, el paro, los tejemanejes en sanidad y educación,  ya hacen mella en la intención de voto. No sé cuánto calor es capaz de aguantar una bombona de butano sobre una hoguera. Pero parece que vamos a acabar descubriéndolo.

 

Beni Díaz

@bchdiaz

Periodistaenserie.com