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De errores sindicales e historias que se repiten

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 08 de febrero de 2011, 15:30h

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Ríos de tinta y comentarios múltiples se han derramado y se están escuchando tras la firma del acuerdo social entre CCOO, UGT, CEOE y el gobierno central de Rodríguez Zapatero. Desde el principio quiero dejar claro mi posición: los sindicatos se han equivocado con suscribir este acuerdo. No han acertado. Va a suponer un recorte de derechos sociales y en este caso de las prestaciones por pensiones. Como muchos economistas están demostrando: Navarro, Torres, Montero, Etxezarreta o Zubiri, las consecuencias van a ser muy negativas en general para los trabajadores y especialmente para jóvenes y mujeres. Entiendo que se justifiquen diciendo que sin la intervención de los Sindicatos la reforma del sistema público de pensiones hubiera sido aún más destructiva e injusta para los futuros pensionistas; pero no era lo que se esperaba en esta coyuntura de movilización y conflicto social.



Los sindicatos firmantes están siendo objeto de furibundas críticas, desde la derecha más rancia a través de sus medios de comunicación hasta la izquierda más extrema. Desde los poderes fácticos de este país, esos que no se presentan a las elecciones pero que influyen en las políticas del gobierno, han aprovechado para intensificar su campaña contra el movimiento sindical y las organizaciones obreras como ya demostraron fehacientemente en las vísperas de la huelga general del 29-S.

También las críticas vienen desde los sectores sociales y ciudadanos indiferentes que ya se quejaron de lo tardío de la convocatoria del 29-S. Sectores que no participaron evidentemente en esa convocatoria y ahora se quejan y critican a los Sindicatos. Muchos de ellos son trabajadores no afiliados o apuntados a sindicatos corporativistas que solo miran su ombligo y sus propios intereses personales o de clase.

No me preocupa la crítica de los indiferentes, conservadores y egoístas. Lo que me preocupa son las criticas de los trabajadores, los verdaderos protagonistas y principales víctimas, junto a los pequeños empresarios de la crisis, que se han sentido decepcionados por un acuerdo del que a falta de más información tienen una opinión negativa, tal y como lo confirman las encuestas y sondeos que se han elaborado últimamente. A ellos, a los trabajadores en su conjunto, a los que secundaron la huelga general, a los parados y paradas, a los jóvenes precarios, a las mujeres con empleos temporales y discontinuos, son a los que habrá que explicar las cosas y las razones, tácticas y estratégicas, que les ha llevado a firmar este acuerdo socioeconómico.

En 1985, salvando las distancias y sin caer en agravios comparativos, podemos afirmar que el escenario era similar al actual con un proyecto de recorte de pensiones y de otras prestaciones de la Seguridad Social que entonces el primer gobierno del PSOE con Felipe González a la cabeza había planteado y que se encontró con la contundente respuesta de casi cuatro  millones de trabajadores que, según las cifras oficiales, secundaron la huelga general convocada el 20 de junio por CCOO, CNT y USO y que fue la primera gran huelga general desde el final del franquismo y la primera a un gobierno socialista.

“No se podía atacar una ya de por sí insuficiente protección social pública, ni se puede seguir con la política económica y social que origina este ataque”, se recogía en el manifiesto de la convocatoria, donde se afirma “seguir luchando contra el recorte de las pensiones defendiendo un mejor y más justo sistema público de protección social y una política progresista frente al paro y la crisis”.

Entonces como ahora considero que los sindicatos deben mantener esa lucha. Las organizaciones sindicales son imprescindibles para defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras, en lo cotidiano y en los momentos difíciles. Para mantener la lucha contra quienes defienden que el único camino que nos queda es avanzar en la dirección de poner fin al modelo construido sobre libertades y sistemas de protección social.

Es el momento de criticar, pero también el de unir no el de autodestruirse. No hay que dejarse llevar por la pasividad, el sectarismo ni el radicalismo mal entendido. No es el momento de romper o quemar carnets. Es el momento de seguir en la acción contra los efectos de la crisis y los ataques de las políticas de derechas que siguen imponiéndonos. Es el momento de seguir en el pelotón, sin fugas hacia adelante ni descuelgues. Es el momento de militar, con convicción, en los sindicatos de clase. Y mi apuesta sigue siendo Comisiones Obreras.

Es el momento de organizar la rabia personal y convertirla en agitación, movilización y resistencia colectiva. De construir y fortalecer una verdadera alternativa política de izquierdas y unitaria que sea el referente de la  izquierda social que como en el resto del país en Cuenca tiene muchos matices y sensibilidades. La lucha obrera, la defensa de los trabajadores, es fundamental en este proyecto antineoliberal y por una salida justa y social a la crisis.

Y como decía Marcelino Camacho tras la huelga general del 20 J de 1985 “no es el fin, es parte de un proceso”. Contra estos ataques orquestados hay que cambiar la correlación de fuerzas y hacer valer al máximo la capacidad combativa de los sindicatos “ante el máximo exponente de una política económico-social plagada de agresiones contra los trabajadores” (Gaceta Sindical CCOO julio 1985) que ya lo hacia el gobierno del PSOE entonces y después de veintiséis años otro gobierno PSOE sigue por la misma senda.



A.Luis Castellano Bobillo

 

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