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No en mi nombre

Por Redacción
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martes 26 de junio de 2012, 23:50h

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Leo la siguiente noticia: “Fomento salva las radiales de peaje con 290 millones más”. Es un nuevo caso, no el mas sangrante ni cuantioso, de esa estafa del sistema económico que nos hemos dado, que cuando dice libre mercado a riesgo y ventura, quiere decir que privatizamos las ganancias y socializamos las pérdidas. Así también hago yo negocios. Los economistas lo llaman “riesgo moral”, así parece que duele menos.



Asumir riesgos temerarios con cargo al patrimonio de todos es por otra parte lo que ha hecho el sistema financiero occidental en general, y el español en particular. Entre unas cosas y otras, debemos andar por los dos billones de dólares o de euros en ayudas directas, solapadas, indirectas y tangenciales a la banca europea y americana.

Digamos, en estos tiempos en que las verdades suenan revolucionarias, que las condiciones de libre competencia y asunción de riesgos son tan ficticias en el sistema económico capitalista, como la participación efectiva de los ciudadanos en el gobierno de lo común lo es en el sistema político de las democracias liberales.

Es evidente que las grandes corporaciones económicas y financieras determinan las leyes, que son las reglas de juego que se nos aplican a todos, a través de su influencia, por decirlo suavemente, sobre la clase política, un grupo de ciudadanos este que, en el desempeño de sus responsabilidades públicas, tiende a ser más sensible a las demandas de los que tienen el poder del dinero, que a las de los ciudadanos que, con su voto, permiten precisamente ese ejercicio de poder público.

Todo lo anterior no sería posible sin unos medios de comunicación más atentos también a la influencia del poder económico, que al derecho de los ciudadanos a una información imparcial, objetiva y veraz.

Y uno ya se siente estafado por activa, por pasiva, con premeditación, alevosía, en gerundio y con escarnio. Y dando gracias, y pidiendo perdón, que mientras podamos comer todos los días, y tener un trabajo, y un profesor para nuestros hijos o un médico para nuestras dolencias, no nos podemos quejar, no vaya a ser que lo perdamos.

Se extiende de esta forma el miedo como único cemento de cohesión del cuerpo social, que pierde a chorros la confianza en el sistema económico y social, un sistema que olvida que la aceptación voluntaria de las reglas y normas de convivencia es el único vínculo auténtico y perdurable en las sociedades humanas que aspiren a vivir en paz y progresar en común.

La víctima convertida en culpable, y es así que pretenden endosarnos la responsabilidad del fracaso sistémico que vivimos a cámara lenta, precisamente a los ciudadanos que hemos sufrido la negligencia de los gobernantes y la avaricia desbocada de banqueros y grandes corporaciones empresariales.

Pues bien, de lo único que yo me siento responsable es de cumplir las leyes por convicción, de cumplir con mis obligaciones por devoción, y de haber confiado neciamente en la rectitud de los políticos democráticamente elegidos para la gobernanza de los asuntos que nos afectan a todos. Intentaré mantendré en el futuro lo primero y lo segundo, enmendaré hasta donde pueda y sepa lo tercero.

Y de todo ese festín que se supone que nos hemos dado los ciudadanos de a pie con un dinero que no teníamos hablaremos otro día, porque ese dinero tiene que estar en algún sitio, que yo no lo he catado. Apuesto por las cuentas numeradas, los paraísos fiscales y ese numerario virtual que se mueve en los mercados financieros en transacciones instantáneas.

 

 

Jesús Neira Guzmán

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