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Resumen anual de la infamia

Por Redacción
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sábado 28 de diciembre de 2013, 11:25h

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No me encuentro demasiado bien. Creo que he pillado algo después de ver el discurso-resumen y rueda de prensa de Mariano Rajoy.

Mariano Rajoy no es dado a las ruedas de prensa. Durante este año las ha reducido notablemente, hasta el punto de convertirse en hechos bastante extraordinarios. Lamentable en un estado de derecho, en el cual el dirigente está obligado exponerse a escrutinio público.

No le gustan. Sobre todo a aquellas en las que se permite preguntar con libertad, o en las que no se puede esconder detrás de una pantalla de plasma. Permitir preguntas es fácil. Lo difícil es responderlas sin tenerlas pactadas de antemano. Rajoy parecía inquieto, miraba a todos lados y repasaba sus apuntes constantemente. Tenía bastante prisa en dar pasar el trago de los medios de comunicación en medio de la etapa más dura de sus dos legislaturas.

 

El presidente anunció la subida de la luz, que para eso había ido. El fracaso de la subasta de energía ha propiciado un incremento del 2,1% que se dejará sentir a partir de enero. Datos nada claros y un enorme galimatías de pasos, costes y peajes que nos hace pensar qué demonios es una subasta de energía.

Después, Rajoy ha desplegado el conocido discurso triunfalista en el que no ha dejado de recordar todas las medidas que ha promovido desde que llegó a la Moncloa. Ha elogiado la capacidad de esfuerzo de los españoles y las empresas. Un esfuerzo que le ha permitido a él seguir a flote en medio de la tormenta económica que azota Europa.

También se ha referido al tema de la independencia de Cataluña, asegurando que “Digo sí a dialogar con cualquiera pero digo no a dividir España” alegando que se alejará de posturas que traigan “la fractura social”. O lo que es lo mismo, que se negará la posibilidad de que los catalanes llevan a cabo la consulta soberanista mediante un referéndum con su beneplácito.

Cuestionado por los periodistas, se ha podido ver a un hombre fuera de su elemento que se ha ajustado los pantalones antes de contestar a las preguntas con una exhibición de neolengua que no ha sorprendido a nadie.

La polémica sobre el anteproyecto de la ley del aborto ha producido división en el seno de su partido, haciendo que incluso la represora delegada de Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, parezca una progresista. Ante esto, se ha limitado a asegurar que “era la ley que el gobierno quería”, que se trata de “una medida equilibrada” y que "hay asuntos que a veces producen que haya posiciones diferentes en mi partido y también en otras fuerzas políticas". En al menos 25 minutos de rueda de prensa, le han preguntado cuatro veces por detalles del anteproyecto. Su estrategia ha sido zanjar el asunto con “ya he hablado de eso”, “no voy a adelantar acontecimientos” y otras fórmulas rápidas, demostrando un excelente uso de neolengua para evitar pronunciar siquiera la palabra “aborto”.

También ha soslayado Rajoy “el tema” de la presunta corrupción que corroe los cimientos de su partido. “En mi partido seguimos colaborando con la justicia” ha dicho el presidente. Seguramente se le ha olvidado mencionar que la investigación en la sede del PP de la calle Génova, que él ni siquiera consideró como un registro, arroja indicios de documentación destruida, archivos borrados y otras “colaboraciones”.

El primer mareo fuerte lo he sentido cuando Rajoy ha comenzado su alusión a la soberanía nacional como fuente de derecho para evitar la vía democrática en Cataluña. No podía creer que se refiriera a la soberanía que ha pisoteado y ninguneado sistemáticamente durante todo su mandato. Ésa sociedad en la que se ha limpiado los pies. Pero sí, el cinismo exhibido por nuestro prócer sobrepasa cotas insospechadas.  Como si el presidente, a pesar del desgaste, la polémica y el rechazo social, quisiera pasar al año 2014 con imagen de limpieza.

Pero lo que ha terminado por afectarme ha sido este nuevo vocablo que he podido apreciar hoy: esto que desde las instituciones se llama “La recuperación española”. Suena a película de posguerra que muestra un pueblo que sufre la crisis pero en el fondo es todo corazón. Tendría gracia si no fuera un término inventado para darse importancia en el ámbito internacional. Un término constituido por un adjetivo sustantivado y otro adjetivo, ambos intangibles e indefinidos en el tiempo. Un término realmente manipulador, ad hoc.

La fiebre vuelve a subir. Creo que el cóctel de cinismo, neolengua, opacidad y preguntas sin contestar me pone enfermo. Tengo que dejar de ver las ruedas de prensa del presidente Rajoy: terminan sentándome mal.

 

Beni Díaz

Periodistaenserie.com

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