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Así son las cosas

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 10 de abril de 2016, 23:16h

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Conforme nos vamos acercando a cualquier periodo electoral los sondeos y encuestas aparecen como setas. Tras las mismas, muchos se preguntan cómo es posible que fallen más que una escopeta de feria. Lejos de cuestionarlas, nos volvemos locos pensando qué ha pasado sin caer en la cuenta de que, quizá, no fallan tanto como suponemos.

 

Pongamos el ejemplo del 20-D, donde Podemos volvió a abochornar todo pronóstico y Ciudadanos lamió el éxito, pero antes de tiempo. ¿De verdad alguien piensa que estas encuestas reflejaron la realidad? Habrá quien esgrima las deficiencias que ofrecen en tiempos de inestabilidad y cambio social, como el que nos ocupa. Otros podrán decir que reflejan comportamientos de sujetos que, por motivos económicos de muestreo, debemos creernos que representan a decenas de miles de personas. Sin duda aparecerán los que hablarán de distintas preferencias a la hora de clasificar e interpretar los datos y tampoco faltarán los que recordarán nuestro particular sistema basado en circunscripciones. Todos tienen razón, y todos se equivocan si no tienen en cuenta la variable que con mayor acierto, consciente e inconscientemente, sesga los datos: el ser humano con sus intereses, deseos y miedos.

En verdad suena conspiranoico todo lo que se asocie a los poderes fácticos: velados grupos de presión que solamente piensan en su propio beneficio y que poco dudan a la hora de manejar los hilos para, a su antojo, hacer y deshacer. Cosas de locos, ¿verdad? Los que trabajamos en investigación sabemos lo fácil que resulta jugar con las variables para que la realidad salga bien parecida, eso sí, según nuestros cánones. No se miente, simplemente se miran los grandes datos a conveniencia y se calla lo que no nos ha de interesar. “Estos son mis argumentos, búsqueme usted unos datos que los apoyen” reza un manido chiste entre metodólogos.

Las encuestas no fallan cuando, hipotéticamente, su objetivo consiste en modificar el voto y no en radiografiar la realidad. Desde ese prisma, y sobre todo con elecciones a la vista, no estarían libres de sesgos ideológicos desde su diseño, puesta en práctica y posterior análisis. Se habla mucho de “cocina” para aludir a esa fase final y a la necesidad de establecer un cordón sanitario-estadístico que nos salve de cualquier contaminación a la hora de interpretar los datos pero, créanme, la más aséptica matemática no nos librará nunca de unas preguntas elaboradas con espurias intenciones o que han sido pasadas a una muestra que no es ni significativa ni representativa.

Si alguna vez les llaman por teléfono, les paran por la calle o les pasan un cuestionario para responder a una encuesta de intención de voto, cuelguen rápidamente, salgan corriendo o quemen el cuestionario. Así son las cosas, y no esperen a que alguien se las cuente sin querer nada a cambio. Pocos dan duros a cuatro pesetas y menos cuando el monís sale a pasear. La excusa del sesgo social y la acumulación de los citados errores metodológicos no suelen completar el puzle.

 

José Luis González Geraldo.

https://www.facebook.com/joseluis.ggeraldo

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