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¿Solidaridad o saqueo?

martes 10 de abril de 2018, 16:31h

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Acabamos de ver cómo, nada más entrar el mes de abril, el gobierno de nuestra nación, apelando a la solidaridad entre regiones, ha vuelto a aprobar un nuevo trasvase de agua desde los embalses de Entrepeñas y Buendía de 60 hectómetros cúbicos, destinados a satisfacer las necesidades de los regantes de Murcia.

Según el “Memorándum del Tajo” aprobado en el año 2013, esta situación es posible debido a que la mayor parte de las aguas que van a parar a dichos embalses pueden, por esta ley, ser derivadas al regadío de las tierras levantinas, dejando en los pantanos de origen una lámina de agua tan irrisoria, que los municipios de su alrededor, muchos de los cuales vivían gracias al turismo que generaba esta importante masa de agua, no sólo no ven como los negocios que antaño florecieron gracias a la presencia de estos embalses desaparecen de sus pueblos, sino que incluso tienen que asistir de una forma cada vez más acusada, a la emigración de sus propios vecinos, sin que nada parezca que pueda detener este flujo de personas que se marchan de los pueblos ribereños a la par que se secan sus pantanos.

Mientras que esto sucede en nuestras tierras vemos, sin embargo, como una buena parte de las desaladoras situadas en la costa del Mediterráneo, pagadas con los impuestos de todos los españoles, se encuentran paradas o funcionando por debajo de sus posibilidades.

Entendiendo el deseo de una región, como pueda ser Murcia de progresar y hacerse cada vez más rica y poderosa, esto no es óbice para que, poniendo las desaladoras situadas en sus costas a funcionar, se permitiese llegar a nuestros embalses a alcanzar una cota de llenado de como mínimo un 60% por debajo del cual, no se debería de plantear ningún trasvase de agua, salvo en todo caso, solo trasvases de socorro para el consumo humano en las viviendas.

Tras lograr ese nivel y permitiendo un caudal ecológico en el Río Tajo, se podría después volver a ceder por necesidad y cada vez que nuestros pantanos excediesen dicho porcentaje, el agua sobrante a donde se requiriese.

Es entonces cuando, tratándonos de igual a igual, se podría hablar de solidaridad entre regiones, asegurando además las posibilidades de todas las partes de intentar construir para sus territorios un futuro próspero y estable. Mientras que esto no suceda, mientras Castilla La Mancha se vea obligada cual vasalla a entregar sus recursos, en este caso el agua, negándosele la posibilidad de tener opinión alguna al respecto, no se podrá hablar de solidaridad, tan solo de saqueo.

Nieves Choclán Hernández

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