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El funesto destino de Ireneo

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 14 de abril de 2014, 15:27h

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Curiosa fue, sin duda, la corta pero singular vida del tal Ireneo, ¿lo recuerdan?, aquel que poseía esa prodigiosa memoria con la que, de un solo vistazo, era capaz de percibir todos los vástagos, racimos y frutos que comprendían una parra, de la misma forma que nosotros podemos discernir los lados de un triángulo. Ese mismo que, sin titubear, llegó a afirmar: “Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo”.  ¡Qué buen papel hubieran representado nuestros vástagos en el informe PISA de haberse parecido en algo al pobre Ireneo!, ¿no creen? En el fondo, estos informes no dejan de ser espejo de exámenes, bastando con recordar lo que un día se les enseñó para dar la sensación de que se poseen todos los conocimientos que de ellos se esperan. La escuela como reino de lo cognitivo, que dice un apreciado colega de profesión.

Por otro lado, quizá no todo sea tan sencillo si prestamos atención a los resultados del último informe. En él, ya no sólo tachan de zoquetes a nuestros chicos en cuanto a conocimientos, sino también en relación a las habilidades prácticas. No saben cuál es la cuarta vocal y tampoco sabrían hacerla con un canuto, hablando en plata. Del reino de lo cognitivo pasamos al reino de lo profesional. De la erudita cabeza que nos haría ganadores en el ya eterno concurso “Saber y Ganar”, pasamos a las hábiles manos que harían de cada uno de nosotros preciados elementos productivos, lubricados engranajes bien ensamblados o competentes profesionales convenientemente remunerados. Llámenlo como les plazca, pero no olviden por el camino las variadas acepciones que presenta el término “competencia”, importado al resto de niveles educativos tras haber comprobado su eficacia en la Formación Profesional.

 

El pobre Ireneo, por tanto, tampoco ha de ser tan envidiado desde esta nueva perspectiva. De hecho, no debemos olvidar que pese a ya haber apuntado maneras desde siempre, su perspicua memoria surgió a raíz de un (des)afortunado accidente que, como daño colateral (o beneficio según él), le dejó tullido para siempre. Como si de alguna forma hubiera de mantenerse la constante entre sus dones y, al ver impulsada su mente hacia la excelencia, su cuerpo se convirtiera en el paganini de una carambola del destino para que el universo siguiera girando sin que la caja descuadrara. Las competencias son una transformación dinámica de lo aprendido por el sujeto y el desgraciado Ireneo, recordando y sabiendo tantas cosas, vio limitado su dinamismo llegando a quedar horas muertas a oscuras en su habitación y permitiendo, sólo de vez en cuando, que lo sacaran a la ventana. Tanta eminencia con tan poca proyección.

Pero no fue ésta su mayor desdicha, que no es poco, pues está todavía por llegar. Sus recuerdos eran tan vivos, tan complejos, que además de no dejarle dormir al no poder distraerse tampoco le dejaba disfrutar de la propia vida. Sabía mucho gracias a su fidedigna memoria, pero quizá nunca llegara a reflexionar de manera crítica: “Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.

Así, Ireneo no fue más que una enciclopédica grabadora sin tiempo para pensar sobre lo mucho que sabía. El funesto destino de Ireneo Funes fue vivir en su cabeza sin posibilidad de viajar por el resto de su cuerpo. Algo que las habilidades prácticas que nos sacan los colores en el último informe PISA intentan evitar. Loable objetivo, pero incompleto también. El problema, el truco y la artimaña, consiste en salir de la sartén de lo sabido para caer en las brasas de lo que se supone que debemos hacer, olvidando que ser educado, en palabras de Mayor Zaragoza, no consiste en saber, más o menos, o en saber hacer, menos o más, sino en ser, simple y complicadamente, libre y responsable. Algo que a la fuerza ha de causar bastante canguelo a los que están detrás de los informes PISA: esos señores de la OCDE, tan preocupados por su “E”. De atender a la educación desde este planteamiento requeriríamos un tercer salto hacia el reino de lo sentimental que, por no aburrir, quizá comente otro día al preguntarme si Borges creyó feliz, en algún momento, al desdichado y memorioso Funes, pues tanta pena me da como si hubiese llegado a ser Funes el laborioso, únicamente preocupado por su trabajo como hizo el no menos infausto Gergor ante su inesperada metamorfosis... pero esa es otra historia.

 

José Luis González Geraldo.

https://www.facebook.com/Joseluis.ggeraldo

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