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Es independentista sin saberlo

Por Redacción
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viernes 19 de abril de 2013, 08:02h

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Al momento de escribir esta columna, el video de la bloguera andaluza radicada en Barcelona Mel Domínguez, “¡A mí me hablas en español!”, alcanza más de un millón 800 mil visitas, una cantidad bastante considerable si se piensa que fue colgado el 8 de abril. Todo ello con la consiguiente polémica que surge de forma inmediata cuando se trata el tema de la situación de Cataluña en España.

Los entusiastas del video dicen estar completamente de acuerdo con el sentido común de la chica, mientras que sus críticos señalan su supuesto entreguismo a la ideología del nacionalismo fraccionario.

Habría que empezar por decir que al parecer la intención de Domínguez no era analizar el problema del secesionismo y por lo tanto el problema nacional de España, el más grave. En cambio, como ella misma lo aclara al principio del video, su preocupación es la catalonofobia, que ella define como “el rechazo injustificado y agresivo que tienen tantísimas personas hacia los catalanes”.

 

Luego agrega: “Estoy totalmente en contra de los españoles que odian tanto a los catalanes por inercia, pero también estoy en contra, evidentemente, de los catalanes que odian a España con la misma intensidad”.

Aquí habría que detenerse y llamar la atención acerca de las palabras que Mel Domínguez utiliza y que nos muestran, aunque ella parezca no percibirlo, cuál es el verdadero alcance de su discurso y por lo tanto de su video.

“Españoles que odian”, dice, “catalanes que odian”. No hay que perder de vista ese verbo: odiar. Luego, la muchacha agrega: “¿Es que no somos libres de pensar y sentir como queramos?”.

Odiar, sentir, otra vez los problemas políticos de España reducidos a la psicología de la pobre gente. Que si no me siento español pero me siento catalán, que si me siento europeo… Con sentimientos no se hace política, Mel, pero es obvio que la bloguera piensa algo muy distinto, como podemos ver en su siguiente afirmación:

“¿Están ofendiendo a alguien por pensar que su tierra merece un Estado propio? Como ya he dicho, mientras no se trate de catalanes radicales que van por la vida insultando a España, su pensamiento independentista me parece totalmente respetable”.

No se trata de sentirse ofendido, Mel, se trata de la ley, la vilipendiada Constitución de tu país, nada menos, que contempla el secesionismo como un delito cuya premeditación a ti te parece respetable. Obviamente no somos libres de pensar lo que queramos, porque nuestro pensamiento está condicionado por nuestra integración en el devenir social y por una enorme cantidad de factores que no tiene nada qué ver con la oscura individualidad de los independistas.

Por eso es absurdo que más adelante la bloguera plantee con ligereza el asunto del bilingüismo (por cierto, nunca respetado del todo en Cataluña), cuando precisamente para que se dé plenamente esa integración de los españoles en la sociedad es imprescindible una lengua nacional, que se llama español, aunque Mel insista en llamarla, sumida en el error, “castellano”.

De ahí que resulte curioso, por decir lo menos, que luego la chica pretenda dar lecciones acerca de la naturaleza del catalán, cuando nos explica que no es un dialecto. Dialecto es el andaluz, el canario, el murciano, dice. Y el castellano, Mel, también es un dialecto, la lengua que tú hablas se llama español, aunque ella solo la use en frases del tipo: “¡A mí me hablas en español!”, a las que se atribuye una carga negativa. A Mel hay que preguntarle lo mismo que ella misma se toma la libertad de decir en un momento del video, cuando critica a los profesores que dicen que el catalán es un dialecto: “¿Pero tú dónde has estudiado, mi alma de dios?”.

Las cosas se agravan cuando la joven, que en otro video de su canal de YouTube nos proporciona su top ten de películas de Disney, habla de la llamada cultura regional. Explica que en Andalucía también hay grupos independistas que alegan que las diferencias culturales de esa comunidad autónoma son lo suficientemente significativas como para exigir separarse del resto de España. Yo no estoy de acuerdo, dice, pero puedo entender ese pensamiento:

“Sí que es cierto que lo que es de Despeñaperros hacia arriba, cuando sales de Andalucía es… es totalmente diferente, es como si te fueras a otro país: la manera de vivir, la manera de comportarte… Andalucía y España yo la verdad que lo veo diferente, pero yo prefiero que estemos unidos”.

Antes dije que los críticos de Mel la ven como entregada a la causa independentista. ¿Cuál es la esencia del independentismo? Como lo expliqué antes, la defensa de la secesión. Pues habrá que buscar en el discurso de Mel las ideas que justifiquen esta postura. Y ahí están, de inmediato: el exacerbamiento de las supuestas culturas regionales, la defensa del pensamiento independentista como respetable, la creencia en la autonomía del individuo, el uso de categorías psicológicas para pretender explicar los problemas nacionales… La lista podría seguir, aunque estemos ante una persona que asegura preferir la unidad de España, no se sabe en qué condiciones.

Al final resulta que Mel Domínguez es una persona que alimenta el independentismo al abordar con frivolidad un problema político de primer orden. Pro independentista sin darse cuenta. Eso sí, un independentismo caballeroso, que pretende robarle a la gente su tierra pero sin insultar.

 

 

Manuel Llanes

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