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Civilizaciones varias

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
jueves 12 de julio de 2012, 23:40h

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Pues sí, el futbol del Barcelona es el mejor, el más excelso, sin duda el Barcelona es el mejor equipo del mundo. No hay duda, dicen los hinchas del Barcelona y quienes no lo son. Ah, pero en cambio, esos mismos que no dudan en poner a su equipo en el trono indiscutible recurrirán al más confuso relativismo cuando se les plantee la idea de que civilización sólo hay una. No civilización occidental, sino civilización a secas. Eso ya es inconcebible.

Civilizado será todo, porque aplicar jerarquías en estos asuntos sería una típica actitud colonialista, racista y fascista, ya que estamos. ¿Quiénes somos nosotros para decir que es civilizado y que no? “Salvaje es quien llama a otro salvaje”, dijo Levi-Strauss.
¿Entonces cómo es que podemos establecer que un equipo de futbol es el número uno, o que un jugador argentino merece el apelativo de mesías? Al parecer el Real Madrid o el Manchester United no merecen el respeto que se debe tener por una tribu, digamos, los na’vi. El futbol defensivo del Chelsea, por ejemplo, será propuesto como antiestético por antonomasia, aunque sean campeones de Europa: “el anti-futbol del Chelsea”, pudo leerse en un periódico alemán a propósito del triunfo del equipo inglés y la derrota del Bayern.

 

Si los na’vi quieren, digamos, vivir en un estado de aislamiento en la selva y sacrificar a las niñas albinas porque son de mal agüero, se recomienda prudencia ante aquello que no estamos preparados para comprender, mientras se apela a la sabiduría de los ancianos na’vi, quienes por algo hacen lo que hacen. Si acaso, habría que enviar a los integrantes de alguna ONG para que dialogaran con ellos. No para civilizarlos, civilizados están, sino para fomentar la sana convivencia.
“Se divorciaron de forma civilizada”, dicen las personas a propósito de la separación de X y Y. ¿A qué civilización se refieren? ¿A la egipcia, a la persa, a la vikinga? Porque en la llamada civilización azteca se sacrificaba tlaxcaltecas, los habitantes de la civilización de a lado, después de la guerra florida, sin ningún escrúpulo o relativismo cultural. ¿Quién soy yo para decirle a esta gente que el sol no necesita sangre humana?

Sin embargo, para mayor confusión, el relativista no dudará en llamar “dictador” al gobernante de un Estado, que además señalará como “ilegítimo” sólo porque no es de goza de la simpatía del fundamentalismo democrático. Si no hay urnas de por medio estamos ante un tirano; sólo que se trate de una tribu, en ese caso se hablará de “usos y costumbres”, aunque sean tiránicas.

Parece que a pesar del “todo vale” posmoderno, que nos invita a equiparar cualquier rasgo cultural, se vuelve necesario establecer ciertos patrones que serían indispensables para hablar de civilización. ¿En qué momento un divorcio deja de ser civilizado?

El relativismo viene bien en las charlas informales con los amigos, donde cualquiera hablará como antropólogo, pero sería muy ilustrativo ver a alguno de estos en el hábitat de unas leonas hambrientas, en la sabana, armado sólo con un cuchillo con hoja de piedra y mango de madera. En esos momentos, tal vez se antoja dejar el relativismo cultural de lado y hacerse con una buena metralleta. Ojalá que a los criminales que asolan México les diera por el relativismo y echaran mano de arcos y flechas para enfrentar los tanques del ejército.

Cuando planea la batalla, el entrenador de futbol dibuja sobre un plano figuras que emulan jugadores, un balón, la portería y el gol. En otros tiempos, presentes pero cada vez más olvidados, alguien fundó la geometría, el ascenso de una forma de razonar frente a otras. Quien hable de posesiones satánicas frente a los síntomas de esquizofrenia, o de sangrías para aliviar los males que el estudiante de medicina cura de forma rutinaria no puede ser civilizado; más que salvaje bien puede ser un demente. Sin embargo, hoy más que nunca, negar la civilización grecolatina en la cual vivimos para anegarla en un mar de culturas no es una extravagancia, sino la más acabada expresión de que se ha perdido el rumbo, no se sabe si con fuerzas para retomarlo

 

Manuel Llanes

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