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Cuenca, 1919

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 21 de julio de 2013, 23:43h

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Recordar en mi último artículo a Lucas Aguirre me ha puesto melancólico, haciéndome creer por un instante que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Déjenme mostrarles, echando mano a la hemeroteca, cómo la prensa y sus comunicados no solo sirven para sacar los colores al actual gobierno, sino también a todos y cada uno de nosotros.

Muy breves antecedentes. La Gran Guerra hacía pocos meses que había finalizado y una extraña gripe, que hoy nunca dejaríamos que calificaran de “española”, seguía haciendo de las suyas. Pese a la privilegiada situación de neutralidad en el conflicto, los dañinos efectos colaterales de ambos sucesos no ayudaron a relajar la crispación de una población que, atónita, contemplaba cómo los tejemanejes entre conservadores y liberales hacían que el sistema parlamentario fuera poco más que un paripé, pues todo seguía bajo la dirección de caciques y la estrecha vigilancia del clero. A ello, debemos sumar los largos llantos por el desastre del 98, el reciente y continuo desgaste de las tropas en África y los cercanos ecos de la Revolución rusa del 17. La identidad del país y la confianza en sus gobernantes no estaba mucho mejor que ahora. Bajo esta situación, ¿qué pasaba en Cuenca?

 

En nuestra ciudad, el periódico “El Liberal”, que publicaba solo dos números a la semana, abría su edición del 29 de enero de 1919 con un titular a toda página: “El problema de la vida y los abusos de las grandes Compañías”. Sin escatimar espacio, compartían los actos de protesta organizados por la prensa en bloque, junto a otras instituciones, como el Ateneo. Reunidos en el salón del Ideal Artístico, el pueblo de Cuenca –al menos aquellos que tuvieron la suerte de encontrar sitio, pues pronto se abarrotó el local- dijo basta ante la carestía de vida y el abuso que recibían por los que desde arriba se beneficiaban de ellos sin escrúpulos.

¿Les suena algo toda esta situación?

Grandes vecinos de la ciudad expusieron sus argumentos, arengando a la muchedumbre. Entre ellos destacaré las palabras de dos que seguro han de conocer: Juan Jiménez de Aguilar y Emilio Sánchez Vera.

En nombre del Ateneo Conquense, D. Juan hizo una breve reseña histórica que demostraba distintas posibilidades que pudieran ayudar a solucionar los problemas que sufrían y, tras exponerlas, planteó la siguiente reflexión:

“¿Por qué no se han aplicado en la actualidad los mismos eficaces expedientes, puesto que el problema hoy es el mismo? Triste es pensar que solo dos explicaciones tiene la situación actual; o la ignorancia: que incapacita para el mando o la maliciosa codicia de unos cuantos; por los cuales se sacrifica el sosiego y bienestar de todo un pueblo. […] Revisad vuestros recuerdos y ellos os dirán con más crudeza que yo cómo se rige la hidalga Castilla donde los más osados –no los más capacitados- manejan Ayuntamientos, Diputaciones y otros centros políticos […] Por nuestra parte, los conquenses fuimos impertérritos con exceso, y creo llegada la hora de la novación total de representación y procedimiento, sintiéndonos hartos de que nuestra noble resignación se considere como cobarde mansedumbre…”

Por su parte, el señor Sánchez Vera, y así nos lo narra la crónica del acto: “Exige también que aquellos de nuestros representantes en Cortes, que disfrutan sueldos de las grandes compañías, renuncien a sus cargos o a sus sueldos por ser incompatibles la defensa de los intereses del pueblo y de los negociantes.”

¿Les sigue sonando?

Al mitin le siguió una manifestación por las calles de la ciudad y un consenso para pedir cambios inmediatos en cuestión de subsistencias y transportes, principalmente. El artículo termina con el siguiente párrafo: “A todos felicitamos por el éxito obtenido, y en primer lugar sea nuestro aplauso de todo corazón, para el pueblo conquense, que siempre está a la altura de las circunstancias, demostrando que es digno del mayor respeto por parte de todos”. Tomemos nota, y recordemos… Recordar, ¡precioso verbo!, sobre todo sabiendo que no significa otra cosa que volver a pasar por el corazón.

Por último una curiosa y triste coincidencia. Menos de un mes después, el mismo periódico, como otros muchos, obligadamente escribió la noticia de la muerte de D. Emilio Sánchez Vera a consecuencia de esa misma gripe que antes comentábamos. Enfermedad que venía sufriendo desde el 29 de enero. Teniendo en cuenta que los actos narrados ocurrieron dos días antes de que presentara los síntomas, lunes 27, y que una de las medidas que solían tomarse para evitar contagios era prohibir actos multitudinarios, nada nos impide pensar, al menos poéticamente, que quizá la muerte le encontró en ese mismo mitin por el que, con otros tantos, luchó por la felicidad y el bienestar de sus vecinos. Otra deuda más, quizá la mayor, que con él tenemos los que hoy paseamos por Carretería con mayor o menor fortuna.

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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