www.cuencanews.es

Del animal se hace sebo; de los hombres, dinero

Por Redacción
x
localcuencanewses/5/5/16
lunes 11 de noviembre de 2013, 00:59h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

He querido empezar con esta reflexión de Kürnberger para, desde el mismo título, hacer gala a los dos mandados que según Ortega y Gasset debe seguir todo intelectual: oponerse y seducir. Oponerse en sentido crítico a lo establecido; una sociedad siempre puede mejorar. Seducir desde la provocación que sin duda ejerce tan impactante afirmación, limitando el espectro humano a su más temible simplicidad.

Aceptar que el objetivo principal del ser humano, su resultado óptimo al fin y al cabo, consiste en destilar vil metal hasta agotarlo confirma las sensatas palabras de Fernando de los Ríos, Catedrático en la Universidad de Granada y varias veces Ministro -de los de antes, sin duda-, cuando en la década de los años veinte del añorado siglo pasado afirmó: “Capitalismo y humanitarismo son en efecto dos términos antitéticos, contradictorios; la oposición en ellos es esencial, y por mucha que sea la elasticidad del capitalismo en cuanto a régimen económico, y es extraordinaria, no puede, en tanto perviva, negar lo que es consustancial: su indiferencia, cuando no hostilidad, ante lo humano; es su Némesis”.

 

Si sus palabras siguen provocándonos, no lo hará menos el título de la obra donde están grabadas: “El sentido humanista del socialismo”. ¿Socialismo humanista?, ¡en qué lástima de oxímoron ha quedado! Revisar ciertos discursos y políticas “socialistas”, como las que ha llevado a cabo nuestro vecino Manuel Valls con respecto a ciertos colectivos étnicos, nos recuerda la importancia de (re)encontrar la esencia que determina un posicionamiento ideológico de izquierdas. Hago mías las palabras de Josep Ramoneda: “Si algo falta es la izquierda. Derecha hay en todas partes”. Izquierda sin edulcorar, de pura cepa, con pedigrí si es necesario y, por supuesto, con un líder que represente dignamente las aspiraciones humanísticas que siempre han caracterizado al pensamiento progresista, virtuoso en tanto que evita los posicionamientos radicales pero también firme en la defensa de sus premisas.

Como habrán podido intuir, todas estas reflexiones tienen un claro epicentro: la reciente conferencia del PSOE como quizá última oportunidad para reinventar un partido al que sólo le quedan dos opciones: renovarse o morir. A nadie se le escapa que los socialistas están dejando pasar el tiempo sin hacer mucho más que tirar piedras a un gobierno que no necesita ayuda para dejar constancia de su ineficacia: véase el baile a lo Ricky Martin del señor Wert con las becas Erasmus. El tiempo de cortesía que el votante de izquierdas otorgó voluntaria o involuntariamente al PSOE está llegando a su fin y el señor Rubalcaba saca pecho y presume de fuerzas, ¡A la vejez, viruela! mire usted, cuando quizá no baste con cambiar de collar al perro si a estas alturas, y con la que les ha caído, todo son pulgas. En este sentido, Felipe González ha sentenciado que: "ahora más que nunca una alternativa de socialismo democrático sería la oportuna, la necesaria" cuando lo necesario, sin ser oportunista, quizá fuera un socialismo alternativo que hiciera de la democracia algo más que una brillante pero barata bisutería. El PSOE acaba creyendo que ahora toca salir a la calle y no se percata que lo importante es que la calle, los hasta ahora profanos y confiados ciudadanos, entren en política. Sutilezas, fruslerías.

Desde mi humilde opinión, lo que necesitamos es un cambio de líder que no quede en una mera actualización de la sonrisa a la que votar, sino una profunda reforma que permita a aquellos hombres de oro platónicos llegar a dirigirnos. Esos mismos que, teniendo las competencias necesarias, no desean gobernar pero asumen su designación por tener una deuda de gratitud hacia la sociedad que le permitió llegar a ser quien es. Nada nuevo; el concepto del “liderazgo servidor” lleva entre nosotros mucho tiempo. Lo difícil es separar el grano de la paja y diferenciar al político sanguijuela del político sacrificado que, dicho sea de paso, es un animal en vías de extinción, pero no extinto. Un problema que no entiende de ideologías, pero que es más duro de aceptar cuando infecta a las izquierdas, en plural, la gran espada de doble filo que pudiera acabar decapitando, para bien o para mal, el bipartidismo de nuestros días.

 

José Luis González Geraldo

Facebook.com/joseluis.ggeraldo

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios