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Dicen combatir el racismo pero lo fomentan

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
viernes 11 de enero de 2013, 00:52h

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La página canadiense «Cared» (Calgary Anti-Racism Education) ha tenido la excelente iniciativa de informarnos cómo distinguir el racismo y combatirlo. Semejante intención solo puede ser digna de elogio, desde luego. Así, los redactores de la página en cuestión empiezan por el principio, decirnos qué es el racismo, para que no nos vayamos a confundir.

En el apartado «What is Racism» (¿Qué es el racismo?), nos explican que antes hay que distinguir entre el prejuicio racial y el racismo. Para que se registre un caso del segundo, al mero prejuicio racial se le tiene que sumar el poder. Así, el racismo es solo posible cuando lo detentan los poderosos. Los débiles, cuando discriminan, solo pueden caer en los prejuicios raciales, jamás en el racismo, porque, como es obvio, su debilidad los exime de ello.

 

Para ilustrar lo anterior, la página nos cuenta la parábola de una mujer negra que no contrata a una mujer blanca por cuestiones raciales. Pero la mujer negra, nos dicen, no puede ser racista, sino que solo practica la discriminación racial. La explicación de lo anterior, que la tiene, no se dude de ello, es que «en Canadá los blancos tienen poder cultural y eso es lo que hace que la discriminación racial se convierta en racismo». Que no queden dudas:

«Incluso en el caso concreto en que mi compañera, la mujer de color, esté en una posición de poder como directora y yo, la mujer blanca, no tenga poder, cuando salgo de su oficina recupero mi poder cultural (me beneficio de ser blanca). La situación es diferente para mi compañera de trabajo cuando ella sale de mi oficina porque, como mujer de color, no tiene poder cultural».

No puede estar más claro. Lamentablemente, esta progresista página canadiense no sirve para explicar problemas entre etnias muy semejantes. Como lo que se cuenta en la película «Hotel Rwanda» (2004), donde hay un enfrentamiento entre dos grupos étnicos, los hutus y los tutsis. Como ambas etnias están integradas por negros, según el criterio de Cared no se podría hablar de racismo entre ellos sino de discriminación racial, nada menos. Todo ello a pesar de que se matan entre sí por unas diferencias físicas que, como lo dice un personaje de la cinta, para colmo son casi imperceptibles.

O bien, vemos lo que ocurrió hace unos años en Brasil: la Suprema Corte reconoció a ciertos grupos indígenas la propiedad exclusiva de una zona del norte, Raposa Serra do Sol, porque se argumentó que ellos eran los propietarios antes de la llegada de los portugueses y otros europeos. Al final, la policía expulsó a los colonos blancos y a otros indígenas que no pertenecían a la etnia reconocida por el gobierno como legítima propietaria de la tierra. Según Cared eso no es racismo, porque al final se beneficia a un grupo étnico por encima de otros, porque el primero está supuestamente en desventaja. Ello aunque todos los implicados sean ciudadanos brasileños.

Un ejemplo más: el pasado jueves 3 de enero, el Milan disputaba un partido de futbol amistoso con un equipo de la cuarta división italiana, el Pro Patria, cuando una parte de la afición local se dedicó a la tarea de entonar “canticos racistas” contra el jugador ghanés Kevin-Price Boateng y otros futbolistas negros del club “rossoneri”: el francés M´Baye Niang, el neerlandés Urby Emanuelson y el también ghanés Sulley Muntari. Cada vez que Kevin, M’Baye, Urby y Sulley tocaban el balón, de las gradas surgía el rumor de los ofensivos cantos, hasta que Kevin no pudo más y les tiró un balonazo a los provocadores, para acto seguido abandonar el campo seguido de sus compañeros.

La noticia, que tuvo trascendencia internacional, fue recogida en «El País» con el siguiente encabezado: «El Milan se retira de un amistoso por insultos racistas a sus jugadores». Estos de «El País» no se enteran de nada: antes de llamar «racistas» a los hinchas del Pro Patria habría que ver si estos tienen o no «poder cultural», porque igual y resulta que son de alguna etnia, discriminada a su vez y por lo tanto necesitada de cariño y comprensión.

Nótese cómo en esa página de la bella Calgary se pretende proteger a los débiles, no sin antes asumir que estos son incapaces de ser juzgados en igualdad de condiciones con el resto de los ciudadanos, con lo cual, sin notarlo, también se les discrimina. Hay que tener un doble rasero en nombre de la corrección política, esa señora que nos indica que a los gordos hay que llamarlos “pacientes sobrealimentados”, entre otras genialidades.

Una cosa lleva a la otra y la página, que quiere acabar con la lacra del racismo termina por fomentarlo, al minimizar los errores de ciertos grupos, supuestamente en desventaja. En uno de sus últimos libros, Carlos Fuentes recoge una anécdota del cronista mexicano Fernando Benítez, que los de Cared y otras personas confundidas, como los neozapatistas, harían bien en leer:

«[Los indios de América] deben aceptar también las reglas de la convivencia democrática, no deben escudarse en la tradición para perpetuar abusos autoritarios, ofensas a las mujeres, rivalidades étnicas o la respuesta paralela al racismo blanco, que es el racismo contra el blanco o el mestizo o, como le dice un indio mixteco a Benítez: “Me quieren matar porque hablo español”»

 

Más información incoherente en http://www.ucalgary.ca/cared/

 

Manuel Llanes

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