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Donde no dije digo…

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Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 09 de enero de 2012, 01:02h

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… no me pidan que diga Diego. Con esta simple excusa el actual gobierno podría acallar las críticas que está recibiendo estos días. No sólo por la irrisoria subida de pensiones, sino también, y sobre todo, por las medidas de ajuste “temporal” –como si hubiera alguna medida que no lo fuera- que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría anunció a finales del año pasado sin nocturnidad, pero con alevosía navideña.

Pese al suicidio electoral de Rubalcaba al actuar como entrevistador en el último cara a cara, y no como candidato, el señor Rajoy no dio su brazo a torcer; se dio una vuelta por los cerros de Úbeda mientras se limitaba a responder con evasivas no menos insidiosas que las propias preguntas y ataques recibidos. Aunque sabemos que el que calla otorga, debemos aceptar que en ningún momento negó rotundamente la posibilidad de realizar ajustes. Hubiera sido una gran mentira pues, si no, ¿para qué se les votó?

 

¿Mayoría absoluta sin un programa electoral claramente definido? Sin duda España es un país de contrastes en el que sólo existe el blanco y el negro, y donde el gris es de mediocres e indecisos. Reconozcámoslo, meter sin prometer no es ningún delito. El delito es dejarse.

Lo que más miedo me da son las últimas declaraciones del ministro de Economía y Competitividad –no se pierdan el guiño liberal de este último adjetivo-, Luis de Guindos, al afirmar que el deterioro en el que nos encontramos: “pone en cuestión la sostenibilidad del Estado del bienestar”. Sin duda se está preparando el camino para una privatización inminente de los servicios. Pero, ¿Qué empresa en su sano juicio pujará por unos servicios con problemas tan evidentes como los nuestros? No es que sean una bicoca precisamente.

La respuesta está clara, ya se encargará el gobierno de hacer golosa la transacción a través de ventajas y rebajas para, así, obtener una suma razonable, que no jugosa, y dejar que las empresas se lleven el pastel. Empresas cuyo objetivo es conseguir beneficios para nadie más que para ellos mismos. Beneficios que pueden incrementarse reduciendo la calidad al mínimo, abaratando costes y sueldos para, con ello, aumentar el grosor de los fajos de billetes recibidos. No es nada personal, es sólo negocio.

Un estado que deja en manos privadas las funciones básicas para las que debería gobernar: educación y sanidad a la cabeza, es un estado en retirada.

El Estado del bienestar se basa en un modelo de economía mixta, por supuesto, pero hay aspectos lo suficientemente importantes como para no dejarlos al arbitrio de las rentabilidades estrictamente económicas. La eficiencia no sólo se mide por inputs y outputs económicos. Si sólo fuera por el dinero, el transporte público iría directo, y con muy pocas paradas, desde una gran ciudad a otra.

Cuanto mejor respuesta da un servicio al cliente, menos eficiente es en términos económicos. Por ello, o bien cambiamos la mentalidad y los objetivos de la empresa privada, enarbolando el concepto de responsabilidad social, o bien aceptamos que el gobierno, precisamente por estar en el poder, debe establecer unos límites claramente definidos al libre mercado que, como ya nos recordó Karl Popper, de libre no tiene nada: si no lo regula el estado, lo harán los grupos de control privados que lo organizan.

Quizá deberíamos recordar qué pasó en el periodo que transcurrió desde la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Comunismo en 1989, y replantearnos por qué millones de personas pusieron sus esperanzas en la protección, y no simple control, de un incipiente e ilusionante Estado del bienestar. Tenemos tan poca memoria… bueno, quizá sea mejor admitir que nuestra memoria es, como todas, selectiva.

Pero todo eso está por venir. Sólo es un futurible. Ojalá no tenga motivos para hablar de estos hipotéticos cambios. Terminémonos el turrón que nos ha sobrado; volvamos a la realidad y hagamos otro agujero al cinturón. Otro más; suma y sigue; leña al mono que es de goma. Ahora entiendo por qué estos reyes, en vez de regalos o carbón, me han dejado un sobre vacío con una nota: “La voluntad. Volveremos a finales de enero” Y es que este año la cuesta va a hacer honor a su nombre.

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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