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El dorondón de las galerías

El dorondón de las galerías

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
sábado 02 de marzo de 2013, 00:40h

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Del 13 al 17 de febrero ha tenido lugar en Madrid una edición más de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO). Por sus numerosas galerías han ido desfilando tanto mercaderes como afectos incondicionales al arte. Los primeros atentos al negocio, los segundos embelesados, casi extasiados, ante lo que sus sentidos captaban. Y es que algo de teúrgia debe de tener esto del Arte. Creo que aquí no sería apropiado abordar globalmente la compleja idea de Arte, principalmente por una cuestión de espacio, pero sí les quiero ofrecer algunas consideraciones partiendo de la noción de obra de arte sustantiva, es decir, partiendo de aquellas producciones humanas que se desvinculan completamente del sujeto que las produce. Esa es la condición de posibilidad de una obra de arte sustantiva; en otras palabras, es el criterio de demarcación que discrimina lo que puede ser y lo que no puede ser una obra de arte. No se me ofendan los aficionados a la tauromaquia o los hinchas del balompié (entre los que me hallo), pero tales espectáculos o juegos, aunque muchas veces se diga, no deben ser considerados obras de arte. La razón estriba en que una corrida de toros, por ejemplo, no puede ser segregada de los participantes en la misma, de sus actores, ni reproducida de nuevo como en un concierto se reproduce una sinfonía de Beethoven.

Establecer este criterio es un primer paso necesario, ya que de lo contrario toda consideración sería cuanto menos confusa. Si no, realicen esta prueba: pregunten a sus conocidos qué es Arte. El abanico de titubeos y banalidades que se abrirá seguramente sea amplio. Unos dirán que Arte es aquello que causa emociones en el espectador, y entonces ustedes les preguntan si es arte la imagen de un niño africano moribundo por la desnutrición. ¿O acaso eso no produce “emociones” o “sentimientos”? Otros dirán que Arte es algo así como la representación exterior de la interioridad de un artista, y entonces ustedes les preguntan qué clase de “interioridad” deben de tener Paolo Schmidlin, autor de la escultura Porno Queen, o Tracey Emin, autor del montaje My bed, por poner solamente un par de ejemplos.

 

 

Si este experimento no les convence, seguramente la primera consideración haya de ser establecer una nítida distinción entre la producción, la obra como tal, en su aspecto corpóreo, material (sustantivo, por tanto), y el discurso que la envuelve. Precisando la distinción: el aspecto material se atiene exclusivamente al objeto físico, sin consideración externa alguna, en su mismidad, podríamos decir. Frente a éste, un aspecto ideológico que sobreañade a la obra un relato ad hoc, muchas veces impostado. Este relato es, dicho de otro modo, aquello que nos responde el entendido de turno cuando se nos ocurre preguntar qué quiere expresar el artista. Les propongo un segundo experimento: vayan a la página web de ARCO 2013 y consulten el catálogo de galerías. Junto a las fotografías de las distintas obras podrán leer múltiples ejemplos de estos relatos sobreañadidos, de esta cobertura viscosa de discursos al uso. Yo lo he hecho con Black forest, escultura en madera y poliuretano del tinerfeño Juan Carlos Batista. He podido leer: “En sus esculturas, Batista transforma un tronco en un árbol frondoso, que parece real, pero que igual que las fotos pertenece a un mundo irreal, surrealista, y que tan solo se acerca a nuestra idea de árbol.”. ¡Ah! Ahora sí entiendo bien lo que el artista quería expresar con el árbol en cuestión… Sarcasmo.

 

Siguiendo por la senda del aspecto ideológico, quiero hacer una segunda consideración deteniéndome en el para qué, en la razón por la cual el relato impostado es imprescindible. ARCO ha presentado el proyecto arcobloggers para conocer, dicen, a las personas que están creando opinión a través de la red. Ahí está el meollo; en los que opinan o dan valor a las obras. El problema es que la cuestión de los valores es mucho más compleja de lo comúnmente que se cree. Explorar las teorías sobre los valores nos llevaría muy lejos, así que, parafraseando a Aristóteles, sólo diré que valorar se dice de muchas maneras; hay valores económicos, morales, éticos, políticos, lógicos, estéticos, etc. Prestando atención a las palabras de Carlos Urroz, director de ARCO Madrid 2013, se verá con nitidez cómo asoma uno de esos valores; el valor de mercado. Decía Urroz en una entrevista en Radio 5: “y que vendan, sobre todo, que vendan y que vuelvan el año que viene”. Añadía: “Hay gente que viene aquí y hace negocio.”. Bien, pues ya tenemos un para qué del relato ad hoc; para comerciar en nombre del arte, para poner un valor de mercado (un precio) a lo que se vende y a lo que se compra.

 

Hay otro valor acaso más interesante; aquí mi tercera consideración. César Cervantes, exitoso empresario y coleccionista mejicano, entrevistado en ARCO, afirmaba que el Arte tiene valor en tanto que es Cultura. Así, todas aquellas producciones culturales exhibidas en ARCO tienen valor porque su relato envolvente las sitúa en la excelsa cúspide de la Cultura. Regresamos al inicio, al proceso santificante de arte, a la veneración o al embeleco, al dorondón intencionado del relato que cubre las galerías y nos impide ver con claridad la obra. ¿Quién podría alzar su voz contra lo que está bajo el manto de la Cultura y soportar el vilipendio? El problema aquí es que, considerada de este modo, la idea de Cultura es puro mito. La hipóstasis de la Cultura es algo acatado en nuestra sociedad y su avieso uso desgraciadamente jalona nuestra vida cotidiana circunscribiendo determinados contenidos al objeto de purificarlos y salvaguardarlos de la crítica. ¿Cuántas veces no habrán ustedes oído decir cosas tales como que el teatro o la danza clásica es Cultura, frente, por ejemplo, al pugilismo o al automovilismo? ¿No resuenan también en esta melodía los ecos de los premios Goya? Trituren el mito y díganles lo que rezaba en una de las paredes de ARCO. Si lo han visto, ustedes me entenderán.

 

 

Francisco Javier Fernández Curtiella.

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