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Exégesis cristiana

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 27 de mayo de 2012, 23:58h

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Quisiera decir unas palabras a aquellas personas que hoy, llevadas por tantas ideologías que acaban por no orientar bien lo que es la espiritualidad humana, confunden su religión con la religión. Su verdad con la verdad. No en pocos casos, y por ponerle apellidos a este breve discurso,  se llega a confundir el ser católico con ser cristiano.

En otro artículo critiqué el exacerbado interés por el progreso sin límites, y cómo éste nos ha llevado a cotas de egoísmo tan extremas que fácilmente justifican el sufrimiento de muchos por el interés de unos pocos. También hablé en otro artículo de la encomiable actividad de Cáritas, y cómo me sentí profundamente inspirado por su leitmotiv “Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”.

 

Sin embargo, hoy creo que debo dar un tirón de orejas a la iglesia católica por dos motivos: 1) el cierre en banda de la Conferencia Episcopal ante la posibilidad de que la iglesia pague el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), y 2) las escandalosas declaraciones de uno de sus ministros, el obispo de Alcalá de Henares Monseñor Reig Pla. Seré breve, pero ambos asuntos traen cola desde hace tiempo. En verdad algo de razón encontramos en Eclesiastés al recordarnos que no hay nada nuevo bajo el sol (1:9)

La defensa que la Conferencia Episcopal realiza para justificar su negativa es doble. Por un lado argumenta que, a priori, es imposible pues antes debería realizarse una reforma legal. ¿Acaso es ese un problema?, ¿no ha demostrado ya el gobierno lo fácil que le resulta cambiar la realidad legislativa de la noche a la mañana?, ¿qué le impide cobrar el IBI a las iglesias y crear con ese dinero, por ejemplo, un fondo destinado a las personas sin empleo? “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22:21) Por otro lado, el pueril argumento de “o jugamos todos o rompemos la baraja” se cae por su propio peso. Me explicaré.

Es cierto que la iglesia católica no es la única que está exenta del pago del IBI. Las comisarías, los colegios, las cárceles, los cuarteles, la Cruz Roja, etc. también gozan de este privilegio. Salvo ciertas excepciones relacionadas con el patrimonio histórico, yo me pregunto: ¿acaso no necesitan de estos servicios los cristianos, musulmanes y cualquier persona independientemente de su condición religiosa? Equiparar el servicio que ofrece la iglesia católica –al igual que el de cualquier institución religiosa- como un servicio básico es erróneo. Los asesinatos y robos, la educación humana –y no la mera instrucción o el adoctrinamiento-, el altruismo, la solidaridad, etc. es cosa de todos; no discriminan a nadie. Algo que la iglesia católica, por medio de sus ministros, hace y sigue haciendo de vez en cuando como bien nos lo demuestran las reprobables palabras del obispo Juan Antonio Reig Pla.

Identificar determinadas opciones sexuales como un camino directo al infierno, imbricado colateralmente con la prostitución; dejar caer que quizá el uso de “terapias adecuadas” pudiera ayudar a “resolver positivamente” las conductas homosexuales, como si de una enfermedad se tratara; así como otras sutiles lindezas que alargarían en exceso estas líneas, me hacen reflexionar sobre mi presente y mi posible futuro extraterrenal.

Si la vida celestial se limita a aquellos que siguen ciegamente las escrituras –sean éstas las que sean-, sin entender que lo importante es contribuir a la felicidad de los que nos rodean -hoy, aquí y ahora-, no quisiera acabar allí para toda la eternidad. Ya lo dejó escrito San Mateo: “por sus frutos los conoceréis” (7:16). Preferiría mil veces un infierno lleno de buenas personas que han dedicado su vida a mejorar la esencia y la virtud del ser humano: lleno de homosexuales, lesbianas, transexuales… y, como no, heterosexuales. Muchos de ellos, le guste o no a la iglesia católica, cristianos convencidos y no sólo de palabra.

Hablando de palabras, las de San Juan también nos pueden servir de guía: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (13:34) Lo verdaderamente importante es ser buenas personas, y no ser buenos católicos, musulmanes, hindúes, etc. La opción sexual de cada uno no nos hace ser mejores ni peores, simplemente nos hace ser diferentes; es otra característica más de nuestra personalidad y no debe ser estigmatizada.

Al igual que opino que una confianza ciega en el positivismo sólo nos puede llevar al desastre, también considero que una confianza ciega en cualquier Fe encontrará el mismo destino. Son dos extremos de un continuo. En el punto medio encontraremos la mesura y no la mediocridad.

Temed a los católicos que van a la iglesia los domingos y el resto de la semana se olvidan de ser cristianos. Si Jesús volviera, como muchos creen que hará, puede que se cansara de fustigar con su látigo a los nuevos mercaderes que, dentro y fuera del templo, nos han llevado a la situación que estamos viviendo. Un poco más de cristianismo, y menos catolicismo, no nos vendría nada mal, como tampoco deberíamos hacer ascos a ciertas dosis de humanismo procedente de otras religiones.

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

 

 


P.S. Dedico este artículo a la memoria de D. Crédulo M. Escobar Barbero. Comprometido librepensador y maestro de profesión.

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