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Goles son amores

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 08 de julio de 2012, 23:40h

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La eufórica resaca de la final de la Eurocopa todavía no se ha evaporado. Cuatro goles, ¡nada más y nada menos que cuatro! Todavía parece un sueño… pero uno de los que no hacen más que enmascarar la gran pesadilla que vivimos.  Veamos cada uno de esos cuatro golazos para pensar quién marca a quién.

El partido se las prometía intenso y complicado. Pese a ser los favoritos, la estadística nos recordaba que quizá era ya tiempo de perder. Pocos esperaban que Fàbregas controlara magistralmente ese difícil balón que nuestro salvador Iniesta le envió, pero, además, Cesc dejó la pelota en el sitio perfecto para que Silva nos pusiera por delante en el marcador. Primer gol que, como un supositorio, facilita enormemente la asimilación de la congelación de las pensiones para el próximo año y la ampliación del cómputo para su cobro a toda la vida laboral del trabajador, reduciéndolas entorno a un 15 y un 20%. No pasa nada, ya tenemos nueva letra para el himno de España, tan parsimoniosa como directa, compuesta solamente por una palabra: gol.

 

Con una sonrisa nerviosa en los labios, los aficionados esperábamos la reacción de Italia cuando la explosiva carrera de Jordi Alba, arrancando desde su propio campo, consiguió controlar el pase en profundidad de Xavi para batir al que tan sólo puede aspirar a ser el segundo mejor portero del mundo. Dos a cero, y Casillas de portero. Un verdadero sedante para la más que probable reducción del periodo máximo de cobro de las prestaciones de desempleo a año y medio o, quizá, a uno y no más, con la pueril excusa, dicen algunos, de “incentivar la búsqueda de empleo y aliviar la carga de las arcas públicas” ¡Qué ricura de medida! A ver si al final vamos a estar en crisis porque los españoles no quieren encontrar empleo y sólo quieren chupar del frasco. Si es que en este país sólo hay buenos futbolistas y malos trabajadores. Pero tampoco importa, es hora de volver a cantar el himno de España a base de goles.

Llega el descanso, medio sueño cumplido. Saca más cervezas, María, que me huelo que lo mejor está todavía por venir. En efecto. En la segunda parte las lesiones de Italia ayudaron al espectáculo de España, pero no tanto como las paradas de San Iker.  Con la tranquilidad y seguridad rutinaria de quien sabe cómo hacer su trabajo, y en menos de diez minutos sobre el terreno, Torres noqueó a los de la azzurra al mismo tiempo que elevaba a España entera al cielo del éxtasis y la alegría. Allí, en esas alturas, importa muy poco que los empleados públicos puedan tener una paga extra menos. Incluso muchos se alegrarán de que esos funcionarios de tres al cuarto, chupópteros y vagos, carguen con la responsabilidad que, indudablemente, no les corresponde en absoluto.

Pero la guinda estaba todavía por llegar. Usando el chiste fácil, a pase de Torres, Mata acabó “matando” a los italianos tanto como la regulación de losempleados públicos en los organismos de la administración hará con el Estado del Bienestar en España. Pero tampoco importa: la crisis es pasajera, pero la victoria de nuestra selección es eterna. Hemos entrado en la historia, ¡qué digo!... en la Historia, con mayúscula, pues parece que no hay mayor historia que la historia del fútbol español.

Pero, ¿saben lo peor de todo?... yo vi el partido y disfruté como el que más. Siempre lo he hecho y siempre lo haré, pero siendo consciente de la situación en la que se desarrollen los partidos. Deporte y fanatismo son dos cosas distintas.

El problema radica en que, como en la obra de Orwell, 1984, el Gran Hermano no elimina sin más a sus enemigos. Prefieren convertirlos de corazón a su credo antes de deshacerse de ellos. Al igual que Winston Smith llega a amar al Gran Hermano, es difícil no acabar amando a nuestra selección. El problema no son ellos, sino nuestra actitud de veneración y endiosamiento que hacia ellos profesamos.

Los adoramos tanto que incluso creemos -o nos queremos creer- que la prima que recibirán por ganar la Eurocopa sería donada a los afectados de los incendios de Valencia o a otros desafortunados cuando, como comentó ingenuamente Iniesta "de nuestras vidas": “… los jugadores no han hablado sobre la posibilidad de donar los 300.000 euros de premios”. Como equipo, España es genial, pero a la hora de los “cuartos”, y sigo citando a Iniesta:

“Cada uno tendrá que hacer lo que crea conveniente con su dinero”, y es que llevar el tren de vida de un futbolista de élite no es barato. ¿Quién sabe? Puede que por la presión más de uno acabe donando algo a alguno de los desgraciados que, desde la realidad terrenal de la crisis de nuestro tiempo, les adoran gritando, y aquí sí que no me incluyo: ¡Yo soy, español, español, español!

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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