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Las barbas de nuestros vecinos

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 06 de mayo de 2012, 23:31h

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Decía un noble que la feminidad era siempre relativa, que por ejemplo siempre será más femenino un hombre francés que una mujer inglesa. Y es que resulta muy complicado hacer comparaciones entre culturas distintas, y conviene no caer en simplificaciones a la hora de analizar lo que ocurre tras nuestras fronteras; y es que, siguiendo el razonamiento del noble, siempre será más socialista un derechista francés que un laborista inglés.

La corriente convenientemente alimentada por los medios dudando de las políticas de ajuste y de reducción de déficit ha crecido con fuerza a partir de las elecciones en Francia, donde Hollande ha esgrimido las medidas keynesianas como el nuevo método revolucionario que sacará de la crisis a Europa, con gran éxito electoral por cierto, y es que no hay nada más eficaz que decir a la gente que no tiene que hacer esfuerzos y que el Estado salvará a los ciudadanos de las garras de los mercados.

 

Esta política ha sido muy bien recibida incluso entre miembros socialdemócratas del Partido Popular, sin percatarse de que, en el mejor de los casos, la victoria de Hollande será irrelevante para España.

Y lo es por varios motivos; en primer lugar porque el margen de maniobra es mucho más amplio en el caso de Francia, es decir, las cifras macroeconómicas de nuestros vecinos son mejores por lo que se pueden permitir hacer lo que por otro lado ya hizo Zapatero estos años con el manual del buen keynesiano, con resultados perfectamente descriptibles.

En segundo lugar, porque, suponiendo que el nuevo presidente francés consiguiese convencer a Europa de que hay que aumentar (más) el gasto, éste lo tendrían que soportar los ciudadanos alemanes, austriacos u holandeses, ya que evidentemente a España no le prestarían,  y su cuantía no daría más que para continuar las obras de unas cuantas carreteras, con un impacto más bien escaso en la economía, aunque, eso sí, daría a nuestros gobernantes un alivio táctico para introducir un discurso de estímulos económicos que arden en deseos de emplear.

Creo honestamente que lo más probable es que, una vez llegado al poder, el nuevo presidente de marcha atrás a sus propuestas más radicales y haga básicamente lo mismo que su predecesor, o eso es lo que haría un gobernante sensato que hereda un país con graves problemas de competitividad, con un Estado anquilosado y una economía asfixiada por los impuestos y el gasto público.

Claro que, bien mirado, podría ocurrir que la victoria de Hollande fuera positiva para España; y es que supongamos que el mandatario socialista retoma los pasos de Mitterrand y comienza a espantar a los inversores terminando por arruinar la falta de competitividad de nuestros vecinos, entonces muchas empresas cruzarían los Pirineos para instalarse aquí. Al final, después de todo, puede que tengan razón los que se alegran de esta victoria.

 

 

Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pablommiranzo

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