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Lecciones de un Nobel

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 14 de enero de 2013, 01:16h

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Entre toda esta vorágine de noticias sobre Duran i Lleida, la prima de riesgo, o la sanidad en Madrid ha pasado inadvertido el fallecimiento de una de las personas que mejor han teorizado y explicado empíricamente el comportamiento de los políticos. Me refiero a James Buchanan, aquel que demostró que los políticos buscan su propio interés.

Puede que esta tesis principal no sorprenda a nadie, pero sirve de punto de partida para el estudio de todas las consecuencias que ello conlleva, unos políticos que tienen incentivos distintos a los de un carnicero o un fontanero, ya que, estos deben canalizar sus intereses a través del mercado.

 

Las ideas de Buchanan son las de un liberal clásico, que siempre defendió la necesidad de la existencia de los políticos debido a que los ciudadanos delegan a ellos muchas decisiones que a nosotros nos resultaría muy costoso estudiarlas y tomarlas razonadamente. A diferencia de los anarquistas, los liberales afirman que el estado es necesario para velar y defender la propiedad privada y los contratos voluntarios, dos instituciones básicas para el desarrollo económico de un país.

El hecho de que los políticos no tengan los incentivos correctos en su comportamiento produce una serie de costes que soportamos los ciudadanos, como el efecto de la racionalidad de la ignorancia; es racional permanecer ignorante sobre aquellas materias en las que no entendemos o no tenemos apenas poder de decisión (votos), por lo que no tenemos incentivos a estudiar bien el voto, haciéndolo en muchas ocasiones de manera irracional o sentimental, algo de lo que se han aprovechado numerosos regímenes totalitarios y populistas.

Otro aspecto negativo es la aparición de grupos privilegiados con un fuerte interés en algún aspecto en concreto, frente a grandes grupos desorganizados con escaso interés en ese tema. Sólo basta ojear los periódicos para ver cómo los organizadores de las numerosísimas manifestaciones tratan de enarbolar problemas generales con el fin de justificar la defensa de sus intereses.

Otro aspecto que apuntó Buchanan y que no puede estar más de actualidad es el de la representación no vinculante; el ciudadano, salvo en el caso de los referéndums, no decide directamente sobre todos los temas, sino que elige a un representante, lo cual resulta lógico y razonable, pero produce a su vez diferencias de percepciones e intereses, por lo que en numerosas ocasiones se incumplen los programas, lo cual desmotiva la participación en política.

Basta seguir los informativos de la televisión para darnos cuenta del siguiente problema al que el autor llamó la miopía gubernamental, es decir, el cortoplacismo que impera en la política, cuyo horizonte más lejano es el de las siguientes elecciones, lo cual imposibilita la toma de decisiones estructurales, al contrario de lo que ocurre con el resto de los ciudadanos o las empresas.

Frente a toda esta serie de costes que soportan los ciudadanos, la solución que proponía la escuela encabezada por Buchanan es la de limitar, en la medida de lo posible, el crecimiento y el tamaño del estado, una labor harto complicada ya que tanto los políticos como los burócratas y los grupos de presión siempre tratarán de aumentar sus parcelas de poder, convirtiendo el estado en un Leviatán hasta hacerlo insostenible.

Este hecho resulta fácilmente demostrable, por ejemplo, ¿No se han fijado que durante estos años no ha habido ningún funcionario, sindicato, asociación, observatorio o empresa pública afirmando en rueda de prensa que tienen suficiente dinero, que sus medios son los adecuados y que no necesitan más recursos? claro que no, digo más, hasta ahora no ha habido nadie que haya analizado su labor llegando a la conclusión de que el coste de sus funciones es mayor que el beneficio a la sociedad.

 

Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pablommiranzo

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