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Lobbies

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
domingo 25 de marzo de 2012, 23:09h

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La semana que viene más de cinco millones de españoles se levantarán y saldrán a la calle a buscarse la vida, a encontrar un empleo que le permita encauzar sus economías y hacer un proyecto de vida libremente y sin depender del estado, mientras, el jueves, los sindicatos tratarán de paralizar el país para pedir que todo siga igual.

Sólo alguien que no ha empleado nunca a nadie o que no ha estado en paro de forma prolongada como es el caso de un liberado sindical, puede organizar en un momento como este una huelga general; dicho de otro modo, los que la organizan no interiorizan que la situación del mercado laboral sea tan mala que resulte imprescindible un cambio drástico.

 

He de reconocer que lo difícil que es debatir los argumentos de los sindicalistas entrando en su dialéctica: sin ir más lejos, cuando argumentan una defensa de sus derechos resulta difuso discernir cuándo éste se convierte en un privilegio, por ejemplo, hasta qué punto un liberado sindical lo es en función de los derechos de los trabajadores o por un privilegio otorgado a los sindicatos por la regulación laboral española.

La única forma de entender éste y mochos otros de los comportamientos de los sindicatos es entenderlos como lo que son, unos grupos de presión como lo fueron los gremios hasta el siglo XIX en España, que evitaban cualquier cambio y modernidad en el sistema productivo español aduciendo derechos adquiridos mientras Europa salía de la pobreza gracias a la Revolución Industrial.

Qué duda cabe que en la actualidad existen numerosos lobbies como las asociaciones de empresarios o de cualquier sector profesional, y, al igual que estos, es lógico que intenten proteger sus privilegios adquiridos aunque perjudiquen a los que están fuera del sistema, en este caso los millones de parados; no es muy distinto a lo que hacen los taxistas o los farmacéuticos al limitar las licencias para evitar competir, creando barreras de entradas.

Como cualquier grupo de interés, los sindicatos no se preocupan por los parados, es decir, no se preocupan más de lo que se pueda preocupar cualquier persona por el tercer mundo; no quieren que existan parados y hacen lo que pueden en la medida de lo posible,  pero teniendo en cuenta en todo momento que no es un problema entendido como propio.

El problema, por tanto, no está en los sindicatos; estos hacen la función para la que fueron creados, el problema ha sido que los sucesivos gobiernos  les han dotado de una legitimidad y una representatividad que no se corresponde con la realidad, y han pasado a influenciar de manera determinante para que España tenga el peor mercado laboral de los países desarrollados.

Esta sobrestimación del poder de los sindicatos está estrechamente relacionado con el hecho de que los dos grandes sindicatos hundan sus raíces en los partidos políticos de izquierdas hasta el punto de no distinguirse un organismo con otro, lo que otorga a estos partidos una herramienta de coacción y agitación que resulta muy eficaz en algunas circunstancias.

Que la huelga es política no lo duda absolutamente nadie, y un claro ejemplo de ello es que la mayoría de los sindicatos profesionales se han descolgado de esta. Los sindicatos intentarán paralizar el país por una lucha de poder y de influencia mediante la coacción de los piquetes, dirigidos a entorpecer el trabajo de unos ciudadanos que luchan por salir adelante. No podrán con nosotros, esta vez no.

 

Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pmmiranzo

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