En un artículo anterior hablaba sobre educación desde mi experiencia como profesional de ese campo. En esta ocasión hablo desde la ignorancia de quien teme algún día enfermar. No por la enfermedad, sino por el trato que pudiera recibir desde ámbitos institucionales. El desmantelamiento progresivo del Hospital Virgen de la Luz de nuestra capital es un claro ejemplo.
En él encontraremos comprometidos y eficientes profesionales que desearán atendernos con la calidad que merecemos, pero que no podrán hacerlo por carecer de los medios necesarios, tener una sobrecarga de trabajo –cada vez son menos haciendo más- o, simplemente, por no estar allí al haber sido despedidos. La lista de cambios vividos y promovidos últimamente es larga y penosa. Para muestra un botón:
1. Los pacientes que padecen cáncer y necesiten radioterapia tendrán que ser mandados a Albacete o a otras instalaciones limítrofes.
2. El cierre de la planta 2B. Con el consiguiente hacinamiento de pacientes, el probable aumento de infecciones y la reducción de movilidad para los profesionales en caso de urgencia.
3. La posible pérdida de gratuidad en el servicio de taxis para los enfermos renales que, volviendo a las ambulancias, coincide con el “repago” que les tocará por esta parte.
4. La insuficiencia de instalaciones centrales que tienen en el hospital un único punto de referencia cada vez más mermado y sobrecargado de responsabilidades.
5. Es probable que en breve, seguramente en viernes, tengamos un “Suma y sigue”…
Algunos dicen que Cuenca está siendo el laboratorio de lo que bien pudieran ser recortes en otras provincias. Conejillos de indias con un objetivo, demostrar lo mal que funciona la sanidad pública para que acojamos con los brazos –y los bolsillos- abiertos el ámbito privado. ¿Por qué en Cuenca?
¿Tendrá algo que ver el color político de nuestra ciudad? ¿Es posible que estemos sufriendo, junto con Toledo, el “Complejo de Astérix”?
Los ataques a los pilares básicos del futuro -educación y sanidad- no son independientes. Al cortar las alas de la educación están “invirtiendo” en una próxima generación más sumisa y conformista que nada dirá sobre la mala sanidad que reciba, pues será la única que haya conocido. La educación recibida en democracia, durante nuestras “vacas gordas”, ha de servirnos para alzar la voz hoy… mañana quizá no tengamos fuerzas y nos conformemos al más puro estilo orwelliano.
Mientras siga existiendo dinero para salvar bancos en lugar de personas, seguiremos sufriendo una gran crisis. Puede que ésta ya no sea económica, pero sí de valores. El árbol, la economía, no nos deja ver el bosque: ética, altruismo, solidaridad, compromiso, sostenibilidad, equilibrio… En una palabra: humanidad.
Con estos recortes seguro que se saldrá de la crisis económica. Pero, ¿quién saldrá?, ¿nosotros?, ¿ellos? Sin duda el futuro estará ahí, pero no para todos del mismo modo. De nada nos valdría salir de la crisis para volver a un sistema jerárquico donde los ricos son más ricos y los pobres más pobres.
No se trata de salir, sino de cómo salir. Amputar es más fácil que salvar el miembro, pero no más deseable.
José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo
P.S. Dedico este pequeño artículo a todos aquellos jóvenes –y no tan jóvenes- que estos días están celebrando el primer año del despertar de la conciencia española. Seguid soñando, seguid adelante. Retomando un viejo leitmotiv: Sed realistas, pedid lo imposible… ese será vuestro futuro.
Si (
No(
