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Economía una vez más

Por Redacción
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miércoles 04 de enero de 2012, 14:28h

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Hay que entender que la situación a la que nos enfrentamos proviene de dos de los hechos más significativos que sucedieron en la primera década del presente siglo, es decir, los ataques terroristas del 11S y la crisis financiera del 2008, más bien colapso financiero, de los cuales aún sufrimos las consecuencias en mayor o menor medida. Hablar de las consecuencias que los ataque terroristas a tenido a nivel mundial no hace falta explicarlo mucho más, aunque si merecería un análisis más profundo el recorte de libertades que se ha producido en Occidente sobre la base de salvaguardar dichas libertades. Otro tanto ha sucedido con la economía tras el descalabro del 2008.


Al igual que ha pasado con las libertades y los derechos, en economía nos hemos encontrado con el mantra de que para mantener nuestro modelo capitalista había que suspender en parte dicho modelo. Recordemos la socialización de la perdidas de los bancos a raíz de los bonos basura por poner un ejemplo de sobra conocido. Desde entonces se ha utilizado un discurso basado en el miedo para intentar salvar un modelo económico se está demostrando que más que salvaguardar el estado del bienestar lo está desmontando a marchas forzadas con la aquiescencia de los poderes políticos y fácticos. ¿Hemos vuelto a oír algo de refundación? Pues eso.

 


En nuestra tierra llevamos sufriéndolo especialmente en los últimos meses, algo que se va a ver agravado con las últimas medidas que está desplegando el gobierno recién electo. De repente no dicen machaconamente que vivimos en un sistema insostenible y que los ajustes son inexcusables. El problema radica en donde se producen estos ajustes, que como hemos visto se lo va a llevar en un aproximadamente 60% la cada vez más exigua clase media y también los pilares del bienestar social.


Creo que a estas alturas estamos todos de acuerdo de que hay que reconducir la situación y reformar un modelo cada vez más obsoleto, por decirlo suavemente. El quid de la cuestión es saber hacia donde queremos que vaya esa reforma y por lo que podemos ver la sensación es que más que reformas se están realizando parches sin entrar a fondo en los problemas reales que han creado esta situación.


A partir de este mes la gran mayoría de este país será un poco más pobre de lo que era y en un sistema económico basado en la compra-venta reducir significativamente el poder adquisitivo de las familias no es la mejor forma de superar la situación. Si tengo menos dinero y las cosas me cuestan más por lógica menos puedo comprar. Es decir, al final los curritos vuelven a cargar en sus hombros con casi todos los ajustes pese a que no tienen la culpa de que nos encontremos en estas circunstancias. Sin embargo los que sí nos han nos han dejado al borde del precipicio casi con toda probabilidad se van/irán de rositas.


Sanidad, educación e I+D son de las partidas que más recortes han sufrido siendo, paradójicamente, las que más había que proteger e incentivar. Para muestra, un botón: en este país se destina apenas un 1, 4% del PIB a Investigación frente al cerca del 2% que se destina en los países que mejor están capeando la crisis mundial, véase Alemania por ejemplo. Y mientras aquí en los últimos años vamos disminuyendo la inversión en estos países se mantiene o incluso se amplía, de ahí que capeen mejor al crisis.


Por eso la importancia de donde “recortamos”, digo reformamos. Por que antes que en estas partidas se podría haber echo algo en otros lugares. La miríada de televisiones autonómicas, la inmensa mayoría de ellas deficitarias, es un buen ejemplo. Podríamos seguir con los dobles y triples sueldos de muchos políticos y todas la prebendas que acompañan al cargo , las duplicidades administrativas o esa ingente cantidad de cargos puestos a dedo como son los asesores (¿de verdad hacen falta que cada cargo político de cualquier área tengo varios?), por no hablar de ayudas a entidades financieras, el sostenimiento de la Iglesia Católica, el fraude generalizado a Hacienda, la publicidad millonaria de las administraciones (lo del metro en Madrid es de traca), las innumerables subvenciones repartidas a diestro y siniestro, incluidas las de sindicatos y las de los partidos políticos, las “embajadas” autonómicas, la corrupción generalizada y un largo etc.


Pero parece que este estatus quo seguirá por mucho tiempo ya que la casta política, tanto a nivel estatal como autonómico, no está dispuesta a apretarse el cinturón como piden al resto de la ciudadanía. Cuesta renunciar a los privilegios y a un sistema que da mucho “trabajo” a correligionarios, familiares y amigos. Mientras tanto seguirán poniendo pequeños emplastos que lo único que harán es demorar y agudizar una situación del todo insostenible.

 

Ruth García

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