El pasado 6 de mayo se celebró en la pequeña localidad conquense de Santa María del Campo Rus (Cuenca) el III festival literario de "Mi pueblo lee". La población del citado municipio lo esperaba con mucha ilusión y no era para menos después del éxito de las anteriores dos convocatorias. Pero lo que pretendía ser una apacible cita cultural donde autores locales hablaran de sus respectivas obras para darse a conocer entre el público rural, trascendió sobremanera sus propósitos y, según la opinión de muchos de los allí presentes, no precisamente de la mejor manera. La gran estrella invitada de cuyo nombre muchos vecinos prefieren no acordarse, parafraseando a Cervantes en su obra universal El Quijote, no pudo realizar una intervención de lo más esperpéntica, por describirlo de alguna forma.
Un elefante entrando a trompicones en una cacharrería hubiera estado más fino. Alusiones a prácticas sexuales comunes y no tan comunes entre propios y extraños, descripciones grotescas y con todo lujo de detalles de sucesos sumamente traumáticos personales y ajenos, soflamas incendiarias más propias de un mitin político que de un acontecimiento literario, acusaciones de controlar secretamente los destinos del país contra entes de lo más variopintos desde empresariales a religiosos, son solo algunas de las perlas con las que obsequió en su monólogo la insigne autora protagonista de "Mi pueblo lee". Todo ello en un lenguaje soez, vulgar, escatológico y aburrido. Poco o nada que ver con el verdadero objetivo del festival y mucho más sorprendente tratándose de una persona de su prolongada trayectoria.
Las impresiones de su emotivo y acalorado discurso también fueron muy dispares, no nos induzcamos a engaños: desde encendidos aplausos y vítores hasta abandonos en mitad de la charla. Lo que está claro es que familiares, amigos y conocidos de Santa María del Campo Rus no se dieron por aludidos. Muchos ya sospechaban de las intenciones de la autora y periodista mucho antes de la celebración del evento, pero hay que reconocer que hasta un humilde servidor fogueado en mil coloquios, quedó impresionado por la minuciosa explicitud de los hechos narrados. La realidad superó a la ficción en todos los aspectos. Incluso el famoso replicante de la película Blade Runner podría añadir esta experiencia en su intervención final de haber podido ser testigo de ella: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.".
No quisiera extenderme más de lo debido. Ni que decir tiene que los anteriores participantes del evento, a pesar de sus esfuerzos, quedaron totalmente eclipsados por la estelar intervención de la última y más conocida invitada. Hubo dolores de cabeza, mareos y cuasi desmayos en un público cuya avanzada edad no le permite digerir del todo bien un discurso plagado de referencias tan extravagantes como sorprendentemente desagradables. Aunque en algunos puntos se pudiese estar más o menos de acuerdo con su sermón, las palabras, el tono, las formas, la audiencia, el lugar y el momento elegidos no eran precisamente los más adecuados para este tipo de charlas. Quizás el momento más agradable fue la posterior firma de libros, ya completamente liberados de la tortura. Esperemos no fallar para la próxima ocasión.
Alberto Menéndez
Si (
No(
