Brujos y brujas con corbata: experimentando con la gaseosa de los demás; licántropos obsesionados con el dinero: empeñados en tatuarnos en el alma la máxima de Hobbes “Homo homini lupus”; ostentosos vampiros carroñeros: dueños de castillos que simulan estar en ruinas y que, lejos de haber perdido su poder, aprovechan la coyuntura para sacar más tajada y seguir con su business; ilusos zombis currantes: ignorantes de lo que ocurre a su alrededor y que cada día van a trabajar como si la cosa no fuera con ellos. Y fantasmas… muchos fantasmas que ya ni se molestan en aparentar tener piel de cordero y que, para más sorna, no llevan ni llevarán nunca las cadenas que les corresponden. Esto es Halloween, ¡Esto es Halloween!, gritos en la oscuridad del presente que se alargan hasta la espesa sombra que proyectamos en el futuro.
Lo admito, cada vez me cuesta más dormir. En mis pesadillas, Freddy Krueger sigue persiguiéndome con sus temibles cuchillas pero, sin embargo, como si de un mecanismo de defensa onírico-freudiano se tratara, su cara se transforma continuamente en la de aquellos políticos que pretenden darle a esas tijeras usos más terrenales y materialistas… pero no por ello menos espeluznantes.
Por si todo ello no fuera suficiente, y como en una buena película de serie B, algunos españoles no tienen mejor idea que proponer: “Creo que será mejor que nos separemos”. Cualquier aficionado al género sabe perfectamente la escabechina que espera a todo el grupo si esa idea cuaja y es aceptada. Es triste, pues mire el calendario que mire, todos los lunes son viernes 13, bien sea al sol de la calle o a la sombra del trabajo.
Lo que hace falta es un héroe salido de la nada, desconocido. El típico quarterback que, rezumando confianza, sea capaz de adentrarse en el sistema y encontrar la tecla que permita cambiarlo, y no solo renovarlo. El sistema ya no funciona, no es tiempo de innovación sino de revolución. Pacífica, democrática y social, sin duda… pero revolución al fin y al cabo. Da miedo pensarlo, pero más me daría no hacerlo y creer que es posible continuar con las reglas que nos han llevado a este punto.
Este año, así como durante el último lustro y de manera progresiva, Halloween ha perdido fuerza. El “trato” pronto quedará marcado por las condiciones del rescate, y el “truco”, enigmático y fantasmagórico, responde a la pregunta: ¿cómo dejamos que esto ocurriera?, ¿en qué momento se nos fue de las manos el bienestar que tanto costó conseguir? Pero no me hagan demasiado caso, tan sólo soy un (sub)producto defectuoso del sistema que creyó que era posible crear un mundo mejor. En el fondo quizá todo sea que:
Poco pan y mucho circo hacen de Jack un chico aburrido.
Poco pan y mucho circo hacen de Jack un chico aburrido.
Poco pan y mucho circo hacen de Jack un chico aburrido.
…
¡Feliz Halloween para todos, pequeños monstruos!
José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo
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