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Un sistema integral de reproducción tradicional para repoblar los cotos con nuestra perdiz roja

Un sistema integral de reproducción tradicional para repoblar los cotos con nuestra perdiz roja

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 16 de noviembre de 2015, 10:59h

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Cuando los romanos llegaron al territorio que actualmente conocemos como Alcarria conquense, allá por el 179 antes de Cristo, se encontraron con la grata sorpresa de que ya entonces había perdices y así las representaron en sus tablas y mosaicos. Miles de años después, esa especie autóctona de España y de la zona, la perdiz roja o Alectoris rufa, prácticamente ha desaparecido de estas tierras. La despoblación también ha afectado a nuestro mundo animal.

 

Conseguir repoblar los cotos para que se pueda volver a poder cazar y ojear esta valiosa raza, promoviendo a la vez este tipo de turismo en la comarca, es el objetivo con el que el veterano cazador Vicente Rodríguez puso en marcha hace dos años el Sistema Integral Cinegético ‘El Serval’, en el término de Moncalvillo de Huete.

 

Recuperando la reproducción tradicional, Vicente explica que a su centro llegan los pollos de perdiz autóctona “a los pocos minutos de nacer, aún con el cascarón”, desde una granja de Toledo que garantiza el 100% de pureza de la especie —solo dos en España lo hacen— con un certificado de análisis realizados por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Estos animales se crían en régimen de semilibertad en unas instalaciones que cuentan con salas para recién nacidos y voladeros con un amplio espacio para su desarrollo adulto y su formación de vuelo, como tuvo la oportunidad de comprobar esta redacción.

 

Protegidos de los depredadores, allí aprenden a comer y a defenderse hasta que se reproducen, momento en el que los bandos se trasladan al campo con las mismas condiciones que en el centro (acompañados de un bebedero, un comedero con una alimentación totalmente de campo y cierta protección frente a las alimañas), que deben mantenerse para que puedan sobrevivir. Además, es necesario realizar un posterior control y seguimiento de la evolución de los animales para, en función de cómo sea esta, proceder o no a cazar.

 

Nadie que conozca su promotor realiza este proceso actualmente en España por ser largo (casi un año hasta la suelta) y costoso (un bando con las condiciones adecuadas cuesta entre 100 y 200 euros), aunque asegura que es el único que ha demostrado buenos resultados a largo plazo, siempre que se sigan las pautas del sistema. En su opinión, de poco sirve soltar perdices baratas que cuestan entre 6 y 8 euros si al día siguiente no queda ninguna. “Esa es la diferencia entre soltar para matar o buscar un sistema que repueble con animales puros, adultos y que vivan en el coto”, apunta.

 

Para Vicente, si los cotos de caza cada día van “a menos” es porque están entrando animales que no son aptos por ser “jóvenes, cruzados, híbridos”, en muchos casos procedentes de otros climas y latitudes, que vuelan “mal y poco” y que están acostumbrados a comer pienso, por lo que mueren o se los comen las alimañas. Además, según datos publicados por la revista especializada ‘Trofeo’, se estima que en nuestro país se sueltan entre 3,5 y 4 millones de perdices al año —prácticamente ninguna autóctona— y en ello se invierte una “importante cantidad económica” que, según este especialista, no satisface a los cazadores. A su juicio, estos prefieren matar una o dos perdices buenas que 10 malas y también que les cueste cazarlas, “que se les levante el corazón cuando sale el animal”. Por ello, considera que si los campos de la Alcarria conquense estuvieran repoblados con esta especie, los cotos funcionarían, atraerían a muchos cazadores, los pueblos mejorarían y habría restaurantes que podrían ofrecer perdiz estofada a la toledana, un plato “exquisito” que les daría mucha categoría. “En cotos bien repoblados de otras partes de España están pagando 300 o 400 euros por cazar un día. En 3.000 hectáreas de esta zona, Por ejemplo, podrían entrar todos los domingos 20 cazadores que pagarían 200 o 300 euros”, expone.

Convencido de que este es el único camino para recuperar los hábitats, Vicente es consciente de que va a costar tiempo y trabajo que tanto los cazadores como los ayuntamientos y administraciones se conciencien, pues los pasos a dar no son fáciles y no se pueden dejar en manos de gente inexperta. Aunque todo el mundo conoce y se queja del problema de la despoblación, lamenta que nadie se haya puesto a trabajar para solucionarlo, tampoco el Ministerio de Agricultura, que reglamenta la caza y las sueltas de esta especie. Si las asociaciones de cazadores que regulan los cotos no quieren empezar a tomar medidas, un paso lógico, en su opinión, sería que los ayuntamientos presentaran sus plantes técnicos al Seprona —grupo de la Guardia Civil que garantiza el cumplimiento de las normas relativas a caza, pesca y conservación de bosques— para empezar a actuar, si los acepta, al menos en una parte de sus términos, prohibiendo que se cace durante un tiempo si es necesario para que vuelvan a salir las perdices por el campo como lo hacían antes.

Para el responsable del proyecto, este importante legado que nos dejaron nuestros antepasados en la zona empezó a perderse con el inicio de la agricultura intensiva, que eliminó los insectos (principal alimento de los pollos de perdiz) porque perjudicaban a la cebada y al trigo. Aunque ve lógico que los agricultores se defiendan de ellos, apunta que actualmente existen herbicidas que no perjudican a esos invertebrados e insecticidas que acaban solo con algunos pero que no se están usando. De hecho, desde el ministerio también se fomentó el uso de unos productos concretos para eliminar plagas y excesos de insectos pero señala que no se controla la cantidad dispersada.

 

Esta despoblación animal también está afectando al conejo y la liebre, aunque para Vicente su sistema es dificil de extrapolar a estas especies. Apunta que existe una iniciativa similar con el conejo (que no se puede criar en cautividad sino que es trasladado del campo) que no es posible con la liebre por la tularemia y otras enfermedades peligrosas y contagiosas que deberían tener controladas las autoridades sanitarias y agricultoras. Sin embargo, destaca que habiendo perdices está comprobado que también habrá conejos, zorros y águilas porque el zorro no se come la perdiz que vuela pero sí lo hace cuando desaparece el conejo, que muere dos veces al año por enfermedades.

Más información en www.elserval.es.

 

Mónica Raspal/ alcarriaesmas.com

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