Este año sí, tras la suspensión por amenaza de lluvia los dos años anteriores, este año se han podido abrir las puertas de la Iglesia de El Salvador a las 5'30 de la madrugada. Precedidas por las tradicionales Turbas, con el estruendo de sus destemplados tambores y el sonido de sus estridentes “clarinás”, realizaron su salida: la Real Iltre. y Vble. Hermandad de NP. Jesús Nazareno de El Salvador, con sus pasos de Jesús Nazareno del Salvador y de Jesús Caído y la Verónica, con la salida de la Vble. Hermandad de San Juan Apóstol Evangelista se hizo el silencio en la plaza y sonó la marcha de San Juan, del compositor Nicolás Cabañas y posteriormente salía del templo la Vble. Hermandad de Ntra. Señora de la Soledad -de San Agustín- que puso en procesión otros dos pasos, El Encuentro de Jesús y la Virgen, y el de Nuestra Sra. de la Soledad.
La procesión descendió hacia la parte baja de la ciudad por la Puerta de Valencia y, tras desfilar por Carretería, ascendió hacia la Plaza Mayor por las calles de San Juan y Alfonso VIII donde finalmente alcanzó la Plaza Mayor, en la cual había cerca de 6.000 personas esperando su llegada.
Tras el descanso, bajo de nuevo por Alfonso VIII, donde a la altura de la iglesia de San Felipe Neri y tras enmudecer el bullicio y griterío de las Turbas, el Coro del Conservatorio interpreto el Miserere a las Sagradas Imágenes, provocando uno de los instantes de mayor plasticidad de la Semana Santa conquense.
Tras girar hacia la calle del Peso y bajar por Solera, el cortejo procesional llegó a la Iglesia de “El Salvador” donde realizó la entrada sobre la una del medio día.
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