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El agua, la única posibilidad de supervivencia…

El agua, la única posibilidad de supervivencia…

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 02 de agosto de 2011, 22:07h

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Unos cuantos pueblos de la Alcarria vivimos tocando el agua que inunda nuestros valles, convertida en el metafórico Mar de Castilla. Su tacto y su vista se han convertido en nuestra vida. Su falta abre en nuestra comarca un manto de desolación. Pudiese pensarse que nuestra desolación es un estado de ánimo. No, con dejarnos decaído el ánimo no se conforma la sociedad global que llamamos España, cuando nos impone la descarga de nuestros embalses. La desolación no se restringe al ánimo, inunda nuestro sistema vital ahogándolo hasta su exterminio.



Desde esta tierra dura y dulce, poco generosa, hemos escuchado con el estoicismo de los condenados a la agonía anónima, a muchas otras tierras reclamar al Estado, una deuda histórica. Mientras, la Alcarria sostenía con serenidad campesina dos centrales nucleares y dos grandes embalses. A cambio: desertización climática, social, económica… Con esta tierra nunca se pensó que hubiese deuda histórica. Total, que deuda histórica va a reconocer un Estado, hilvanado en contrapesos regionales, con unos cuantos campesinos que obstinadamente empeñan su vida en obtener migajas de esta tierra parca con sus servidores. La riqueza para otros, que dicen, presionan, gritan, imponen, pactan y hegemonizan minoritariamente el Estado.   

Y el agua, ¿para qué? Qué importa que se multipliquen los estudios aconsejando un caudal mínimo en los ríos, si la producción intensiva hortofrutícola mediterránea reclama el agua. Qué desvarío es salvar la vida de esos pocos alcarreños, cuando unos, menos, oligopolistas necesitan el agua para sus riegos.

El agua se está trasvasando al Levante incumpliendo el Estado de Derecho, porque legítimamente el Trasvase Tajo-Segura estaba concebido para un número de hectáreas de regadío que se han superado ampliamente. Se ha concedido carta de naturaleza legal a políticas de hechos consumados, a miles de incumplimientos que han sido capaces de presionar a todos los gobiernos españoles hasta el día de hoy. El Estado ha consentido forzado por la potencialidad económica y social del Levante. A cambio, se condena a la agonía económica y social a unos pocos miles de alcarreños, mínimamente reivindicativos, poco importa.  

¿Cómo vamos a poder mantener nuestra agua unos cuantos alcarreños frente a dos potentes Comunidades Autónomas puestas al servicio de esquilmarnos sin remordimiento? Nuestro apoyo hubiera sido el gobierno central, fortalecido en el mandato democrático constitucional. Pero la respuesta ha sido más trasvases.

Pensaba yo que podría salvarnos la idea de Estado Social, pues me imaginaba que íbamos a poder acogernos al paraguas de “el objetivo de favorecer a los que menos tienen, con políticas redistributivas”. Vaya, hemos redistribuido, si. Pero lo único que hemos lograr repartir ha sido nuestra agua por todo el Levante. A cambio de nada. Aquí seguimos a la espera de la extinción biológica de nuestros pequeños pueblos para que de esta forma ya no haya ni gente que una vez al menos grite que nos están matando sutilmente llevándose la única posibilidad de supervivencia, EL AGUA.

Y más de uno puede pensar que esto es un alegato partidista de carácter político. Pero no lo es, porque pretendo gritar el sentimiento íntimo que comparten todos los que viven alrededor de los embalses de Entrepeñas y Buendía. Sirva como ejemplo significativo una pequeña anécdota, de hondo calado. Hace pocos días, ante el Pleno Municipal de mi pueblo, Villalba del Rey, explique que había sido elegido Presidente de la Asociación de los Pueblos Ribereños de los Embalses de Entrepeñas y Buendía.

Un concejal del Grupo Popular tomó la palabra para felicitarme y decirme que trabajase para que no se llevarán el agua, que estaba el Pantano (en este caso de Buendía) precioso y que a la zona y a nuestro pueblo acudían gentes como hacía mucho que no ocurría.

Todos, todos, todos … los habitantes de la zona sabemos que el agua es vida y riqueza. Que si nos falta estamos condenados sencillamente a la desaparición. Por eso no es un problema de opciones políticas, es un problema de necesidad primaria y perentoria, que esperamos que entiendan de una vez quienes nos gobiernan, en el ámbito que sea.

Vamos, pues, a luchar porque se entienda que nuestro país tiene una deuda con nosotros. La deuda es mantener el agua necesaria en nuestros embalses para que nuestro desarrollo sea posible. Pero también, adecuar las infraestructuras y hacer las inversiones consiguientes para que eso sea una realidad práctica, no una entelequia.

Estoy seguro de que los gobernantes de los pueblos que bañan los pantanos de Entrepeñas y Buendía se tomarán como objetivo básico este interés en el mantenimiento del agua y propiciar el desarrollo de la zona y de cada población.

El turismo rural, nuevas formas agrícolas, desarrollo de actividades agroalimentarias, calidad en las producciones autóctonas, son posibles e indispensables. Bien  lo conocen muchas personas que desde asociaciones intelectuales, ecológicas, económicas o sociales buscan también el desarrollo de nuestros pueblos. Todos juntos conseguiremos que nuestro derecho se respete y nuestros convecinos puedan acceder en posición de igualdad a esa vida  digna a la que todos debemos optar por intrínseco derecho.


Antonio Luengo

Presidente Asociación Municipios Ribereños Entrepeñas y Buendía



 

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