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El Gobierno… y sus circunstancias

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 23 de julio de 2012, 01:21h

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No queremos, pero lo hacemos. La culpa no es nuestra, sino de las circunstancias en las que nos encontramos: esa penosa herencia que se ha convertido en el cuento de nunca acabar, en el clavo ardiendo al que aferrarse a la hora de tomar cualquier medida. ¡Pobrecitos gobernantes! Se ven obligados a firmar el negro futuro del pueblo mientras que ellos, siendo muchos más de los que debieran, parecen reírse en nuestras caras mientras, a nuestra espalda, seguramente aplauden a quienes han causado el fiasco en el que nos encontramos. ¿Hasta cuando?



Las circunstancias… hechos y sucesos que forman parte de nuestra propia idiosincrasia y personalidad tal y como ya señalara Ortega y Gasset al quedarse en nuestra memoria su leitmotiv: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Entenderemos mejor esta máxima si leemos una de las cartas que escribió a su padre durante la primera estancia que realizó en Alemania. El día dieciocho de octubre de 1905, para ser más exactos, Ortega dejó escrito:

He pasado aquí siete meses donde nada me ha salido mal pero donde asimismo nada me ha salido bien. […] Haciendo balance de este tiempo transcurrido me encuentro con que no he desaprovechado el tiempo: he aprendido alemán, he echado unas medias suelas al latín y al griego, he puesto algunos jalones en el estudio de la historia moderna alemana, conozco decentemente los elementos de la histología y de la osteología; me he metido considerables volúmenes acerca de clasicismo español: he escrito, en fin, unas ¡dos mil! cuartillas completamente inútiles y creo que por valor de otro tanto en cartas. Por consiguiente, estoy contento de mí, y descontento de las circunstancias, que no me han auxiliado.


Nadie podrá decir que Ortega no lo intentara pues puso toda la carne en el asador, pero las circunstancias no le acompañaron. ¿De verdad está pasando lo mismo con nuestro Gobierno? Sinceramente, creo que no por dos razones. En primer lugar porque atendiendo a las medidas que se están llevando a cabo no creo que nuestros gobernantes estén esforzándose por mejorar la situación. Es más, casi parece que se están empeñando en hacer todo lo posible porque la gente viva peor. En segundo lugar, porque la argucia de echarle la culpa a las circunstancias es una falacia nada nueva. Me explicaré.

Últimamente suelo pasar bastante por Madrid y, entre tren y tren, disfruto recorriendo sin prisas los puestos de libros de la cuesta de Moyano. Viene bien tener algo que leer para el viaje. Uno de los últimos que cayeron en mis redes fue “Las razones del antimilitarismo” de Fernando Savater, autor muy preciado. El libro fue editado en 1984 y en él, curiosamente, podemos encontrar el siguiente razonamiento:


Los políticos que se anuncian a sí mismos como “responsables” suelen ser, si bien se mira, proclives a la más concienzuda irresponsabilidad […] como el demostrar suficientemente que, dadas determinadas circunstancias, el único camino eficaz es el que ellos toman. En mi situación, no había otra opción posible –suelen decirnos. Y añaden: ninguna otra conducta hubiera funcionado. Pero ésta es la disculpa precisamente de quien no quiere responsabilizarse, de quien desvía los reproches que se le dirigen hacia lo inevitable: “pídanle cuentas a las circunstancias”.


Circunstancias que los señores del PP quieren identificar a toda costa con las nefastas medidas del PSOE, con la dichosa “herencia”, y así matar dos pájaros de un tiro. No sólo se lavan las manos en cuanto a responsabilidades sino que se las pasan a sus más acérrimos enemigos y todos contentos. Bueno, todos no. Se olvidan de los millones de españoles que, quizá por leer y preocuparse por algo más que del fútbol, están hasta la coronilla de la cantidad de políticos de pacotilla –del PP, del PSOE o de la prima del pueblo- que están más preocupados por salvar a España que a los españoles. ¡Qué lástima!

 

 


Pero no se preocupen, que la trampa de las circunstancias es un arma de doble filo. Si en alguna ocasión la situación se nos fuera de las manos y las pacíficas manifestaciones que hoy tenemos se tornaran en reflejo de las ocurridas en Grecia, sólo tendríamos que poner cara de circunstancias –nunca mejor dicho- y esgrimir: Si yo no quiero quemar contenedores y destrozar escaparates de bancos… ¡son las circunstancias las que me empujan a hacerlo!

Queridos gobernantes, basta ya: ¡BASTA YA! Encubriendo a los que causaron y siguen empeorando la crisis –que a ratos sois vosotros mismos con otro disfraz- estáis creando una situación insostenible y ciertamente peligrosa para la estabilidad de todo lo conseguido hasta el momento. Con todos los que sois -y todo lo que cobráis- no entiendo como no encontráis otras formas de intentar salvar –que no arruinar- a las personas que viven en España, y no al país como entidad abstracta que sólo importa desde un punto de vista político, que no humano.

¡Qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno y cuánto os cuesta ver la viga en el vuestro! No nos toquéis más las… libertades y los derechos y miraos un poquito el ombligo, que todo tiene su límite y nos hemos quedado sin mejillas que poner ni agujeros que utilizar en el cinturón. Las vacas ya no son flacas, ¡son etéreas! Recordad las palabras de Castelar, que fue uno de los vuestros, cuando acertadamente señaló que:

La libertad; como un río, cuando tiene ancho cauce marcha sosegadamente en su camino, reflejando sereno los arrabales del cielo; pero cuando se le encierra, cuando se la comprime, al igual que las aguas, rompe diques y todo lo inunda y destroza, no dejando en pos de sí más que la desolación y la miseria.


Señores políticos, del gobierno y de la poliédrica oposición: ¿ese es el futuro que desean crear o simplemente llegaremos a él “por las circunstancias”? En el primero de los supuestos son ustedes despreciables por querer llevar al pueblo a la ruina y en el segundo son ustedes unos irresponsables.

¿Quieren ganarse el aprecio que han perdido? Cambien de política y demuestren que un futuro distinto es posible. Puede que otros mandatarios extranjeros no les aplaudan, pero ustedes deben lealtad a los que confiaron en ustedes dándoles su voto: me refiero a los ciudadanos españoles, por si se les ha olvidado. Llego a pensar, con razonamientos empíricamente contrastables, que llegado el momento antes salvarían el Euro que a las personas. Se lo exijo como exijo al panadero que el pan esté bien hecho: sean responsables, no nos sigan defraudando.

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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