www.cuencanews.es

En tierra de lobos

Por Redacción
x
localcuencanewses/5/5/16
lunes 24 de noviembre de 2014, 08:16h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Cuenta la leyenda, atribuida a distintas tribus indígenas, que dentro de nosotros habitan dos lobos constantemente enfrentados. Uno es blanco y representa todo lo bueno que existe en el ser humano: bondad, altruismo, solidaridad, etc. El otro es negro y, como contrapunto, encarna todos nuestros defectos: egoísmo, envidia, avaricia y otro largo etcétera. Curioso y fisgón, uno de los miembros más jóvenes de la tribu se acercó al más sabio para preguntarle por el desenlace final de la batalla. “¿Quién ganará, venerable anciano?”. La respuesta que recibió no pudo ser más clara y significativa: “Ganará, pequeño, el lobo al que tú decidas alimentar”.

La moraleja de esta breve historia nos convierte en principales protagonistas de nuestros actos, así como de las consecuencias que de ellos se deriven. Puede que no seamos tan buenos por naturaleza como pensaba Rousseau, pero tampoco tan fieros depredadores como sugirió Hobbes al aseverar que el hombre es un lobo para el hombre. En la dualidad descrita reside el libre albedrío que precede a la esperanza pues, afortunadamente, no todos queremos comportarnos como Leonardo DiCaprio en el lobo de Wall Street.

 

Sin embargo, el camino de la bondad no está hecho para cualquiera e incluso muchos quizá piensen que es un destino propio de desequilibrados. Sólo para locos, como ocurría al lobo estepario de Hesse. Loco el que no trinca cuando puede, loco el que mira por los demás y no sólo por sí mismo, loco el que disfruta haciendo felices a sus semejantes al entender que como cuerpo somos uno pero como alma, como especie, jamás.

Locos soñadores que acuden siempre a la llamada del necesitado Pedro por mucho que el lobo nunca aparezca. Majaretas idealistas que no dudarán en dar caza al lobo para rescatar a la abuelita. Chiflados lobunos que, aburridos de ser los buenos del cuento, nunca se cansarán de soplar y soplar hasta dar buena cuenta de esos suculentos cerditos.

Porque la realidad no se presenta ante nuestros ojos en blanco y negro y, como con los gatos, de noche todos los lobos son pardos. Difícil saber a quién estás alimentando en la penumbra de la vorágine de nuestros tiempos, oscuros y tenebrosos. El buen hombre transmuta en bestia con la luna llena, esté o no sobre París, y sus afilados dientes piden a gritos carnaza. Pero el lobo solitario, con o sin cachorro, es la excepción que confirma la regla, pues siempre prefiere cazar en manada, cooperando, siendo más fieles y leales que lo que los mitos suelen atribuirles, como ya intuyó el siempre querido Félix Rodríguez de la Fuente.

Es tiempo de aullar a la luna sin creernos lunáticos por ello, pues este sonido no es sino una muestra de empatía que realizan cuando se encuentran lejos de un miembro querido de la manada. Por ello le recomiendo que vaya eligiendo a qué lobo desea alimentar para que mañana, a la luz del día, veamos el color real de su pelaje y, al mirarnos a los ojos, podamos o no quedarnos afónicos. Mientras tanto, aullemos juntos y disfrutemos de la complicidad de la noche dejando que esos numerosos cabritos crean en la precaria infalibilidad del relato, pues los cuentos, como parte de la Historia misma a la que pertenecen, también son escritos y reescritos por los vencedores.

 

José Luis González Geraldo

https://www.facebook.com/joseluis.ggeraldo

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios