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Fantasmagorías del siglo XXI

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
jueves 28 de junio de 2012, 23:10h

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“Fantasmagorías” es el nombre que recibían en el siglo XVIII las imágenes que, por medio de un artefacto óptico, la linterna mágica, eran proyectadas en muros para el esparcimiento de la gente. Se trataba de rudimentarios aunque muy efectivos espectáculos, toda vez que los asistentes se conmovían ante imágenes de esqueletos, demonios, brujas y otras construcciones monstruosas asociadas con lo gótico.

Semejantes espectáculos cayeron en desuso con la emergencia del cine en 1895, que a su vez pudo sobrevivir la condición de simple atractivo de feria que le adjudicaron sus inventores, los hermanos Lumière, hasta que se convirtió en la actividad millonaria que todos conocemos.


Sin embargo, no sólo en los museos es posible ver curiosas fantasmagorías que, si bien ya no se proyectan sobre los muros de un salón, sí se manifiestan con inusitado vigor, sobre todo en tiempos electorales como los que se viven en México, que celebra sus elecciones presidenciales este domingo 1° de julio.

Como muestra está el dicho por lo demás común en las conversaciones o en las redes sociales, cuando ante la corrupción de los partidos políticos se dice, por ejemplo: “Cada vez estoy más convencido de que la solución no está en los políticos, sino en la gente”. Hay una clase política, el gobierno, muchas veces enfrentada con los intereses de los gobernados, la sociedad civil, tan deseosa de que los políticos sean eficientes como de distinguirse de ellos: “No nos representan”.

Véase el resultado de la búsqueda de contenidos referentes a la “sociedad civil” en un periódico como el español El País, que arroja titulares como el siguiente: “La sociedad tiene que manifestarse en estos momentos tan críticos”, dice el geógrafo Josep Vicent Boira a propósito del manifiesto Más sociedad civil, impulsado por un grupo de artistas, intelectuales y empresarios valencianos, que con su acción pretenden contrarrestar las omisiones del gobierno (edición del 26/febrero/2012).

O bien, véase en el mismo diario el artículo que a propósito de estos asuntos escribe nada menos que el ex presidente de la República Checa, Václav Havel, quien afirma: “El elemento fundamental y más legítimo de la democracia es la sociedad civil”, misma que habría sido reprimida por el comunismo. O bien, Havel nos asegura que la sociedad civil “se mantiene a sí misma” (edición del 21/mayo/2000). Havel, no se olvide, es poeta.

Claro que semejante afirmación no toma en cuenta que iniciativas como las llamadas ONG, paradigma de la intervención de los ciudadanos en los asuntos de interés público, muchas veces reciben fondos públicos. Los ideólogos liberales del presente, siempre quejosos de las trabas burocráticas a las cuales los empresarios son sometidos, no se cansan de decir que hace falta menos Estado y más “libertad individual”. Parece, no está claro cómo, que la sociedad civil puede arreglárselas a la perfección sin el Estado. No sólo puede, debe hacerlo. Todavía más: los problemas de la sociedad civil tienen su origen en el Estado, nos cuentan.

La cuestión se complica todavía más si introducimos el elemento “ciudadano” (“ciudadanización de los órganos electorales”, se dice), una palabra que por sí sola también tiene un significado poco claro. “Ciudadanos de un lugar llamado mundo”, se dice con alegría en la publicidad de una marca de cerveza; pero también se sostiene lo mismo en la Haya, desde donde se reivindica el llamado derecho internacional.  

La etimología, esa otra aguafiestas, bien que puede servir para aclarar un poco estos asuntos. La voz latina “civitas”, de donde viene “civil”, se usa para traducir la palabra “polis”, de donde a su vez viene “política”. Parece entonces que esa sociedad civil incólume, ajena al fango de la política no lo es tanto.

La imagen del esqueleto de las fantasmagorías, con todo y su candor, no dejaba de tener una referencia concreta: la muerte, con manto, capucha y guadaña. En cambio, ¿qué imagen es la que corresponde con la sociedad civil? ¿La del pueblo libre que se levanta contra el Estado? ¿La del altermundista que levanta el puño? Señale con el dedo, quien la vea, a la sociedad civil.

Las sociedades anónimas, las sociedades de capital variable, las asociaciones civiles y otras categorías precisan de la intervención de un notario público, sancionado por el Estado, para su constitución. De la misma forma que los colectivos de artistas precisan de materiales industrializados para su trabajo. O simplemente, de agua potable.

El mexicano que vaya a votar en las elecciones del próximo domingo forzosamente tendrá que hacerlo ya no como ciudadano del mundo, sino como integrante de una nación política y no cualquiera, sino una especial: México. En las elecciones se participa no como parte de una sociedad civil fantasmagórica sino de una sociedad política. Como participante de la “polis”, de una ciudad y de un Estado en particular. Políticos somos todos.

 


Manuel Llanes

 

 

[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/25/valencia/1330197574_121796.htm

[2] http://elpais.com/diario/2000/05/21/opinion/958860007_850215.html

[3] http://symploke.trujaman.org/index.php?title=Sociedad_civil

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