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La abadía de Thélème

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 21 de enero de 2013, 00:32h

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Pantagruélico. No se me ocurre mejor adjetivo para el desorbitado festín de la corruptela española, encabezada esta semana por las continuas polémicas del PP que fueron atajadas por nuestro presidente leyendo, no sin cierta dificultad, su intervención del mitin de este sábado.

Así, casi extrañado por las frases que iba pronunciando, Rajoy anunciaba mano firme contra toda conducta impropia a sabiendas de que su número dos ya había dado un gran titular previamente: "En el PP, quien la hace, la paga. Y que cada uno aguante su vela". El espíritu de equipo rezuma por los cuatro costados en las filas del partido.

Y digo yo, ya que están ustedes gobernando, ¿por qué no aplican el mismo principio fuera de su partido? ¿Por qué no dejan que los bancos aguanten sus velas y se olvidan de cargar la responsabilidad de sus errores en las espaldas de quienes no la han hecho?

Tantos milloncejos inexplicables, opacos o translúcidos, son ciertamente pantagruélicos, ¿no creen? Pantagruel es un personaje creado por el médico y humanista Rabelais durante la primera mitad del siglo XVI, aunque quizá les suene más Gargantúa, padre del primero, bastante acostumbrado a entretener y asustar por igual a los niños en fiestas y pasacalles. Ambos son gigantes ingenuos y bastante tragaldabas, de ahí esta grandilocuente palabra.

Pues bien, en esos mismos libros donde se narran las aventuras de estos dos peculiares cabezudos, también aparece una curiosa institución: la abadía de Thélème. En ella sólo existe una máxima "Haz lo que quieras". Nada raro si tenemos en cuenta que su nombre viene del griego "voluntad". En fin, creo que el avispado lector ya sabrá por dónde van los tiros. No me extraña nada esos pantagruélicos festines de euros cuando las tendencias neoliberales hacen del panorama político una vulgar copia de esta abadía. Decir que quien la hace la paga nos obliga a asumir que cada uno puede hacer previamente lo que se le antoje, craso error, y que cuando lo haga, ¡y lo pillen!, pequeño pero decisivo detalle... si es que lo pillan... entonces, y sólo entonces, se tomarán medidas. ¿No sería mejor prevenir que ver de quién es la vela después? ¡Rediós, cuánto telemita anda suelto!

Nuestro actual sistema, político y económico, es tan bobalicón y desfasado como el propio Gargantúa. Debemos ser valientes y, como su maestro Ponócrates, administrarle sin reparos tanto "eléboro de Antiquira" -mágico purgante- como sea necesario para desaprender lo que hoy damos por seguro, pues, sorpresas de la vida, más no siempre es mejor. Para construir, en ocasiones, es necesario destruir primero.

Y a todo esto, a la chita callando, Urdangarin sigue sumando medallas. Si las primeras palabras de Gargantúa al nacer fueron: ¡a beber, a beber!, quizá las de algunos otros pudieron haber sido: ¡a cobrar, a cobrar!

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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