A Manuel Cardenal debemos un muy lúcido análisis de esta obra capital y desconocida (fue reeditada por última vez en 1945) y especialmente de lo que a Cuenca corresponde en ella, pues explica: “En el obispado de Cuenca hace la descripción por riberas, lo cual da un singular interés geográfico y hasta científico a su relato. Enumera, en efecto, en este obispado, las riberas siguiendo un orden perfectamente claro y definitivo, comienza por el noroeste de la provincia -sistema hidrográfico del Tajo y del Guadiela- y sigue, describiendo un arco del Oeste a Este y de Norte a Sur, por Júcar y Cabriel; continúa cerrando el arco de Este a Oeste, por Záncara y Gigüela, arco que acaba de cerrar de Sur a Norte, traspasando la divisoria del Guadiana y de sus afluentes, hasta la del Tajo. De este modo, la descripción de las riberas que eran cazaderos de ánades, garzas, etc., pone ante el lector todo el sistema hidrográfico del obispado de Cuenca, sistema que como es sabido ha servido hasta no hace mucho para fundamentar una descripción fisicogeográfica de una región y que aún es pedagógicamente útil”.
Durante cuatro años vivió y enseñó en Cuenca Manuel Cardenal de Iracheta, quien poseyera una de las mentes más lúcidas aplicadas al pensamiento y el estudio de cuantos intelectuales han surgido en la España del siglo XX. Destinado inicialmente a desempeñar la cátedra de Psicología, Lógica y Ética, apenas un par de meses después, en julio de 1920, se le acumuló también la de Geografía e Historia. Cesó en su destino conquense el 31 de julio de 1924, trasladado al Instituto de Segovia y más tarde, ya después de la guerra civil, al de Las Palmas de Gran Canaria, donde se jubiló, fijando luego su residencia en Málaga, ciudad en la que moriría en 1971.
Miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, editor de clásicos literarios, como el Libro de la erudición poética, de Cerrillo de Sotomayor, investigador de temas muy diversos, articulista divulgador de conocimientos varios, escribió una Antología de don Juan Manuel (1942), una biografía de Gonzalo Pizarro, hermano del conquistador de Perú (1953) publicó también un trabajo de singular interés para la provincia de Cuenca: La geografía conquense del Libro de la Caza, publicado en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, en el que desmenuza con notable sabiduría y conocimiento la parte del territorio conquense reflejada en la obra de don Juan Manuel.
Durante su estancia profesional en Cuenca, Manuel Cardenal utilizó sus ya importantes contactos con miembros notables de la intelectualidad española para vincularlos a la ciudad. A él se deben, por ejemplo, las visitas de Pío Baroja, al que le unía una profunda amistad y que en Cuenca encontró inspiración para una de sus novelas, de la que surgió el apelativo “Casa de las Sirenas”, aplicado a una de las Casas Colgadas.
Sirvan estas líneas de recuerdo a una figura de extraordinario valor en el seno de la cultura española, cuya vinculación con Cuenca ha sido prácticamente olvidada.