www.cuencanews.es

Los desheredados

Por Redacción
x
localcuencanewses/5/5/16
lunes 04 de febrero de 2013, 00:32h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Hace poco más de medio mes, día arriba o día abajo, escuché en la radio un debate que, en principio, prometía bastante: los representantes locales de Nuevas Generaciones y Juventudes Socialistas cara a cara. Compartiré mi decepción por el resultado y, cómo no, mi reflexión.

Mientras realizaba mis rutinas mañaneras subí el volumen y afiné el oído. Medio sonriendo, esperaba escuchar nuevos discursos, enfrentadas y constructivas opiniones y, por qué no decirlo, pequeños ataques para pillar con la guardia baja al oponente y ganar, de paso, algún que otro voto. Todo quedó en agua de borrajas. ¡Es más!, casi les faltó pedirse el teléfono y quedar para tomar algo, así, en plan “coleguillas”. Cuando esperaba una lucha dialéctica entre perros y gatos, me encontré con dos diestros perros lamiéndose las heridas el uno al otro. Sinceramente, si no llegan a presentarlos (y no los conociera de antemano), casi no hubiera sido capaz de decir quién pertenecía a quién. Ambos coincidieron en los dos puntos clave de sus intervenciones: 1) Algo debe cambiar, y 2) Su generación es la mejor preparada de la historia. Huelga comentar la primera conclusión, pero la segunda consigue que me salte a la cara, como en la película “Alien”, la siguiente pregunta: ¿preparados?, ¿para qué narices están preparados?

No hace mucho, en este mismo foro, escribí defendiendo esa misma premisa: su generación, en efecto, es la mejor preparada. Es un nuevo renacimiento de la generación “JASP” de nuestros tiempos de Generación X (Joven Aunque Sobradamente Preparado) aunque, en esta ocasión, están sobradamente Pre-parados. He aquí la clave de su magnífica formación.

Los jóvenes titulados de hoy en día, muchos de ellos pluri-titulados (Grados, Posgrados, etc.), están sin duda extremadamente formados para dar lo mejor de sí mismos… pero a una sociedad en declive que ya no puede ofrecer la zanahoria que se mostraba tras el palo que los guiaba cuando las vacas tenían obesidad mórbida. En otras palabras, las reglas del juego han cambiado, el premio ha desaparecido cuando ellos se disponían a probar sus mieles y, al menos en parte, me alegro. Me alegro porque ese premio, más que una zanahoria, era una manzana neoliberalmente envenenada que sólo servía para engordar un sinfín de burbujas que, como palomitas, están explotando una tras otra.

Queridos y estimados jóvenes, perdonadme, pero no estáis en absoluto preparados para orquestar el cambio que la humanidad, y no sólo vosotros, necesita. No os han formado (que no educado) para eso. Sin duda sois el mejor producto que tras la II Guerra Mundial se ha producido: el resultado de unos padres que siempre quisieron que sus hijos tuvieran lo que ellos nunca lograron. En esta dirección apunta Zygmunt Bauman al afirmar, en su libro “Esto no es un diario”, lo siguiente (la negrita es mía): “Los jóvenes […] han sido preparados y adiestrados para creer que su papel en la vida es eclipsar y superar el éxito de sus padres […] No importa cuán lejos hayan llegado sus padres, ellos irán aún más lejos. Al menos así es como se les ha adoctrinado, eso es lo que les han enseñado a creer” (p. 139).  Bajo este razonamiento, desgraciadamente no me queda más que escupir de mala gana que sois la peor generación que, en este momento, hace falta para producir un verdadero cambio. Os lo digo con cariño, por que os aprecio, pero he de ser sincero. Basta de farsas; estoy de vuestra parte y, como aquél filósofo que se adentra en la oscura cueva llena de sombras y engaños, me veo forzado a arrastraros a la luz del día, aun a riesgo de que ésta pueda cegaros.

Ante esta antinomia quedan, básicamente, dos soluciones. O bien cambiáis de actitud, y con ella cambiáis la sociedad, o bien hacéis todo lo posible para volver a aquellos tiempos donde vuestra formación tenía salida y, en verdad, erais los mejores. Es decir, o bien dais un peligroso pero necesario salto al frente o, por el contrario, realizáis un cobarde viaje al pasado. Un pasado que, antes o después, volvería a romperse en mil pedazos. Aunque, ¿a quién le importa? Dentro de cien años todos calvos.

De ahí mi decepción por el debate con el que arrancaba estos párrafos. Los políticos del mañana, aquellos que hoy están en las canteras de los partidos mayoritarios, no me aportan nada que no conozca. Es más, sus discursos me aburren con tanta demagogia y, en el fondo, rezuman síntomas que indican cuál de las dos soluciones anteriores tomarían en caso de llegar al poder: quitarían el polvo al “Delorean” de otra película, “Regreso al futuro”, y no tardarían demasiado en pisar el acelerador hasta el fondo. Si esa es la mejor generación de las últimas décadas, creo que no la necesitamos.

Seguramente todos recordemos aquél capítulo de los Simpsons en el que Homer va a morir y pasa, en menos de cinco segundos, por todas las fases posibles que llevan a la aceptación de una situación crítica e inevitable. Estas fases son: 1) Negación, 2) Ira), 3) Negociación, 4) Depresión, y 5) Aceptación. Tampoco nos costará mucho relacionarlas con el desarrollo de la crisis. Zapatero pagó el precio de aferrarse a la fase 1 como a un clavo ardiendo, el 15-M es un claro ejemplo de la fase 2, y los esfuerzos de esta nueva generación por encontrar una solución que de salida a su gran preparación es un claro síntoma de la fase 3. Paralelamente, algunos ya se encuentran en la fase 4 y, con tristeza y desesperación, llegan a cometer actos extremadamente dolorosos que acaban con sus vidas como última salida.

El problema, a mi modo de ver, radica en la última de las fases. La aceptación puede entenderse como una mera resignación: “es lo que hay”, “no se puede luchar contra el sistema” o, por el contrario, puede alcanzarse con resolución y determinación: “basta ya”, “el cambio es inevitable, deseable, factible y plausible”. De vosotros, futuras generaciones, depende decidir quién debe fenecer: vuestra voluntad o la del sistema que nos ha llevado a esta situación. ¿Os preocupa más vuestro futuro o el de vuestros hijos y los del vecino? Me atemoriza pensar en la posible respuesta.

¡Despertad! No sois la generación mejor preparada de la historia. No al menos para dar respuesta a la altura de nuestro tiempo. Sois la generación decepcionada: no os darán el sueño que os prometieron, ya no es posible; la generación estafada, tal y como gusta en llamaros Ignacio Escolar; los hijos pródigos que nunca serán perdonados; la generación omega: los últimos de una lista a la que ya nadie presta atención ni teme. Sois, en definitiva, los desheredados. Si no os dais cuenta de que el pasado no volverá, os quedaréis estancados en la fase 4 y dejaréis que los que vengan por detrás de vosotros, más iracundos que nunca por vuestra apatía y falta de decisión, estallen de manera incontrolada. ¿De verdad necesitamos llegar a ese punto para darnos cuenta? ¿No sería mejor planificar una demolición controlada del titánico sistema que nos ha engañado?, sin víctimas, sin verdugos.

Los desheredados, paradójica e inevitablemente, heredarán la tierra: ¿qué haréis entonces con ella?, ¿repetir nuestros errores? Bienaventurado aquél que abra los ojos ahora, porque mañana será demasiado tarde y la luz, en vez de alumbrar el camino, nos cegará para siempre.

 

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios